viernes, 31 de diciembre de 2010

LOS ANIMALES NO SON JUGUETES - REFLEXIÓN PARA FIN DE AÑO

Apacible ilustración de WILLIAM SCHIMMEL

Las mascotas no son juguetes. Sienten, piensan, sufren, comparten nuestras alegrías y tristezas. Llega la época en que una opción de regalo de Reyes Magos (a este lado de la frontera no existe Papá Noel) es un cachorrito, generalmente un perrito que se ve tierno y dinámico, con vivarachos ojillos llenos de energía, en el expositor de la tienda. Los gatitos ofrecen ya, desde el primer momento, su aristocrática demanda de atenciones que serán recompensadas con su usual generosidad. Los perritos son los que triunfan, por mor de la mala prensa (injustificada) que tienen los gatos, pero eso no les excluye del peligro. Un perrito es la hostia de adorable los primeros quince días. Una hora más tarde después de que el/la niñito/a haya destrozado barbáricamente los envoltorios de sus juguetes y agotado las pilas de los robots agresivos/machistas por acosar sexualmente a las BARBIES MALIBÚ que sólo tienen serrín en la linda cabecita, el perrito es una cosa que ya ha dejado de producir entusiasmo al retoño alborotador. El perrito ladra; corre, come, bebe, hace pipí y popó, hay que sacarlo o te roe las patas del sofá. El perrito no tiene mando de volumen ni se le puede abrir la tapa de inspección de las pilas y dejarlo arrumbado en un rincón cogiendo polvo. El perrito además tiene otra tara increíble: crece.
Y no me flagele usted hablándome de vacunas, microchips, collares antipulgas, medicinas, desparasitadores, paseo dos veces al día, el perro CRECE y ¿dónde tiene esto el mando para devolverlo al tamaño ‘CACHORRO’, oiga? Y el pienso, ¡qué gasto en pienso! Y ¿por qué no me dijeron antes que los perros se ponían malos y hay que llevarlos al veterinario? ¡Un veterinario cuesta un pastón!
Esta ilustración (no sé a quién pertenece) se titula
PET AVENGERS. Es simpátia, cuando menos
Aquél tierno/entrañable perrito del día de Reyes ahora es un mastodonte que se arrellana ante el sofá y quita hasta la visión de la TV (aunque tenga el tamaño de un Jack Russel). Y, niño, ¿tú no ibas a pasear al perrito? Querías un perrito y dijiste (porque en las seseras infantiles no hay noción de “jurar”) que ibas a cuidarlo tú solo. Ah, papá, viejo, no me des la murga. Estoy mirando los tatuajes y piercings. Oye, viejo, estos Reyes quiero un móvil TRANSFORMER que lo hace todo, menos la cama. El tierno infante de seis o siete años ya piensa en una Harley Davidson, así que el padre aún debe estar agradecido. Su gratitud dura hasta que ve esa figura perruna que le mira con ojos castaños. Tuerce el gesto.
El puto perro da problemas justo el Domingo de Ramos. La familia es de laica todo el año que parece que ellos inventaron el ateísmo. Pero la Semana Santa se la pillan entera porque en algún momento han visto la zarza ardiente que les ha convertido. Bueno, fingen fe porque en verdad el objetivo es la playa, que piensan conquistar como los aliados desembarcaron en Normandía. Cargando los bártulos, ladra el perro.
Y, hostia, ¿qué hacemos con el jodido chucho? Una luminosa idea, esquirla de la luz de la zarza ardiendo, fulgura en los sesos paternales. Arriba con él; cincuenta kilómetros más tarde, fingiendo que vamos a mear, ¡hale, Macuto, una carrerita!
Mientras el perro corre tras el palo lanzado, la familia asalta el coche como la banda de HUMUNGUS el Mack de MAD MAX y parten dejando, por todo rastro de su presencia, una sutil humareda del tubo de escape.
Macuto regresa viéndose ABANDONADO de pronto. Experimenta TERROR.
Yo no he visto cosas que vosotros no creeríais, pero sí llorar animales. Si acongoja verlo en las personas, es una verdadera barrena en los animales, a los que crees exentos de la emoción que produce el llanto. Hay que ser muy cabrón para quedar impasible. Si podéis, imaginad las lágrimas de Macuto.
Con suerte, Macuto acaba ese día. Prudencia de los conductores, fortuna, casualidad.
Con mala suerte, lo chafa un coche antes de que acabéis de leer esta entrada.
Bastet cuida un poquito más a los gatos, pero no mucho. El Hombre, cuando se pone en plan devastador, es insuperable. Y si hay que acabar con el perro, el gato, el canario, aquí termina mi triste historia, como se dijo el osito atrapado en el hielo.
Con esta postal felicité en 2008 a familiares
y amigos. Vuelvo a darle igual utilidad,
destinada a mis lectores y lectoras
(actualizar el año, ¿vale?)
Visitar las distintas páginas de las sociedades protectoras de animales es desalentador. No sólo somos malos entre nosotros, flagelamos también a las mascotas o animales “inferiores” por obtener un placer profano de indefendible explicación. Porque ¿qué gozo produce desollar vivo a un gato, o pegarle patadas en la cabeza hasta dejarlo ciego? Seguro que conocéis a la gente que hace esas cosas: suelen ser esos canijos de las motos escandalosas con una cohorte de imbéciles igual de machos que, en un momento dado, tanto les importa joder a un perro que atacarte a ti.
Blandamente la ley asienta su mano sobre ellos. El defensor, el fiscal, el juez, encuentran de inmediato atenuantes. ¿No los hallan para los más terribles asesinos? ¿Qué no harán para exculpar un crimen cometido en un animal cuyo mayor delito constituía estar tendido en alguna parte tomando el sol? Oh, la ley, tan comprensiva con los culpables y tan represiva con las víctimas.
Los animales no son juguetes. Ni pienses regalarlos a menos que estés dispuesto a aceptar el compromiso de serles tan leales como ellos lo serán contigo. Rara vez encontrarás en la gente una fidelidad más absoluta e incondicional.
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta:
Feliz, civilizado y próspero 2011.