martes, 6 de septiembre de 2011

DOC SAVAGE #4: EL TESORO DEL POLO – LÍMITES DEL SUPERHOMBRE

Portada original de HUGO BAUMHOFER
que también replica la edición española
Este PULP de LESTER DENT (alias KENNETH ROBESON) presenta ciertos detalles que destacan el interés por la cuarta entrega de las aventuras de CLARK SAVAGE, JR. Dent presenta a Doc falible, atacado por emociones, salpicado por las dudas. Hasta en un curioso guiño autocrítico, le preguntan por qué se mete a samaritano. ¿Qué le pasa, Mr. Savage? ¿Está usted tarado, o qué?
También Dent rompe con esquemas que, hasta ahora, parecían habituales de la saga: las aventuras de Doc Savage y sus CINCO FABULOSOS COMPAÑEROS siguen una estructura detectivesca, y el autor presenta un malo, un sospechoso de serlo, un bueno y un falso bueno que resulta ser el villano de la historia, un tipo cuya constitución física no casa con el despiadado vigor que expresaba en sus amenazas o grandiosos planes (sujeto que, por lo demás, interpone una hueste de sicarios y un piélago de dificultades entre él y el NÉMESIS DE BRONCE). Tampoco en esta novela es Doc quien aparenta morir, sino sus “hermanos”.
LESTER KENNETH ROBESON DENT y señora, NORMA
DENT, entre potentes aparatos de radio, a ver si captaban
ONDA MARSOON y se enteraban de las últimos proezas
de DOC SAV
Dent presenta dos villanos con sus bandas respectivas; es cierto que BEN O´GARD, el segundo malo de importancia del relato, encaja al instante con la imagen del sospechoso de ser el canalla, pero actúa tan vilmente desde el primer momento que disipa pronto la duda de que es el otro criminal que deberá responder a la justicia inexorable, inflexible e infalible del AVENTURERO SUPREMO.
Toda la traza de quien dice ser no es, el talentoso violista VÍCTOR VAIL, luego resulta injustificada. Vail es tan víctima como afirma, pero actúa en ocasiones de forma tan equívoca que eleva las precauciones en su contra. Tanto que logra descolocar al incisivo Doc en un par de ocasiones, desorientándolo de manera que comete los fallos que registra el relato.
Ilustracíón de JAMES BAMA de
este pulp para la reedición de los
años 60. mucho más dinámica
Novela por otro lado dinámica y plagada de aciertos, peleas, tiroteos y secuencias de heroísmo para hacernos superlativo, sobrehumano, a Doc Savage. Siempre sabe qué hacer; tiene una sorprendente/sorpresiva herramienta para sacarlo del peliagudo atolladero; es el pilar de certeza, entereza y valor que sus amigos tienen a mano y donde restablecer sus energías. En algún momento, el mundo parece unos aterradores engranajes dispuestos a moler sus huesos y hacer harapos de carne sus cuerpos, ¡pero Doc logra in extremis detener su giro asesino!
Y, por supuesto, también bruñe ese aire de ingenuidad que se le achaca a estas novelas. Al principio lo atribuí a una exigencia editorial por mor de los tiempos y el público al que mayoritariamente se destinaba la publicación, pero empiezo a sospechar que no, Dent era muy autor de algunos de esos pasajes quasiinfantiloides, sin necesitar “influencia externa” para escribirlos.
El tesoro del Polo narra el desesperado intento de dos bandas de amotinados de un transatlántico de lujo, el OCEANIC (vale, el TITANIC; pero no heriremos sensibilidades. El asunto todavía estaba caliente entonces), que transportaba cincuenta millones de dólares en sus bodegas.
Los SAVAGE (PAT y CLARK, JR.) ante
un desconocido reto que concita su
tensión dramática (pintura, LARKIN)
Los líderes de los amotinados, O´Gard y KELAHUL DE ROSA, secuestraron a Víctor Vail, el talento del violín ciego, para tatuarle en la espalda (¡con un pigmento que sólo era visible con rayos X! ¡Vaya astucia criminal!) un mapa del recóndito e inexplorado trozo del Polo Norte donde vararon el Oceanic con su valiosa carga… una vez mataron inmisericordemente a la tripulación y casi todo el pasaje.
O´Gard se mostró falsamente caritativo con Vail y le convenció de que su familia había también perecido a manos de la facción de de Rosa, y que le arrancó de las mezquinas y carniceras garras del pirata in extremis. Tras quince años, había llegado el momento de recuperar el botín. La guerra entre ambas bandas estalla de modo abrupto y nada menos que ante el mismo Doc Savage. Sucede al final de una actuación de Vail, con el impulsivo aunque torpe intento de secuestro del violinista, quien se honraba de haber interpretado una pieza magistral de un tal Carl Savage, Jr., quien, con encomiable generosidad, no reclamaba derechos de autor, para que así toda la Humanidad se beneficiase de su contribución melódica.
JOHN DILLINGER, más que con
mueca desafiante, socarrona. Dent
abría un diario, y allí estaba el
"enemigo público número uno".
Doc podía atrapar sus trasuntos, a
modo de catarsis popular
Dent presenta a Doc como un decantado de gran pureza del concepto del hombre del Renacimiento multidisciplinar, dotándole además de un instinto creativo artístico. Pareciera querer separarle de la imagen, generalmente gigante y destructora, de Doc, una fuerza que, en su afán por mantener la ley y el orden, aplicando no obstante su sentido personal de la justicia, puede llegar a arrasar con todo. Con su música, Doc trata de legar a la posteridad algo más que un currículum de puñetazos y proezas sobrehumanas; es un esfuerzo por demostrarle al mundo que Doc Savage no es sólo una máquina eficiente carente de sentimientos cuya impresionantes facultades pueden torcer la mano del más aciago destino.
El tesoro del Polo es una fábula que Doc prácticamente lidera en solitario. Por primera vez quizás Dent apreció que sacar a toda la banda (HAM, RENNY, MONK, JOHNNY, LONG TOM) no era en realidad necesario. De hecho, hay párrafos en que tanto Johnny como Long Tom aparecen porque… bueno, son de los Cinco Fabulosos. Les ideó un quehacer que justificara su presencia. Ham y Renny tienen un hueco, pero como el de Monk, también pronto se hace angosto.
Donde Dent patina es en el tratamiento, casi rayano con el racismo paternalista, como presenta a unos esquimales que habían convertido el Oceanic en una suerte de panteón y a la esposa e hija de Víctor Vail, que sobrevivieron gracias a su ayuda, como “diosas blancas”. El autor muestra a ROXEY Vail como alguna asinja nórdica, especie de SIF, y a la esposa del violinista como FREYA, ambas arias por los cuatro costados, tan impolutas como la nieve que las rodea.
Este Colt del .38 perteneció a Dillinger. Está
modificado para ser plenamente automático. Creo
que es la que Dent describe de "tiro rápido"
que portan Doc y sus CINCO FABULOSOS
COMPAÑEROS

La intensa aventura permite a Doc realizar un milagro médico (otro intento por mostrarlo  benefactor humano) devolviendo la vista a Vail… y caer en una trampa que tendió a O´Gard, siendo víctima de uno de sus fantásticos inventos para incapacitar enemigos. Al parecer, éste no era el día de Doc Savage…
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: