lunes, 12 de enero de 2015

FANTASMAS DE MARTE — EL TREN DE LAS 3:10

Fotomontaje para afiche foráneo. A gozar
de las angustias en Marte de este grupo
Este filme de JOHN CARPENTER presenta un problema claramente discernible, al menos: DESOLACIÓN WILLIAMS (ICE CUBE), es demasiado el SNAKE PLISSKEN de KURT RUSSELL. Ice Cube puede haberse esmerado en su labor, pero remotamente acercó a Desolación al cínico carisma de Plissken. Le añoras un wevo.

Constantemente lo verificas según engulles fotogramas de un relato coral retrospectivo de este cosmowestern planteado en el polvoriento pellejo marciano. Ice Cube hace, dice y actúa como Plissken. Pero sin serlo. Y el ojo lo descubre, causando ese pliegue de molestia que te tiene incómodo en la butaca.

Mas Fantasmas de Marte acapara aspectos positivos que pueden convertirla en otra digna cinta de culto de esta suerte de SAM PECKINPAH “menor” que es Carpenter. Esta vez, el director ha eludido el conflicto político/distópico que esboza en ambas películas de Plissken para apostar por una evasión aventurera de plató bien maqueado de Marte para nuestro solaz.

HELENA BRADDOCK con los ovarios de hierro bien
remachados. Ni eso le bastará en esta ocasión
De nuevo, tics ineludibles de su producción; Carpenter siembra el proscenio de elementos sociales indeseables, pero con tal grado de ambigüedad que no acabas de etiquetarlos de malos absolutos. Estos son los marcianos, unos jamás vistos o ideados. Muy lejanos del concepto “abolsado” de H.G. WELLS, o el cabezón verde enano del folclore habitual. También distan de los nudistas imaginados por E.R. BURROUGHS, que tanta controversia pueden dar.

Entes inmateriales, dominan los cuerpos de los colonos que, esforzadamente, terraforman Marte y sacan valiosos minerales de sus entrañas. Los cubren de piercings y yagas para luego lanzarlos contra lo que estiman invasores del sagrado suelo patrio.

MELANIE BALLARD tampoco sabe dónde se ha metido.
MFP era la división policial donde curraba MAD MAX.
¿Casualidad o guiño?
Es planteamiento fantástico destinado a mantener nuestra atención y engrosar metraje. Tiene su punto, el que el nativo, en vez de exponer su sustancia al peligro y la muerte, emplee la carne del invasor para luchar contra sus semejantes y los aniquile. Mata dos pájaros de un tiro, pues el otro humano elimina al poseído en defensa de su vida.

Otro aliciente es la plétora de ‘fracasados’ que tienen una repentina oportunidad tanto de reivindicarse personalmente como ante la Sociedad que los ha marginado. El grupo que comanda HELENA BRADDOCK (PAM GRIER), una policía lesbiana que depreda a MELANIE BALLARD (NATASHA HENSTRIDGE), agente bajo su mando, no está compuesto por héroes de intachable conducta.

Todos estos creían ir de misión de rutina, y acaban pensando
que les enviaron al matadero porque eran la purria de Marte
Carpenter presenta un grupo impregnado de defectos-y-debilidades que intentan ocultar o disimular de distinto modo. Braddock, su apetencia sexual por Ballards, bajo una actitud autoritaria, masculina. (También algo sugiere que acabó en Marte para purgar una infracción.)

Ballard es adicta a una droga, que luego (en giro singular) resulta útil para librarla de la posesión infernal marciana.

JERICHO BUTLER (JASON STATHAN), de presunta ‘habilidad’ para modificar el polo sexual de sáfico a heteroX, esgrime esa arrogancia para ocultar su fanfarronería.

Desolación es el mal buen hombre de la querencia mitológica norteamericana del western. Ladrón y convicto, dista de ser el radiante paladín que describe usualmente el heroísmo. Es un superviviente. Aprendió a serlo: por las malas.

Suerte que DESOLACIÓN WILLIAMS está habituado a
vérselas de todos los colores y activamente echa una mano
para sobrevivir
Carpenter sigue, como Peckinpah, narrando sobre marginados que la Sociedad ha evacuado de sí pero que, sin embargo, conservan su valor existencial, o intrínseco. También son individualistas dispuestos a cometer generosamente el máximo sacrificio por mor de brindar un bien mayor al colectivo.

Parecen recordar(nos) que las apariencias engañan. Nos juzgasteis por el lomo del libro, despreciando indagar sobre su trama. Carpenter pretende criticar la superficialidad de las estructuras sociales, con qué rapidez te etiquetan y, ¡ay!, ese baldón no te lo quita ya nadie. La primera impresión: es irrepetible.

Después sucede algo que demuestra qué errados estábamos respecto a esa persona. Desolación lidera, sugiere el final, la resistencia contra el “invasor” marciano, aliándose con su peor enemigo: Ballard. Hay nexo de unión entrambos: parias del organigrama oficial, eso permite su entendimiento. Hace sus diferencias mínimas-nimias.

Macarradas WARHAMMER para redondear la velada
Que describa Marte-humano como un matriarcado también es detalle significativo: ¿es la Madre Tierra un patriarcado? (Vaya ironía.) Esta tesitura: ¿permite suponer una guerra interplanetaria de sexos en el futuro? ¿O sólo es un giro de la Historia hacia uno de sus comienzos culturales, o consecuencia de una disminución del nacimiento de varones? Siendo ciencia ficción, y teniendo a su disposición un aparato científico espectacular, podemos suponer que la ingenética permitiría un aumento de nacimientos de niños, garantizando la paridad.

Fantasmas de Marte es una socorrida aventura para, pongamos, solventar esas ocasiones en que la programación televisiva no ofrece nada. No es que sea deleznable, ¡qué va! Pero adolece del mordiente de las hazañas de Plissken. A Desolación le faltan tablas. Un hervor, quizás. Apunta maneras, empero.

El más denso y corrosivo heavy metal se instala en Marte
Tal vez, pienso, la causa está en que Plissken es amo único de sus aventuras, dejando hueco a secundarios con distinto atractivo. Desolación debe sacrificar demasiado protagonismo (el que goza Plissken) entre los demás participantes de la cinta. Si hubiese monopolizado la acción, igual otra imagen proyectaría. Quizás.

Vuestro Scriptor.

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