domingo, 22 de marzo de 2015

MADUREZ — EN SU (BREVE) DEFENSA

MIKE MIGNOLA (¡aclamad al dibujante!), un cincuentón
que arrasa... ahora, que es cincuentón
No me importa cumplir años. Cierto que te acercan a los achaques de la edad, pero es también garantía de haber vivido, tenido experiencias (enriquecedoras, amargas, neutras), adquirido sabiduría. Lo importante es tener juvenil espíritu. Saber evitar comportarse como un idiota, guardar las apariencias, no hacer el ridículo.

Estamos empero en época en que madurar es suerte de crimen. Hay quien aún aprovechan la circunstancia para denostar. Vaya injuria que te llamen maduro. ¿Y lo que he vivido, y cuánto sé?, se puede replicar. Y añadir: Poseo más disciplina, manejo de la prosa y el dibujo, que a los veinte, llegado el caso. Eso ha redundado en beneficio y calidad de mi producción. La hace más interesante para los editores. Más dramático sería, por ejemplo, y en una Sociedad tan adolescente, hedonista y sexualizada como la nuestra, que en esa edad de chulear estilo TONY MANERO, un madurito molón te levante la novia, porque su experiencia la ofrece cosas que el impulso juvenil no puede dar. Seducción. Detalles. Labia. Eso hacía MAURICE CHEVALIER en sus pelis, al menos.

STAN LEE, ¡aclamad al astuto! Ahora, en edad muy
madura, está cosechando los éxitos que lleva creando
desde la juventud. ¿Qué es eso, de despreciar a las
personas, por ser maduras; de dónde sale ese instinto?
Pero, eso: ¡nos rigen los anuncios de TV! Muestran una juventud hitleriana triunfadora que arrasa en Wall Street, surfea en Sydney y escala el Everest los fines de semana, triunfando en las discos con cuanta tía se le cruza, y como los de LA FUGA DE LOGAN, a los veintitantos, casca. Lamentable imagen que cala en el colectivo.

Todos esos jóvenes acaban también madurando. Algunos/as lo aprovechamos para crear un CV interesante, tanto laboral como vital. Otros/as que creen que la edad es cosa ajena a ellos/as y jamás les tocará madurar, descubren un día canas en la cabeza y advierten que no tienen nada, ni han hecho nada, en la vida.

Bueno, no pasa nada. Es otra opción. Es más lamentable, empero, que teniendo talento para ser algo, no seas nada. Se desperdicia una vida que pudo contribuir al colectivo de algún modo. No tiene que ser necesariamente curar el cáncer. Una obra de ficción que aporte una hora de diversión, ya es un hito.

Ya hubiera querido dibujar así a los veinte;
a saber cómo lo haría en estos momentos
Hablando, claro, de que tengas talento artístico. Si careces de él, pues nada. Tan digno es un albañil como un abogado o un camarero. Han comprendido las extensiones de sus limitaciones y se ciñen a ellas. (Está luego que la vida te encauce a profesiones distintas a las que desearías cultivar. Pero al menos, inténtalo. Igual hay suerte.)

No: cumplir años, no me importa. Y más cuando compruebo que los profesionales que actualmente crean iconos culturales, que perdurarán, que todo el mundo admira, sigue, venera, son maduros. Siempre ha habido genios que consiguen destacar en la juventud, ¡desde luego! Empero, son rara avis, y la inmensa mayoría nacemos en modestos nidos. Cuesta un poco más destacar, también, si el entorno es adverso. Es nuestro carácter y ambición lo que después nos puede discriminar del resto de la pollada.

Edad. Madurez. Aportan al genio creativo considerable masa de experiencia y talento que los pimpollitos (exceptuemos a los jóvenes genios) no consiguen tener hasta… que son maduros...