domingo, 19 de abril de 2015

RED-INMORTALS-SPEED RACER — DELEZNABLES

Pues prometía más. Pero...
Comentario en verdad dominical y sin mayor importancia que dar una intrascendente opinión coloquial sobre producciones vacuas y relativamente recientes que resultan llamativas por su espectacular nadería, pese a sus ínfulas en sentido contrario.

Aun tiene un tanto de médula el primer título enunciado, y por eso prefiero empezar por él, aunque según consumimos metraje, menos sustancial e interesante se hace. Cae en tópicos envueltos en celofán de otro color para hacernos sentir que estamos ante una novedad y así retenernos en la butaca hasta el the end.

BRUCE WILLIS insufla vida a otro sucedáneo, o alter ego, de JOHN MCCLEANE, al que presta la sutil mueca sardónica que prodiga tanto al malo (no tanto KARL URBAN) como a quienes tiene a su lado/combatiendo con él.

Red comienza prometedoramente; resalta el valor de la madurez y “denuncia” cómo una oleada de jóvenes y ambiciosos burócratas sin escrúpulos y fría determinación de asesinos despiadados reemplaza a los agentes vets. Éstos tienen a su favor su considerable experiencia, la cual les otorga una visión de conjunto tanto más amplia como tolerante.

Cuando el peplum parecía acabado, llega
el hippie ese del sombrero a pinchos y...
Ciertos asuntos no poseen la naturaleza de apoqueclipse que pretenden darle unos informes confeccionados a la medida, no del interés del Gobierno o las necesidades del país, como de los Lobbys refugiados tras letales siglas para seguir alimentándose de las arcas estatales.

‘Inventamos’ enemigos y colocamos pruebas de dudosa calidad para entablar batallas y así sostener un costoso tejido industrial armamentístico (que, a su vez, enriquece a los dueños de tales fábricas) apelando a la seguridad nacional y el terrorismo internacional, ciego e inclemente que, golpeando a los Aliados indiscriminadamente, les obliga a involucrarse en la Santa Cruzada Democratizadora mundial.

Pero Red y sus FANTASTIC FOUR agentes jubilados van quemándose, y la falsa impresión de ser parodia de filmes de espías tipo BOURNE tampoco logra mantener a flote honrosamente esta adaptación de otra novela gráfica. (El cómic, al rescate del parásito cinematográfico. Vaya, vaya.)

Inmortals invita a echar a correr y parar bien lejos sólo para verificar que le diste esquinazo. Es de una fría insustancialidad absoluta. Lo único que mantiene un vago interés por una película carente de él es la mezcla de 300 y FURIA DE TITANES enclaustrada en gélidos escenarios de color desamable y mal interpretada. Bueno, esto es injusto: con caracterizaciones que dejan indiferente.

Mas aún puede ser peor. Esto lo muestra
Estás contemplando al MICKEY ROURKE de la Edad del Bronce tocado con un casco extravagante que recita su parlamento con tediosa monotonía. Persigue esta presunta solemnidad darle a su personaje una contumacia que ese yelmo desmonta del todo/completamente.

Tampoco el héroe de una cinta de corte “homérico” está en situación de surtirte de la ración de catarsis que la industria usualmente proporciona al espectador mediante esas figuras. Dos o tres aciertos, demasiado tenues y aislados, no benefician esta cinta llamativa por eso: su extravagancia. ¿El ejemplo? El panteón olímpico. Sus estrafalarios tocados identificativos.

Speed Racer (otro cómic adaptado) sí demanda correr sin parar jamás. Los HERMANOS WACHOWSKI nos disparan, en plenos morros, un artefacto de brillante colorido psicodélico capaz de quemar las retinas, alimentado por un plantel de actores al que daban cuerda antes de empezar la filmación y consiguen que, a los cincuenta minutos de visionado, busques otra película.

Impactante imagen, mala película.
Es la norma
Casi cualquier cosa es preferible a ver un derroche de SFX y escenarios estrambóticos en un ‘adrenalítico’ sucedáneo de LA CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000 con coches retrofuturistas que compiten por mor de sostener los intereses económicos de un lobby automovilístico.

La saturación cromática de dibujos animados, el nulo corte interpretativo de los actores (¡Cristo, el niño y su mono atacan los nervios!) y las “proezas” de los bólidos, más allá de la (i)lógica de la ficción de este tipo, así como la insustancial trama, fuerzan a abandonar el filme con notable sensación de estrago-y-cansancio.

Para rematar, debería comentar algo sobre el desafortunado “remake” de CONAN, EL BÁRBARO. Pero es domingo. Otro día.