jueves, 20 de octubre de 2016

BASURA — APOQUECLIPSE AMBIENTAL

Portada de una obra profética. Anticipó
el reciente subgénero del
"greenpunk"
De Basura quiero destacar su poderoso mensaje político antipopulista. También el cómic sirve para eso: transmitir. Concienciar. Cierto es, y el cine, el parásito real, está demostrándolo, la vertiente lúdica, sea humorística, o fantástica, o superheroica, del tebeo es más trascendental de entrada. Y justo es admitir que los beneficios que genera así (otra historia es su desigual reparto, que pocas veces reporta lo debido a los creadores) es lo que permite subsistir al medio, así como permite posibilidad que historias ‘más maduras’, o ‘responsables’, como ésta, vean la luz.

So pretexto de un colapso ecológico masivo, el relato centrado en el cono sur americano (de donde proceden los autores de esta novela gráfica), se dispara contra el contaminante consumismo inconsciente, contra los populismos surgidos del trato discriminatorio y contra los personajes encumbrados que, con el paso del tiempo, para sostenerse en su burbuja privilegiada, han empezado a sacralizar una serie de conceptos, estableciendo restrictivos rituales “divinos”. Esto también se deplora, cómo se abusa de la fe de las personas para someterlas y proporcionarles un justo/necesario castigo si transgreden no sé cuántas y cada vez más numerosas normas.

Un ambiente tan tóxico que hasta el Sol se
vuelve acontecimiento que vaticina
Sucede, para dar cuerpo a esta parábola, que uno de esos privilegiados (todo de blanco, con mascarilla respiratoria aun dentro de los confines depurados de sus domos) comete una infracción (en su mundo, ya digo, cualquier cosa puede valorarse crimen) y le condenan a desterrarle al inmenso vertedero exterior. Ahí vivaquea la humanidad que no ha tenido tanta suerte, que debe contentarse con el despojo que una descontrolada cultura de consumo, muerta por esa misma causa, ha arrojado al resto del mundo.

Dos hermanos, acostumbrados a vivir en estos y de estos desechos, admirando desde lejos unos bloques blindados donde habitan “Los Altos”, con cierta fuerza tanto militar como policial entre los habitantes del basural, recogen al deportado. El ambiente es tan tóxico que una simple inspiración casi logra matarlo. Pero consiguen salvarle. Lo cual terminará siendo mala cosa para estos desamparados vecinos del vertedero.

Este juicio desencadenará un trágico
equívoco en el vertedero mundial
De inmediato el deportado, a quien los obtusos tribalismos supersticiosos de esa gente identifican como El Elegido (confundido, por su inmaculado atuendo, con “El Blanco”, idealización celeste de un Mesías —basada en el muñeco de Michelín— que reparta justicia y pureza al colapsado planeta) intuye potencial bélico entre quienes le rodean. Con artera deliberación, aumenta su irritación, se aprovecha de su desesperación, malea sus creencias, induciéndoles al combate… estrategia que enmascara su intención de regresar a su esterilizado ambiente purificado. Aunque, esta vez, desde un estatus de privilegios que antaño no poseía.

Conociendo las debilidades del entramado urbano natal, golpea el Talón de Aquiles de su (moribunda) civilización. Revierte toda la porquería que genera a la ciudad, esparciéndola por sus saneadas avenidas blancas. Obtenido un acuerdo con sus jueces, despega de vuelta. Bajo falsa promesa de negociar mejoras, se desentiende totalmente de la fuerza que le aupó, abandonándola sin reparos. 

Privilegiadas plazas hasta en esta
salvaje degradación ambiental
Los autores sugieren: Debemos tener cuidado con los que nos prometen, en base a nuestras necesidades imperiosas, remediarlas. Pueden perseguir unas egoístas ventajas personales que saben camuflar de solidaridad con el que sufre, que está ansiando oír que alguien le aliviará. Pensemos.

El dibujo de JUAN GIMÉNEZ acentúa más el mensaje puesto por escrito; impone reflexión, ternura, con el drama de los personajes principales, y su estilo ahonda todavía más la miseria a la que un desprecio acusado por nuestro medioambiente les ha condenado a vivir, esperando remedio en vano, acabando víctimas de un desaprensivo que se dice “su amigo” y explota imaginativo ciertas consignas y blasones tradicionales para beneficio personal. En resumen: Basura es de esas laudables obras ‘menores’ que terminan haciéndose mayores. Inducen metáfora. Reflexión. Comentario.