miércoles, 26 de octubre de 2016

GRAN TORINO — O LA ‘DESCOMPOSICIÓN’ DE NORTEAMÉRICA

Un hombre debe defender su coche y
su casa con un rifle potente, ajá, sí. El
afiche lo demuestra
Una clave del cyberpunk es la globalización, el fin de las fronteras, el cambio de roles de poder, el mestizaje cultural y étnico. De modo tangencial, esto anima este filme de CLINT EASTWOOD, centrando en las vivencias de un vet de Corea, jubilado, viudo, que resiste en su casa de toda la vida (como el protagonista de SOY LEYENDA, novela con la que también podemos comparar esta cinta, pues WALT KOWALSKY parece a NEVILLE en que se siente rodeado de chupasangres procedentes del extranjero), avinagrado al ver cómo el mundo se mueve… a peor. Se la tiene, además, jurada a Dios.

Es la segunda vez que Eastwood exhibe reto con el Altísimo; lo hizo en MILLION DOLLAR BABY y aquí dirige duras críticas al bien intencionado reverendo de su parroquia, que intenta entenderle según sigue fiel a la fe. Los curas tienen un interruptor en los sesos: cuanto pasa es porque Dios tiene un Plan y hay que aceptarlo. Los misteriosos caminos del Señor y todo eso. Cuando muramos, lo sabremos todo.

El ocioso rey del mundo contempla desde su porche cómo
un mundo en apariencia inmutable desaparece aprisa
¡Vaya vaina! Porque las cosas cuentan ahora. Es su forma de escapar de la realidad y exculpar al Todopoderoso. Les evita sentirse hipócritas, estúpidos, cegándoles ante los desmanes que Dios podría detener con mínimo-nimio gesto del meñique. (O así nos adoctrinaron en el cole.) Empero no quiere. Hay Un Plan En Todo, Y…

Kowalsky habita su hogar (pulcro comparado con el de sus vecinos asiáticos) mirando cómo se corrompe un planeta ordenado bajo las indestructibles barras y estrellas. El mal procede allende las costas norteamericanas. De paganos de ojos rasgados con rituales exóticos con los que acaba comulgando pese a su inicial resistencia.

Siempre ha habido pintas; pero estos mendas se llevan la
palma. ¿Y ésto debe reemplazarnos, gestionar el planeta?
Pasea por un barrio en mutación; aunque no para mejor. El intercambio cultural y étnico demuestra no ser eso bondadoso que progresistas un tanto ofuscados predican. Así, ve cómo pandilleros negros asedian a la vecina coreana mientras miembros de esa familia acosan al tímido chaval con el que Walt termina congeniando. El mensaje no es tanto que de afuera traen problemas como que éstos son internacionales. Sólo cambia el idioma como se plantean.

Kowalsky razona que su país está desintegrándose. Las nuevas generaciones no sienten ese fervor patriótico de su propia juventud, y los inmigrantes parecen indispuestos a devolver el favor del asilo comportándose decentemente. Los valores están subvertidos; o no tienen fuerza. Todo se critica. Todo es deleznable. ¿Cuánto más puede resistir una Sociedad en esas caóticas condiciones?

Desunido de sus hijos, en los vecinos asiáticos
termina encontrando los lazos fraternales que, por linaje,
deberían prestarle los suyos. Lo que son las cosas
Ese problema está socavando Occidente. No sostiene valores del ayer porque, en varios casos, causaron lío. Aceptar extranjeros en nuestro país se estima un premio moral. Sin embargo, algunos vienen a expoliar el Sistema y burlarse, agresivos, de nosotros. Respeto e integración, solicitamos. Nadie les pide caigan de rodillas para adorarnos. El vecindario de Walt le detesta por ser blanco, por residir allí; la abuela de sus vecinos, en coreano, le insta abandone el barrio. ¿Qué pinta en él?

Existe cierta mitificación del inmigrante; creemos que no tienen sentimientos racistas u hostiles. Pero sí. Y más acusados de lo que pensamos. Generalizar es peligroso, desde luego. Aunque habría que considerar que hay inmigrantes que pretenden imponernos sus costumbres erradicando las nuestras, que desprecian. Y lo hacen porque hay un instinto de sobreprotección discriminatorio que algunas personas aplican sin vacilar.

El último día de HARRY EL SUCIO. Vaya con Dios
Eastwood está de despedidas; en Gran Torino dice adiós a DIRTY HARRY, como en SIN PERDÓN enterró al pistolero sin nombre de LEONE, o en Million Dollar Baby su faceta de duro incuestionable.

Drama sobre la vejez y los vínculos familiares rotos, también induce reflexión sobre la decadencia occidental y las presuntas ‘bondades’ que aportan los inmigrantes.