viernes, 26 de febrero de 2016

HELLBOY (FILME) — SEMILLA DEL APOQUECLIPSE

Afiche; cómo no: DREW STRUZAN
El realizador mejicano GUILLERMO DEL TORO, confeso fan de los cómics, y sobre todo del que anima en fotogramas, intenta crear un retrato fiel del personaje ideado por MIKE MIGNOLA (con ayuda de JOHN BYRNE) y que genera tanta apasionada repulsión como adicción. RON PERLMAN, embutido en una aparatosa superestructura de látex, encarna a Hellboy, moviéndose por todo el proscenio salvando gatitos.

Aunque Hellboy no trabaja solo, pues está integrado en un cuerpo secreto de defensa paranormal norteamericano (LOS CAZAFANTASMAS, pero en gubernamental; por tanto, todo velado por el secretismo oficial y las paranoias adjuntas de quienes intentan salvar el mundo día-a-día evitando salir en los telediarios), organización bastante detallada en el filme, cuando mejor trabaja Hellboy es solo.

Figuras tan exóticas como ABE SAPIENS, o LIZ SHERMAN, colocados ahí para humanizar a Hellboy, generando de paso ese merchandising que enfebrece al pintoresco colectivo coleccionista freakie, en mi opinión lastran al personaje. Y no molan. Son un obstáculo, pese a su ‘elegante función’ de rehenes para que el héroe se luzca en un momento dado. Carecen del carisma de Hellboy. Verlos en pantalla… confirma que ralentizan. Demoran. Si, de por sí, el cómic tiende a la lentitud para ganar suspense y atmósfera, que concedan tiempo a secundarios “poco agraciados” empobrece la cinta.

RASPUTÍN flipándolo con su guante steampunk de hacer
la puñeta cósmica
Y no creo que se deba al poderoso y triunfal individualismo que la ficción lleva, desde siempre, empotrándonos en los sesos. ¡Son estorbos, puñetas! Los individualistas de la clase de Hellboy, que también sufren su copiosa manta de agresiones, físicas, verbales y/o emocionales, como el común de los mortales, nosotros, terminan venciéndolas. Y nos dan esperanzador ejemplo de resistencia.

Poseen acero, ¡MÁS ACERO!, ahí dentro, y del cual tiran para imponerse y lanzarnos el inequívoco mensaje de que, chaval, ¡tú también puedes! Nos adoctrinan para ser fuertes, lograr metas, coronar cumbres escarpadas, conquistar adversidades, ajá, sí, y dormir plácidamente después.

Todos estos apalancados (y algunos más) viven del cuento
de HELLBOY (el rojo del centro), Dicen ayudarle a algo
La vida real… no es así. Terminamos necesitando apoyo. A veces, la fuerza procede de un amable consejo, o una maternal palabra dulce, enunciada por quien carece de los poderosos músculos de Hellboy. El mensaje subliminal de Hellboy (por ejemplo), de vencer sin importar cuál sea la adversidad y el coste, se desvirtúa, se cuartea. El individualista queda de puta madre magistral en ficción. Tienta a ser imitado, ¡por supuesto! Nuestra pobre carne mortal requiere, sin embargo, del árnica de la solidaridad y la comprensión con bastante frecuencia.

Mas Hellboy es ignífugo; puede enfrentarse a aberrantes criaturas del Remoto Pasado, o aun realidades paralelas sanguinarias, superando el trance con relativa dificultad. ¡Qué envidia!

No todo son hostiar bestias apoqueclípticas o malditas;
hay ratitos para el flirteo, no crean ustedes
Esa parte del filme, que tanto apela a lo ilustrado por Mignola, a su vez sustentado en los “delirios” fantabulosos de H.P. LOVECRAFT sobre titánicos astronautas con facultades sobrenaturales, desluce un tanto el resultado. Ves actores embutidos en corazas de látex que, por todo parlamento, gruñen (¿por qué? ¿No tienen idioma? ¿Por qué deben mugir, si luego resultan ser altos duques del Huerco?), y que se mueven por el set con torpeza, destruyendo así toda ilusión de “monstruosidad”.

Hellboy no es expeditivo exterminándolos. Del Toro “se recrea” permitiendo al bruto ‘sobrenatural’ amontonar víctimas y daños, impidiendo a Hellboy proceder rápido (lo suyo), pues ingeniar el chiste estilo JOHN MCCLEANE antes del tiro de gracia parece prioritario para Hellboy.

Peculiares personajes nazis ayudan a Rasputín en su
cruzada por destruirnos
Hellboy se esfuerza, en la cinta, en impedir el Fin del Milenio que liberará al Dragón, trágico suceso subvencionado por nazis adictos a una causa, no obstante, distinta al Reich Milenario proclamado por la fastuosa y rimbombante Propaganda nacional-socialista. Los hechizó Rasputín, y sirven en su particular cruzada para destruir nuestro pequeño mundo y edificar sobre su escombrera algo mejor. Para Rasputín, suponemos.

Qué personajes, los nazis. Han terminado como fuente de anécdotas e historias que caminan bien o descarrilan del todo. En Hellboy son semilla de destrucción, gerentes de un apoqueclipse bastante resultón y creíble. Todas esas máquinas de sesgo steampunk y conjuros raros. Les dignifican. En producciones menos cuidadas, o sólo pensadas para obtener algún beneficio rápido, son recurso payaso, estereotipado, que ¡asombroso!, insulta al espectador por su burda y maniquea recreación.

El singular destino de Hellboy es ser llave maestra de
nuestra extinció. (Bien puestos se los pusieron, por cierto)
Del Toro empero ofrece un filme interesante (en lo visual, ante todo) y adecuadamente servido para el esparcimiento. Tanto, como para patrocinar secuela mucho más elaborada (otra vez: desde lo visual) que esta primera entrega. Su mayor virtud: salva con competencia esa franja horaria que destinamos al esparcimiento.

Como apunte final, cuan ociosa digresión, señalo que, distinto a otros regidores, más encastrados en la “arrogante” dignidad que puedan aportar “los clásicos”, del Toro ve en la historieta un generoso caudal cultural fluente en argumentos sólidos para el cine. El clasismo habitual de la “alta escuela” reniega del medio con una emoción que recuerda al miedo, el de que el público descubra que todo su jactancioso artificio es oropel, y reniegue de ellos. Así que mejor masacran al cómic, salvando su erudición.

miércoles, 24 de febrero de 2016

400.000 VISITAS — AVALAN UNA HISTORIA DE LA FRONTERA

La captura de pantalla no miente. Y, lo mejor,
¡quedan menos para los quinientos mil!
Seis años casi de “emisión” se remarcan con la cantidad de casi medio millón (un número grande) de visitantes que han pasado por aquí por una u otra razón. La mayoría porque han visto algo interesante (¡aun culto!) en los disparates críticos que suelo escribir para regocijo de todos, y porque poseyendo el derecho, y habilidad para hacerlo, los estampo en la inmensa imprenta de internet.

Durante este periodo han sucedido cosas. Novelas publicadas. Autopublicadas. Novela fantasma publicada. Transformación laboral y estilística. En un plano personal, grandiosas novedades: ¡internacionalización! Aunque a veces me he descolgado con algunas cítricas opiniones personales distintas a lo que estimé principal objetivo de este blog (ventana promocional de mi trabajo, inicialmente el literario; luego el gráfico, a menor escala, compartido con su blog hermano), la mayoría de entradas expresan mi criterio, particular y quizás transferible, sobre textos, filmes y cómics, algo que continuaba la dilatada colaboración con TEBEOSFERA, donde me fogueara afortunadamente, pues conté con buenos maestros.

Por aquí vendrán novedades.
Importantes
Quizás, ya reseñé anteriormente, haya ralentizado algo la renovación de entradas. ¡Hay trabajo que hacer! Me ocupan ambiciosos proyectos con ramificaciones más extendidas de lo aparente. Y requieren tiempo. Lo reconozco: BIANCA BLAZE es exigente, pero lo compensa el altamente grato-y-satisfactorio resultado.

Me honra, sobre todo, que un decano espacio como SITIO DE CIENCIA FICCIÓN reproduzca algunos de los artículos aquí aparecidos. Eso indica que, ciertamente, tienen alguna chicha ‘nutritiva’. Así que, tan mal, ¡no debo estar haciéndolo!

Hay un aspecto negativo: mantener un blog tiene cierta tiranía. Debes estar por él. Y más si tienes un CV como el mío. Debes demostrar que hay algo que justifique tu reputación (literaria-gráfica). Se manifiesta este sometimiento en jornadas como las que estoy viviendo ahora. Falta el tiempo. Y las prisas, a veces, cometen fallos que no  debieron escribirse. Si dispusiera de otro momento para otra corrección…

Pero cuando contemplo esa cifra, cuatrocientos mil… Un leve escalofrrrío transita mi columna vertebral. Es indicativo de que, sí, muchacho, lo has hecho (o continúas) bien. Lo que ahora importa: mejorarlo.

sábado, 20 de febrero de 2016

HELLBOY (CÓMIC) — DETECTIVE PARA-SOBRE-NATURAL

El texto es amplia valoración del personaje
No. Esta no es la usual serie de acción, algo loca, que impera en el mainstream. Hellboy (ANNUNG UN RAMA en su villa) se asemeja al RICK DECKARD de BLADE RUNNER, paseando su abrigo por los salones más decadentes de cualquier castillo encantado que, en realidad, enmascara, más que sepulta, las ruinas colosales de un culto anterior al Hombre (comidilla sutil arrancada a los MITOS DE CTHULUH de H.P. LOVECRAFT, con alguna “colaboración” de las teorías de VON DÄNNIKEN), cuando nos consideraban iguales a otras criaturas habituales del holocausto.

Hellboy procede de esos evos, aunque por alguna dislocación cuántica, o mágica, su presencia entre nosotros es mucho más actual. Pero no se siente de la estirpe que debe barrenos de la Historia del Cosmos y el Tiempo para entronizar a inconcebibles seres que rozan una especie de divinidad y gobernar las galaxias con un carácter que se nos antoja despótico.

Pese a lo esquemático de la línea de
MIGNOLA, se aprecia una urdimbre
barroca digna de las leyendas que,
sui géneris, investiga HELLBOY
MIKE MIGNOLA, co-creador del personaje (pues algo añadió JOHN BYRNE al concepto), ilustra las aventuras del singular demonio con un esquemático estilo impactante, ampliamente efectivo, que es imitado por otras firmas. Mignola ha ido resumiendo su línea “primigenia”, que podemos verificar en IRONWOLF, más cerca de NEAL ADAMS, o HOWARD CHAYKIN, más ‘realistas’, para buscar una expresividad que obliga al lector a desear leer las andanzas del “sujeto de rojo” de corrido.

Hellboy es un personaje que suscita cierta polémica; algunos lo encuentran insoportablemente aburrido por mor de su ‘lentitud’, algo que no le veo. Abundan los momentos dinámicos, y el trazo realza lo dramático del suceso. Desde aquél Semilla de Destrucción (que sugiere ser arriesgado experimento que coció bien), Annung Un Rama ha ido desbrozando las maquinaciones de RASPUTÍN, quien, con la ayuda de desaforados espiritistas nazis, de ambigua lealtad al III Reich, logró materializar a esta asombrosa criatura en nuestro conmocionado ancho mundo.

A partir de ahí, Mignola ha ido construyendo una especie de catedral en torno a la idea fatalista de que Hellboy porta la llave de nuestra extinción: su singular mano derecha pétrea. Rasputín la codicia para provocar un irrevocable Fin del Milenio, que pondrá al mando a esos seres con tentáculos de factura Lovecraft.

¿Cómo que Hellboy es un cómic lento
y aburrido? ¡Acción! ¿Lo veis?
Esa columna vertebral se recubre de subtramas, que incluyen el humor, basadas en un rico folclore sobrenatural internacional, narrándolas ora con leve ironía, o ceñidas al tremendismo de la idea principal. Su génesis flamígera, vista con perspectiva desde el tomo La isla, apuntala el que Semilla de Destrucción iba a ser un one shot aventurero, a ver si hay suerte y ganamos unos pavos extras. Igual, hasta podemos publicar un par de números más.

Hellboy surge en ese momento de “ruptura” con las majors (DC COMICS, MARVEL COMICS) y la efusión de independientes (IMAGE, DARK HORSE), que pretendían aportar aires nuevos de renovación/rebelión/regeneración a las viñetas, explorando “nuevas” formas de expresión, de contar, de imaginar personajes.

Las estructuras ‘caducas’ de las majors no podían perpetuarse. Los mejores dibujantes corrieron el riesgo y montaron sus sellos editoriales esperando obtener una tajada más grande del pastel de las tiendas de cómics, y un respeto que las majors no solían darles. La jugada, al menos con Hellboy, funcionó. Pero, de esa “sublevación”, hubo otros creadores cuyos resultados fueron más difusos, aun pobres, pues se limitaron a copiar iconos clásicos, como SUPERMAN, BATMAN o X-MEN.

Y humor también impregna estas viñetas
Al margen de esa parafernalia de emulación de los superhéroes (porque en el fondo, eso era: copia, que sugería que el dibujante “padre de la idea” tenía planeada cierta saga para X-Men, que el editor vetó, y el autor cogió el rebote, montó su independiente, publicó “su saga”, y quince números después, agotado, sin ideas, sin más pretendido impulso renovador, cancelaba la serie), Hellboy merodeó catacumbas y sepulcros en busca del terrible trasgo que inquietaba a la cercana población indefensa.

Sobre todo esto planea, persistente, la idea milenarista de liberación del DRAGÓN deseada por Rasputín (con cada derrota, cada vez más desleído, más borroso, menos influyente), leal siervo de esas voluntades de Lovecraft enclaustradas en fundas rocosas transparentes desde Dios sabrá cuándo. Semilla de destrucción contiene un elemento extraño: alienígenas, que reaparecerán en EL GUSANO VENCEDOR, donde gran parte del plan de exterminio humano y sus secuelas es revelado. Empero, ese regusto a X-FILES no encaja. Hellboy tiene una línea “paranormal” de acción.

Y el terror nazi (satirizado): que no
falte
Y por suculenta que, de entrada, parezca la idea de combinar elementos tan dispares y a ver cómo se articulan, sigue siendo engranaje chirriante que, afortunadamente, supo Mignola eliminar de la trama. Aparenta ser una sugerencia de Byrne, como una forma de enlazar mitologías de cómic “clásicas” que aquietaran al lector, sedado a base de esas ocurrencias.

Peor suerte tuvo Hellboy con los crossovers, que Mignola admite fueron experiencia negativa. Pero bueno: por menos, ha muerto gente. Y parece ser que Mignola no piensa repetir ese error.

Más aún: Hellboy avanza, en solitario, en constante progresión.

martes, 16 de febrero de 2016

LA CAÍDA DE BABILONIA – CIUDAD DE ANUBIS/1 — EN VENTA

A ver si esta imagen ya es un buen gancho
Según parece, el mejor momento para lanzar una novela es durante el apogeo del tema que trata, pudiendo causar saturación, pasando, por tanto, inadvertido, o cuando la oleada ha pasado.

Habrá quien critique tu oportunismo, cosa por otra parte normal y aun comercialmente necesaria. Pero es que los escritores o rompen moldes con su obra, que parezca insólita, novedosa, o procuran beber de las fuentes descubiertas por algún “intrépido explorador” (o que sólo fue tocado por el veleidoso capricho del editor, o el marketing) porque, qué quieren ustedes que les diga: ¡intentamos vivir de esto!

Pura ciencia ficción. Empero, siempre existe la posibilidad de ganarse algunos dinerillos, nunca de más, y la probabilidad de caer en gracia al populux lector.

Pienso que ha llegado el momento de lanzar esta novela serializada, esperando rendir homenaje al tiempo en que las publicaciones salían así, para mantener en vilo al lector. Se está perdiendo el gusto por el suspense, por el “continuará”, en esta era electrónica de lo inmediato, el email, la información total, en brutal cantidad, que de continuo insta a obtener mayores dosis Mayores Dosis MAYORES DOSIS ¡ya! Como una droga.

Los protagonistas. Y ambos tienen mucho que contar,
juntos o por separado
Esta va de zombis. Por eso empiezo la entrada resaltando la conveniencia y los tiempos: la ‘moda’, felizmente, ¡ha pasado! Puedes destacar presentando un relato inesperadamente original. Pero, quiero aclarar, son “mis” zombis. Cualquiera inmerso en mi literatura ya puede intuir a qué me refiero. Si, a modo, he “innovado” (¡mucho sería eso!) el sword-against-sorcery y el ucrosteampunk con LA ROCA TARPEYA, o el pulp-space opera con la colección PÁRAMOS DE MARSOON, podéis esperar otro giro ingenioso con “la situación”.

Con Ciudad de Anubis no he querido parodiar nada. Sí machacar. Realizar un bombardeo malo y de verdad. Masacrar. No dejar títere con cabeza, desollando estereotipos que han popularizado tan infame subgénero. ¿O debería describirlo corrupto subgénero? Pero, repito, desde mi óptica y estilo narrativo. Porque había qué contar, además, y debía hacerse del mejor, rico e incisivo modo posible.

Lo de los zombis, por otra parte, tiene cojones. Carne corrupta vagando por ahí, ¡y logrando desmoronar la Civilización entera! No se trata de una pandemia con efectos extraños e histéricos de canibalismo y violencia desnuda. Son muertos que se caen a pedazos. Envueltos en nauseabundos halos de pestilencia. Cubiertos de vermes. ¿Eso puede truncar nuestra Sociedad? ¿La de los creadores del napalm y la Bomba-H? ¿No poseemos recursos militares capaces de borrarlos de la faz del ancho mundo?

¡Arrasando, aplastando, machacando!
No obstante, Ciudad de Anubis no va de eso. Es lo habitual. Lo que se espera. Quiero destacar su relato sobre la camaradería, la confianza, la venganza y sus extremos. Como siempre, procuré realizar un vívido y recordable análisis psicológico de los protagonistas. Sobre los excesos o virtudes de la Babilonia que ha caído…, me permitiré invitaros a descubrirla por vosotros mismos.

No diré nada tan ampuloso como que “los zombis no volverán a ser lo mismo” porque no lo he pretendido. Sí confeccionar una sólida narración entretenida. Estimular saber qué pasará después. Y, si es posible, conmover con el drama de uno de sus actores.

viernes, 12 de febrero de 2016

ROMERO EL CAMIONERO Nº 6 — DISPONIBLE

La portada. Romero: siempre
cabreado
Nuevamente me congratula anunciar la aparición de una obra del constante autor ALEJANDRO BARBA, que nos deslumbrara con la biolocalización sobre ALAN MOORE, libro completo y ameno que recoge las razonadas disertaciones de Alejandro sobre su escritor preferido y aparecidas (si bien recuerdo; la edad…) en el e-zine EMBRYO.

El protagonista de estas aventuras gráficas, Romero, se las ve y desea en un entorno hostil (y contra personajes igual de abrasivos) que, no obstante, sale de algunas experiencias vitales de Alejandro. Obviamente, nuestro amigo no combate a hostias ratas gigantes ni cosas parecidas; en primer lugar porque ¡las ratas gigantes no existen! Se refiere a que la coherencia que Romero muestra es decantada de anécdotas suyas.

Eso es bueno: hace al personaje mejor, creíble, dentro del entorno fantabuloso donde se desenvuelve. Y para el autor también tiene solución de catarsis; sublima problemas que, de otro modo, podrían encallarse dentro, emponzoñándose, y causar permanente malestar.

No me extraña esté de mala gaita, dado el
ambiente donde pretende aparcar el camión
Volcadas en las viñetas, se libera uno de ese estrés. Y el que una cierta vivencia puede trasladarse a este ámbito de ficción,  dándole un giro cómico, o dramático, hace otra vez la labor de consolidar tanto al personaje como al marco donde opera.

Poco a poco, Alejandro va cimentando su Stravagarius de ficción que, empero, sale de alguna parte. Todo empezamos emulando. Paparruchas para quien diga lo contrario, se empeñe en ser “original” en todo. Mas llega un momento, ajá, sí, en que esto empieza a ser tuyo. La ‘copia’ del principio se torna entonces homenaje a algo querido del que se tomaron algunas semillas. Y la mejor manera de demostrarle respeto está tanto en la continuación del trabajo emprendido como en la (auto)evolución que manifiesta.

Éxito, venta y reseñas positivas, Alejandro. Las mereces. Por buen artesano y responsable trabajador.

Más información:

domingo, 7 de febrero de 2016

MEGAMIND — CUANTO TODOS NECESITAN ES AMOR

Afiche de un filme repleto de aciertos y
amable homenaje al cómic y sus tramoyas
Desde un divertido ángulo luminoso, paródico, esta producción animada refleja, a modo, cuanto consignaron ALAN MOORE y BRIAN BOLLAND en LA BROMA ASESINA. Sin embargo, ¿cuántos espectadores, ‘no iniciados’ en el tebeo, podrían notar tal influencia? Ninguno.

Presencian una amena cinta de animación (forma ingeniosa de ganar público —para recuperar la costosa inversión: ampliando el delta de audiencia—. Los padres piensan: Ah, es de dibujitos. Será inofensiva —en este caso, sí. Cuanto más, Megamind puede provocar el amor de los chiquillos por las viñetas—. Veámosla.) donde los roles están invertidos. El malo tiene algo que decir distinto a la grandilocuente diatriba histérica sobre por qué debe gobernarnos.

Se ilustra un ser víctima de encasillamientos y discriminación selectiva, prejuicios por proceder de un entorno donde Megamind, sin otras influencias que le permitan hacer contrastes, se siente naturalizado, como también un bufón desesperado por la noción de que no puede cambiar de vida aunque lo desee. Está etiquetado (en su caso, fichado por la policía). Ergo: hago el Mal.

El bebé que escapa del trágico destino de su mundo. Giro
interesante respecto al
habitual de SUPERMAN. Y la que
le espera, debido a su apariencia
Destaca de Megamind (y, cuidado: es la historia que él cuenta. Puede estar plagada de edulcorados, convincentes y conmovedores embustes para que simpaticemos con él y, una vez baja la guardia, POW!, ¡pegar en lo vivo!) el mensaje de que se ‘criminaliza’ al diferente sólo por tener apariencia distinta.

Su opuesto es el habitual cameo de SUPERMAN, aunque éste esté más cerca de SUPREME, aun ELVIS, que del paciente kryptoniano siempre emulado/parodiado. El apuesto opuesto (el Cosmos al parecer funciona así: con relaciones ying-yang) es la perfecta estampa eugenésica nazi. Encandila con su viril hermosura y su dechado de virtudes, puestas al servicio de la Humanidad-en-peligro.

Su opuesto-apuesto, ampliamente amado por la masa,
debido a su atractivo, en lo que aparenta ser su última
aparición pública
Megamind, bien pronto situado en un rol que sospecha no es el suyo propio (sus padres le transmitieron cierto mensaje cuyo final no oyó, y podría orientar su vida), sufre el rechazo y desprecio de sus compañeros de clase y de su opuesto apuesto, que no ve que el entorno ha colocado una máscara a Megamind, impidiéndole manifestar su auténtico ser. No sabe, o quiere, por egoístas intereses de adoración popular, penetrar ese velo. Le viene bien un archivillano que le endiose.

Así, aceptando ser considerado respecto a las apariencias y sórdidas habladurías, Megamind surte al mundo que lo discrimina de tantas raciones de terror como pida. Claro: el apuesto-opuesto tumba todas sus iniciativas vengadoras. Se establece un eterno duelo, juego donde las de ganar siempre las lleva el favorito del populux.

Y, andando de referencias, que no falten ni el acólito ni
la sagaz LOIS LANE que persigue la gran noticia
[Los superhéroes nunca, a efectos del hedonista afecto de la masa, han tenido presente la importancia del supervillano. BATMAN, sin JOKER, sólo sería un fetichista noctámbulo con traje extravagante que da o recibe palizas. Su siniestro contrapunto, Joker, es quien le engrandece, volviéndolo valioso para la Sociedad que protege, siempre víctima/rehén del villano de turno.]

MARVEL introdujo lo de que los supervillanos son narcisistas peligrosos aunque inofensivos que hacen el Mal porque los superhéroes “les provocan”. Pretenden emularles, pero desde el Reverso Tenebroso. ¡Irrisorio argumento!, pues gente como AMON GOETZ no necesitan pretextos para matar judíos. Nacen con propensión a dañar. Pero ese argumento, exculpatorio de nuestras responsabilidades, es bastante popular. Cala, incluso en nuestra Sociedad, donde cuenta con adeptos.

¡Victoria! Pero ¿cómo llenamos el vacío que produce el
triunfo? Para otra cosa, MEGAMIND no se veía, sino
para perder eternos duelos contra su rrival
Megamind se transforma en el narcisista peligroso en respuesta al cliché social que esperan encarne. No por gusto. Su rival sí evidencia un hedonismo rampante; ¿no le premian inaugurándole un museo colosal? Ambos, empero, terminan descubriendo que son víctimas/rehenes de estereotipos sociales que les impiden madurar. Esclavos de sentimientos tribales de la masa, surgidos de prejuicios antiguos, y a los que deciden escapar con distinta suerte.

Se disfruta más Megaming, obviamente su médula, si conoces la procedencia de los numerosos guiños que hace, en clave homenaje mordaz, al tebeo: la fortaleza de soledad, el museo, la guarida del villano, su acólito, la parafernalia bélica para derrotar al héroe… y la LOIS LANE de turno, que termina enamorando/enamorándose del malo.

Entre otras cosas, Megamind descubre emociones que no
pensaba tuviese. Y este rechazo le duele considerablemente
Descubre su alma. Empieza a comprenderle. Qué víctima es de maniqueas concepciones. Aun de su apariencia física (la de un enemigo de HULK, por cierto: EL JEFE). Y como el amor cambia, Megamind se transforma, deseando mejorar. Tal vez sea eso lo que necesitan muchos villanos para “neutralizarse”: ¡una buena, duradera y sana relación sentimental!

TITAN, un desesperado plan para combatir el tedio. Un
narcisista de baja autoestima con poderes divinos. Mal
cóctel: aumenta su engreimiento de nuncanada
Pero la inmensa mayoría de ellos son sombrías marionetas de identidad borrosa. Clichés. Estereotipos. Malcarados de baja autoestima que desean ser amados causando sufrimiento. En verdad, no quieren amor, sino dominar a los de su entorno para que deban estar por él constantemente. Y, si no lo hacen, le ignoran, ¡agreden! En algunos casos, el estrafalario disfraz lo suple una sórdida ‘biografía’ repleta de patrañas destinadas a lograr esa atención ajena. No obteniéndola por ese medio: hiere. Acosa. Amenaza. Así sí consigue le presten atención.

Pero, bueno. De Megaming no debemos esperar más que un decente y competente entretenimiento. Por tanto, ¡a disfrutarlo!