viernes, 14 de noviembre de 2025

LOS INTOCABLES — SEGÚN ELIOT NESS (Y OSCAR FRALEY)

 

Sirva esta portada (aunque los
autores sean otros) porque el
resto es bastante decepcionante

Si en algo insiste Eliot Ness (mediante mecanografiado de Oscar Fraley) es que AL CAPONE era el cruel Enemigo Público Número Uno de Estados Unidos, reinando en Chicago. Disponía muertes a mansalva y brutalidades varias, ejecutadas por un selecto grupo de asesinos con variopintos alias. Tan peligroso era Capone que los Intocables (una decena, no cuatro, como en la película —no sé cuántos serían en la teleserie protagonizada por RICHARD STACK—) le descosían las principales fuentes de ingresos ilegales mediante la producción y venta de cerveza y permitió hicieran largo tiempo, sin perceptibles represalias.

Repito (en consonancia al texto): Capone se gloriaba de eliminar a cualquiera que atentase contra sus ingresos, o fuese competencia, de fría forma expeditiva (o a sangre caliente, como cuando reventó la cabeza a un sicario con un bate de béisbol —episodio visto en la cinta de BRIAN DE PALMA—), mas ahí están Ness y sus Intocables cerrándole casi todas las semanas garitos y destilerías, causándole pérdidas de cientos de miles de dólares, y, eso: nada. (Amén de las fianzas de sus soldados arrestados.)

Capítulo tras capítulo, Ness nos alarma con la inmanente amenaza sobre su vida y sus hombres que suponen Capone y sus sayones, siempre acechados por malcarados oriundos aun de fuera de Chicago para ver cómo madrugárselos, siempre recordándonos que cualquiera que sise un centavo a Capone, ¡acaba mal! Y pese a arruinarle sin tregua, la fiera amenaza Capone inerte.

El histórico ELIOT NESS; FRALEY no
cuenta que fracasó a la hora de enjaular
a delincuentes como DILLINGER o
PRETTY BOY FLOYD. Durante la
Segunda Guerra Mundial lo pusieron
a supervisar enfermedades venéreas en
el Ejército. Vaya mérito para un héroe


Gruñe, patalea, amenaza… empero no envía a sus más infalibles sicarios (como FRANK NITTY) a darle matarile a los Intocables. Primero porque, como cuando el cruzado Ness empieza a intervenir, Capone está entre rejas (cumplía un año por tenencia ilícita de armas), su todopoderosa banda no se atrevía a actuar porque querían órdenes directas de SCARFACE. Cumplida condena, Capone (rabietas y amenazas aparte) vacila de apiolarse a Ness o los Intocables porque son federales… y una tempestad de mierda soplada por EDGAR HOOVER podría ahogarles al haberse cargado a uno de los suyos. Y Hoover tenía muy mala hostia.

Según refiere Ness en una novela que parece un pulp de DOC SAVAGE o LA SOMBRA (talmente está escrito; Fraley emplea todos sus recursos y específico lenguaje para colorear y dinamizar aventuras que al dictado le contaba Ness –a saber cuántas exageraciones y embustes consiguió colarle; más lo primero que lo segundo—), el poder de Capone procedía más de sobornos que de una brutal actividad criminal. Había sangre (¿no propició la famosa Matanza del Día de San Valentín?) y rivalidades solucionadas con tommygun y “piñas”, navajazos y palizas a granel. Mas Ness precisa que Capone construyó su apabullante imperio untando sin pausa, ora a la pasma, el enemigo, o a los políticos. La integridad de esos funcionarios habría menguado mucho su influencia.

¿Cuándo cae Capone? Cuando por arrogancia decide apropiarse de las lavanderías. Hasta entonces, Chicago vivía bajo su sombra, sintiéndola una enojosa molestia, mas no un verdadero atropello. Mataba Capone a otros criminales; todo en orden. Al querer las lavanderías, honrados negocios que nada tenían que ver con el lumpen, aplicando el sistema que le había proporcionado destilerías y negocios ilegales (a tiros, vaya), Chicago se rebeló.

OSCAR Fraley supervisando teletipos.
Se pone en ocasiones hasta en exceso
elogioso con Ness en ciertos pasajes,
como tapando... vergüenzas

El pintoresco grupo de los SEIS ANÓNIMOS (hay una novela de La Sombra titulada LOS SIETE SINIESTROS) pega un puñetazo en la mesa y decide al fin anular a Capone. Y ahí está Eliot Ness, dechado protestante de virtudes estadounidenses, listo a combatirle hasta el último hombre y la última bala con total probidad. Por un sentido de la ley y la decencia tan encomiables como de sospechoso autobombo. Fraley aun “lo sugiere” en algún pasaje: glorifica a Ness hasta cotas de Propaganda Presidencial.

La hábil jugada de presentar la novela de forma pulp le permite alcanzar a más lectores, a quienes repelería una narración más “formal/académica”, rígida. Lo malo es que relataba sucesos históricos; mostrarlos como una dramática hazaña de hombres audaces menoscaba o relativizaba la credibilidad de la narración.