viernes, 15 de julio de 2011

INVASIÓN A LA TIERRA – ESTERTORES IMPERIALES

Épico afiche de INVASIÓN A LA
TIERRA: rage againts the machine. La
dificultad no amedrenta al Hombre
Norteamérica vive de un bélico cuento (chino): la supremacía de los cielos, el que, con un aparato de aviación avasallador los gobierne y vigile las tropas en tierra y, siendo del enemigo, aplastarlas con un bombardeo aterrador. Esta es una impresión que podemos extraer de BATTLE: LOS ANGELES, de JONATHAN LIEBESMAN, aunque no la única. Vietnam, donde la fuerza aérea se empleó a fondo, aun con el agente naranja, la táctica, muy GOERING, fracasó. No se discute que un eficaz apoyo de la fuerza aérea no consiga, sino toda la batalla, buena porción de ella. Pero reposar los méritos de la victoria en la ‘quirúrgica’ y altísima intervención de los bombarderos y cazas es irreal. La guerra se gana en tierra. Es una tarea de coordinación y cooperación.
Invasión a la Tierra se despliega toda para avalar esa estrategia “celestial”. Tanto por parte de los aliens atacantes como de los nativos. Pero, irónicamente, quien salva el día es un puñado de comandos que, con gran coraje, sitúan y atacan el puesto de control de los cazas-robot alienígenas, lo que permite a la aviación destruirlo. Aun así, la principal obsesión de la cinta es demostrar que, quien controla el alto cielo y todos los vientos, sin duda vence.
Brutal contraste: aquí, de cachondeo, y, de pronto...
Caos, devastación, muerte...
Otra cosa que resalta en la cinta, impresionante despliegue de FX, en detrimento de su carga emotiva (dejaba terreno para mostrar las impresiones, miedos y secuelas que la invasión causaba en los angelinos), es la tropa multirracial que comanda el SARGENTO NANZ, un atormentado AARON ECKHART distante de su rol de DOS CARAS-CABALLERO BLANCO de Gotham City, guiando por entre los escombros un pelotón que rescata a varios civiles atrapados en una comisaría.
AARON ECKHART como el atormentado SARGENTO
NANZ. Y mañana iba a jubilarme, hombre...
Hasta hace poco, esto lo hacía un grupo de buenos hombres blancos (protestantes de traza nazi) al que después colaron algún negro, por eso de que les liberaron. El pelotón de Nanz está lleno de minorías, lo cual puede entenderse como que la integración racial funciona de verdad…, o que la elite blanca enmierda a las otras razas con las tareas más desagradables. Aunque, en el fondo, el mito de la superioridad blanca persiste: ¿no es Nanz, tipo ario, el que manda, más que el teniente hispano?
Aparatosos FX para magnificar una tragedia cósmica que
desgarra de pronto nuestra seguridad anodina terrestre
Otra conclusión que Invasión a la Tierra (suprema, épica, mítica, comparada con la inefable FALLING SKIES) esboza es que América advierte que su decadencia imperial ha comenzado y que, a través de películas como ésta, intentan estimular con una idea radicalmente opuesta a sus ciudadanos. Unos pocos americanos (el color de su piel no importa; todos son hijos del dólar. -Y, al mismo tiempo, cebo para convencer a las minorías que ¡contamos con vosotros!-) propicia el triunfo. No se debe a un esfuerzo coordinado con combatientes de otras naciones. Toda la Tierra está siendo atacada. Alemanes, franceses, rusos, podrían haber descubierto la clave para menguar el poderío alienígena, e Invasión a la Tierra ser el relato de ese pelotón poniendo en práctica tal solución. No: son ellos los que dan con la tecla. Y, con espléndida generosidad, derraman la importante dádiva al mundo.
El mito americano de la supremacía aérea manifiesto en
este fotograma; en España, ante esta eventualidad,
¿nuestro Ejército podría actuar con esta eficacia?
Invasión a la Tierra, que sólo pretende entretener incluyendo cierta tensión dramática que la evite parecer trasunto de lujo de un episodio de EL EQUIPO A, también procura estimular unas reacciones primarias, como la defensa de la patria, la camaradería, la lealtad, la traición. Nanz, ejemplo del soldado-héroe que todos querrían ser, consume los últimos días de su vida castrense asediado por los fantasmas de las bajas producidas en sus pelotones en las guerras que ha librado. Y cree que, licenciándose, encontrará la paz. Pero el destino le hace ver, inexorablemente, que su patria es la guerra, y espera que impida la invasión a la Tierra.
Un poco de elemento humano para sensibilizar a los
espectadores y hacer más dramático el trago
Los FX regalan impresionantes escenarios barrenados por las armas de HI/TECH cósmica de los enigmáticos cyborgs alienígenas desplegados con fanática tenacidad por Los Ángeles. En pocas horas transforman Los Ángeles en ruinas. (Las calles, sin embargo, saturadas de escombros y chatarra, no muestran cadáveres, o tantos como debieran.) Estas tropas espaciales son de rápida reacción y agilidad, y hay momentos en que se comportan como los mismos defensores. Los invasores merecen atención; su motivación está clara y es imaginativo el que vengan por el agua y funcionen merced a ella, así como la sospecha de que su básico organismo está concentrado en un punto y, a su vez, blindado, como muestra de lo cruelmente eficaz que es su civilización.
El enemigo; funciona con agua. Quiere
nuestros mares
Lo que aporta drama a Invasión a la Tierra está tanto en la decisión del torturado Nanz como en su enfrentamiento con uno de sus soldados. El hermano de éste formaba parte de una unidad que mandaba Nanz y, en un combate, a consecuencia de una decisión, en apariencia errónea, del sargento, murió. Este hombre le espeta que mientras Nanz recibía una medalla, su hermano merecía una caja de pino. La fricción está en el aire. Pero nunca impide que reaccionen como un solo y eficaz ente.
Invasión a la Tierra también se organiza para bridar momentos wagnerianos a sus participantes. Liebesman, más en la estela de los maxiespectáculos de adrenalina y FX deslumbrantes MICHAEL BAY-JERRY BRUCKHEIMER, prefiere magnificar las poses homéricas a trabajar el “elemento humano” (como en STALINGRADO, de JOSEPH VILSMAIER) y hacer ver que, aunque el adversario acose con un despliegue aterrador de medios, aún el Hombre, pese a estar corroído de dudas, miedos, angustias, es capaz de hacer cosas grandiosas. De eso carece la película. Tampoco era cuestión de hacer un dramón con algunos tiros y varias naves raras revoloteando por ahí, pero sí para parar un momento y retratar la desesperación del combatiente mientras, ensordecido, ve morir a sus camaradas. A modo, Liebesman trata de impostarlo en la carta del oficial RODRIGUEZ dirigida a su esposa (encinta), sin llegar a lograrlo del todo.
Los de FALLING SKIES darían todos los piños por tener
una secuencia tan espectacular como esta
Confieso que Invasión a la Tierra me produce “sentimientos encontrados”: aprecio su imaginería visual y su tensión constante. Pero tiene detalles que me la avinagran, como cuando Nanz decide ir a señalar con láser el puesto enemigo para que lo bombardeen. Obviamente, con esta acción suicida busca purgar sus culpas. Pero no morirá solo: por la cuerda rápida se desliza su gente. Volver luego al combate, como en BLACK HAWK DERRIBADO, para ofrecernos esa secuencia final del poderío aéreo americano dispuesto a darle una paliza mala y de verdad a los alienígenas, es otro. No obstante, el balance final es positivo. Lástima que no notable.
MICHELLE RODRIGUEZ resuelve el enigma; así que
¡a cuidarla!
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: