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Conmemorativo afiche para la nostalgia. Un poderoso surtido de referencias la hicieron aún más grande |
Este año celebramos el cuarenta aniversario (¡que no es poco!) del estreno de la primera película de STAR
WARS. Por la fe que la misma Fox
tenía del film, nadie hubiese creído, parafraseando a H.G. WELLS, que pudiera
convertirse en el actual fenómeno social y base de una amplia porción de
nuestra CultuPop de consumo y referencial.
GEORGE LUCAS, ese hombre tan desamable,
dicen, nos mostró una galaxia muy, muy lejana, donde la maravilla era incesante.
De inmediato borró de mi infantil memoria los relentes de recuerdos sobre el STAR TREK televisivo (falto de tal
amplitud de horizontes). Éramos más ingenuos; estas fantasías escaseaban, o no
se tenían tan serias como son ahora. Lo más fuerte que podías haber visto era LA FUGA DE LOGAN, la cual, contemplada con
presente perspectiva, pega pellizcos.
La ciencia ficción seguía siendo ese cutre hermano
pobretón de los Grandes Temas del Cine (algo ROGER CORMAN tiene de
responsabilidad en su descrédito), aunque podía despuntar con algún título
inquietante, pero cuya secuela era bastante endeble. El drama, el western, lo histórico, lo bélico…
seguían reinando. Prometían: por siempre. La ciencia ficción y sus autores
estaban (resignadamente) felices de ser eso de tercera categoría a la que, a
veces, permitían atisbar vagones de segunda clase. ¡Impensable viajar en primera!
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Secuela que mostraba más amplia aún la galaxia. Con rincones muy sombríos |
Hasta que Lucas rompe, de modo accidental,
con toda esa tendencia maligna al demérito del género designado por Iluminadas Iluminarias
que deciden, con despótico capricho, qué debemos amar u ODIAR. Desde una
modesta distribución, La guerra de las
galaxias se transforma en un espectacular fenómeno de masas gracias al
boca-a-boca y el meticuloso hacer de una larvaria ILM (junto al veterano
trabajo del elenco británico), que mostraba que si bien un hombre no podía
volar, junto a una trepidante flota estelar los grandes temas morales se
dirimían con sables láser de cegador resplandor.
Lo que sigue es bien sabido, aun por los más
acendrados trekkies. Escalada hacia
el esplendor y la maravilla. A la Fuerza, a citarse en las series y películas,
a tener imitadores más/menos afortunados, a modificar un Star Trek anquilosado, víctima de aburridos pero pretenciosos argumentos
e interpretaciones destinadas a un consumo propio, no al Gran Universo que Star Wars ofrece.
[Estimé
máxima ironía que Star Trek
dependiese de ILM para mostrarnos las angostas sendas de una Galaxia muy, muy
cercana, llena de caretas estrafalarias. Pero eso es otra historia, como
relataría MAKO.]
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Presunto colofón. El Bien ganaba. Esa ilusión no se traspasa al día-a-día |
Hace cuarenta años, los cines empezaron a
abarrotarse con las cintas de ciencia ficción; se ganaba el respeto de la
crítica. El ejemplo de Lucas envalentonaba (gracias al éxito de su saga) a
otros realizadores (acaso SPIELBERG sea de los más beneficiados) a saltar a la
palestra con su panoplia de fantasías, brillantes, estremecedoras,
decepcionantes.
Sin ese inesperado/resonante éxito de La guerra de las galaxias, ¿tendríamos hoy MAD MAX, ROBOCOP, INDY JONES? Puede. Pero ¿de la poderosa magnitud
actual?
¿Serían ejemplos del “continuará” de las
matinés que alimentaron la imaginación del adolescente Lucas, con escenarios péplum
de cartón piedra de Corman? A este respecto, debemos más a La guerra de las galaxias y la ‘afortunada’ tozudez de Lucas por
culminar el proyecto de lo que pensamos. Este moderno cine de superhéroes,
donde crees que un hombre puede volar, ¿no es quizás el heredero más afortunado
de todos?
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Aléjate de STAR TREK, LUKE. Haz caso a tu padre. Sus tonterías son contagiosas |
Los años revalidarán, opino, la ahora
denostada “Primera Trilogía”; captarán detalles que, por una extraña inquina,
se “ocultan” al público, como las fuertes matizaciones que tienen a esas
matinés y al cine de Década 50 presentes en EL
ATAQUE DE LOS CLONES. Sin embargo, hoy os animo a festejar poseamos un
espectáculo como Star Wars, cuya
leyenda se extenderá hasta el infinito y más allá (espero).