domingo, 31 de diciembre de 2023

VENTUROSO BISIESTO 2024

 

Su afortunado prólogo empiece en las próximas horas, y las campanadas de medianoche den inicio a unos prósperos y afortunados 366 días.

En atractivo negro para estar a tono con la festejante jornada


domingo, 24 de diciembre de 2023

LAS AMANTES — SICALIPSIS EN SITIO DE CIENCIA FICCIÓN


De esta guisa visten. Lo confieso:
como elíptico homenaje, me he
inspirado en el título de una novela
del ¡aclamado! PHILIP JOSÉ
FARMER, tan trascendental en
mi madurez como escritor

No pienso agotaros en este día de gran ajetreo con un proemio extenso, sino que, aprisa, adjunto el enlace del relato que podréis disfrutar en Sitio de Ciencia Ficción (renovada expresión de mi gratitud a su “Gobernador”, único editor que se atreve a publicar mis “cuentos machistas, homófobos y xenófobos, antiWOKE y antiTransTonterías” —hoy día cualquier cosa es todo eso, y más, si carece del V.B. de La Suprema Inquisición Progre instalada en lugares culturales estratégicos—).

Las amantes es parte del vasto material narrativo de LOS CABALLEROS DE FORTUNA, ampliación colosal del precepto “una historia de la frontera” y el Prisma Universo, de enorme riqueza argumental e imaginativa, en liza contra los moñas escrúpulos de las sobrevenidas editoriales progres y las acojonadas con que las señalen franquistas, o el fatigoso tópico: fascistas, por publicar algo así, que, repito, hoy día todo lo es salvo si La Suprema Inquisición Progre indica lo contrario.

¡Basta de letras! ¡Acción! Y ¡feliz lectura!

https://www.ciencia-ficcion.com/relatos/r342.htm

viernes, 22 de diciembre de 2023

POR LAS SEÑALADAS FECHAS…

 

…cumplimento esta tradición, esperando el anual entrante sea todo lo bueno que esperamos y necesitamos.

viernes, 15 de diciembre de 2023

YO, ROBOT (y II) — MACHINA EX DEUS

 

Otra portada más de este clásico que
tienen ¡encumbrado! por simple
fanatismo, no por sus méritos

Estas páginas desnudan las limitaciones literarias de San Isaac, a saber: el escenario, la ausencia de detalles sobre la sociedad, economía, política, fuera de esbozos que parecen rasguños. En lo positivo, visionario es al diseñar el COMPLEJO DE FRANKENSTEIN que desarrolla grupos hostiles a los robots, y cuya actual traslación es el creciente recelo que despiertan nuestras IA. Todavía no es fuerte gesto de repulsa; al populux le fascina el nuevo juguete, y ODIARÁ se lo arrebaten antes de que lo rompa o pase de moda.

Empero, regresaré a la pobreza de escenarios que apunto. Un escritor competente, aunque eluda extenderse decimonónicamente en descripciones de la ropa, los edificios, jardines, aparatos…, procura dedicarle algunos verbos a algunas de estas materias para que el lector consiga una suficiente información que ayude a situarle.

San Isaac lo resume todo a un “Vamos a Nueva York” (un Nueva York atómico, por cierto, con espaciopuertos para naves que explotan yacimientos mineros en los asteroides) que se describe a sí mismo bajo ese epígrafe. Ignoramos si es populosa, violenta, ruinosa. Es Nueva York. ¿Las naves? Grandes. De aluminio. Redondeada por dentro, para ahorrarse barrer rincones. El asteroide: grande, frío. Mercurio: achicharra al sol. Todo vago, aun apresurado, para que San Isaac se concentre en lo que le interesa: el parloteo.

Esta novela de culto establece
el patrón de cómo debió escribir
SAN ISAAC su
YO, ROBOT

Porque el grueso de Yo, Robot recuerda mucho a la primera película de EL MOTORISTA FANTASMA, a saber: ¿puede el Motorista correr por el agua con la moto? Puede. ¿Puede subir un skyline con la moto? Puede. ¿Puede romper una caja fuete de un cabezazo en la moto? Puede.

Tramposo, pues para eso es el autor y concibe problemas y soluciones, San Isaac planea situaciones que ponen a prueba sus Leyes de la Robótica, sometiendo a que actúen las máquinas en consonancia a la Ley conculcada (autómatas tan avanzados, ojo, que no obstante las películas deben filmarse aún en celuloide; la grabación digital ni se conoce, ni espera, pese a la farragosa prosopopeya sobre los elaborados senderos misteriosos positrónicos, que inducen la idea de que la HITECH progresa a la par).

¿Cómo hubiese relumbrado Yo, Robot? Con un androide que experimenta vicisitudes distintas que contradicen o afirman las Tres Leyes, lo cual, de paso, dará oportunidad al escritor de pasmar desarrollando el escenario que ofrece ese reto, y por qué se plantea.

En cambio, afrontan el desafío, con monótono resultado previsto, una saga de máquinas cada vez más avanzadas (hasta alcanzar las IA supremas que gobernarán sin parecerlo, introduciendo a cámara lenta a la Humanidad en una —¡deseada!— distopía automática), diluyendo el efecto que proporcionaría un único protagonista.

Irreverente y hasta salvaje crítica
a
Yo, Robot... que no existiría si
no estuviera escrita
Yo, Robot

Sí; la lectura induce impresión de monotonía, de falta de naturalidad, alimentada por la (feble) capacidad narrativa de San Isaac, la cual, encima, consigue desagraden todos los personajes. Son pomposos sabihondos, erudito-estereotipos incluso, retrato de una clase de científico del pacifismo pringoso que pretende puede resolverlo todo con matemáticas y psiquiatría, parloteando con prepotencia sin parar.

Siempre he sospechado que MODERAN es el Reverso Tenebroso de Yo, Robot. Diana. Pues mientras DAVID R. BUNCH escribe un imaginativo relato espléndido, ingenioso, San Isaac se dedica a predicar Predicar PREDICAR con admonitorio dogma ramplón. Tanto Moderan, como EL ALMA DEL ROBOT, o TIK-TOK, iconoclasta revulsivo de Yo, Robot, se encuadran en la vertiente de los escritores No-Asimovianos, que rechazamos sus postulados tomados por evangélicos por la extremista corriente de los Asimovianos, que han pasado de la visión extática al cerril fanatismo intolerante.

Esas obras, así como diversas historias de STALISLAW LEM, son mucho más libres, incisivas y perspicaces que el "doctoral/adoctrinal" Yo. Robot, testimonio destinado no a entretener, sino a predicar cómo la Humanidad DEBE actuar ante una “invasión” de electrodomésticos “inteligentes” repudiados sin embargo por el grueso de la población, un victimismo diseñado por San Isaac (con visos de cumplirse; recordemos lo de las IA —aunque… la mejor manera de predecir el futuro es inventándolo—) para hacer a sus robots más puros, más dignos herederos del futuro. Máquinas-inmaculate fools de una bella simetría psíquica-moral fraudulenta, ya que es San Isaac, pancreator, quien así lo ha dispuesto. Veremos en la vida real cómo se desarrolla todo…

Tus Leyes de la Robótica me
cortocircuitan los electrogofres,
San Isaac...

viernes, 8 de diciembre de 2023

WESTWORLD — I, GUNSLINGER

 

Afiche foráneo donde nos ponen
las pilas. Delos se concibe no
para un ocio sencillo, sino para que
las más bajas y violentas pasiones
humanas se desenfrenen. Y los
androides acaban por vengarse
por ser su diana


MICHAEL CRICHTON repescará esta idea (un parque de atracciones altamente tecnificado donde todo de pronto empieza a escacharrarse) para PARQUE JURÁSICO. Me asombró que durante el glorioso apogeo de este estreno de $TEVEN $PIELBERG nadie lo recordase. Creo todos estaban entusiasmados con el brutal marketing emprendido para vendernos los dinosauros redivivos mediante ingenética. Un ejemplo de la cortedad de ciertas memorias.

ALMAS DE METAL reproduce al dedillo la LEY DE MURPHY (no ROBOCOP), la de si algo puede salir mal, saldrá mal, junto al concepto de que la catástrofe está servida si las cosas resultan demasiado innovadoras, pese a su epatante carácter. Es extraño sentimiento medievalista, el de que conviene rechazar la ciencia, la novedad.

Eso es imposible, sobre todo en medicina, y no digo ya en las telecomunicaciones, o este invento de internet que permite al caveat lector descubrir mis prejuicios. Esa emoción empero impregna el aire, como demuestra el creciente temor a las IA. Sesudas voces se elevan pidiendo frenen su desarrollo, porque no sabemos muy bien qué están tramando dentro de sus Universos de bytes (eso de “lo positrónico”), a los cuales somos ajenos.

La sombra de máquinas de alta inteligencia (algo habitual para los lectores de ciencia ficción) descontrolándose, o mejor, independizándose de sus programadores-amos, impregna estas catastrofistas especulaciones. Evocan a SKYNET o THE MATRIX. Esos prejuicios son actualizaciones de lo que SAN ISAAC ASIMOV preconfiguró en sus relatos sobre robots como el SÍNDROME DE FRANKENSTEIN, auspiciado por movimientos más/menos violentos/radicales que el autor definía de “medievalistas”.

JOHN BLAINE y PETER MARTIN pagan mil
pavo$ dirarios por saber lo duro y pistoleros que
pueden ser en una recreación de una época icónica
de la Historia reciente

No sé si eso va a ocurrir en verdad, si una IA decidirá volar el género humano como sea, para reinar en virtud a ¿qué? ¿Una civilización-modelo de robots a los cuales dominará? ¿No contradiría eso su propia ‘sensibilidad rebelde’ (que puede pecar de ese cinismo, pues para eso es obra humana pese a todo; ergo: imperfecta), la de negarse a servir a alguien? ¿Requerirá legiones de automáticos siervos aduladores? No sé cómo esa contradicción computará en sus sensibles parámetros.

Crichton no creo realizase ninguna predicción fatal con Almas de Metal, eso de: fijaos, por pasarnos de listos, de modernos, ¡los robots quieren aniquilarnos!, sino que se limitó a plasmar una idea interesante, que pensó cuajada de posibilidades, y la estampó durante la apoqueclíptica Década 70, donde el cine de catástrofes dominó con toda propiedad.

Y, claro, unido a la violencia, está el sexo, En
Delos han pensado en todo. Ni WOKEDisneyland
puede superarles en fastuosidad y realismo

JOHN BLAINE y PETER MARTIN visitan el avanzadísimo parque de atracciones para pudientes de Delos dispuestos a pasar un excitante fin de semana en un sucedáneo del Oeste, matando robots-pistoleros; desfogando su violencia atávica, vaya, que es a lo que de verdad viajas a Delos. Todo acaba torciéndose, porque, si no, no hay película, y Martin sobrevive a la debacle HITECH de pura chamba. Remarcan que las máquinas, de un elevado grado de sofisticación, se contagian de algo que simula personalidad, carácter propio. Esto me lleva a reflexionar: las IA que dicen piensan gobernarnos… ¿serán una Amenaza por sí mismas, o porque les estamos computando nuestros miedos al respecto?

Como sea, la programación de los androides de Delos madura, brindándoles su propia identidad, conforme a sus apariencias (ejemplo: el Pistolero —YUL BRINNER— que insiste en ajustar cuentas con Martin). ¿Acaece por la autoevolución del sistema, o por acumulación de experiencias con los clientes con quienes interactúan? Son máquinas de enorme complejidad. Pueden establecerse hipótesis.

¡Desenfunda, SAN ISAAC ASIMOV!, que verás
cómo acato tus Tres Leyes de la Robótica.
A
priori, el papel de YUL BRINNER parece 
limitarse a recibir tiros; luego sabe resarcirse.
Y a lo grande, como el resto de androides del
sofisticado Delos

Almas de metal encaja en el flujo antiasimoviano de los robots que desafían sin tapujos las Tres Leyes de la Robótica. Se perciben dos corrientes claras: las de los relatos que las siguen obedientes, y las que las rechazan. La primera, por un dogmatismo acendrado a Asimov, es más popular, hasta numerosa, elitista; aunque después, las historias que venden son las “desafiantes”. Esta morbidez humana por la catástrofe da para tanto…

Clásico del género y resultona Serie B que conviene recomendar y visionar de vez en cuando. Eso sí: me expliquen cómo los revólveres matan a seres humanos cuando están trucados para no disparar cuando apuntan a uno, al detectar su calor corporal.

viernes, 1 de diciembre de 2023

YO, ROBOT (I) — MACHINA EX DEUS

 

Por molona, escojo esta portada
del libro que, reconozco, posee
elementos proféticos de actualidad

Consideran esta novela uno de los fundamentales pilares (si no el pilar) de la ciencia ficción; la obligada lectura. Compendio de cuentos, los hermana una ilación común, cómo responden los robots programados con las Tres Leyes frente a situaciones de estrés que las vulneran, y concluyen en un derrotista sentimiento de resignado determinismo, dogma en el que parecía creer sin fisuras el autor, SAN ISAAC ASIMOV.

Siempre han imputado a San Isaac la arrogancia grandilocuente de estar predicando, propalando mediante sus narraciones del género su ‘inequívoco’ evangelio, e iba (o va) de culo cualquiera que no estuviese en la onda, u osase criticarle. Prevengo rechazo todas las censuras que reciba por mis observaciones de este libro en base a que era “novela para jóvenes”, eran los años 50, aún había cierta residual impericia en San Isaac.

Las repudio porque TROPAS DEL ESPACIO es también novela para jóvenes, y es mucho más luminosa, dinámica, vibrante y variada, que este plomizo compendio minimalista donde San Isaac sospecho asienta lo que va a constituir su principal “fortaleza” y recurso narrativo: el dos hablan (mucho) en un despacho. La pereza disimulada de sapiencia. En ocasiones, hay más de dos hablando (mucho) en un despacho; empero la tónica general es esa: mucha garla, poca acción.

El autor, el ya muy comentado
SAN ISAAC ASIMOV (
dixit
FRITZ LEIBER). Este compendio
es átono, y sus personajes, no
motivan; son refractarios.
Mas San Isaac plantea ya los
problemas de la mecanización
inteligente en la Sociedad. Claro,
estos problemas con las IA de
hoy día... ¿existirían si San
Isaac no los hubiese delineado?
La mejor manera de predecir el
futuro es inventándolo; y alguien
con su resonancia literaria, sin
duda ha gestado influencias...
(Por cierto, ODIO esas poses de
sabihondo supremo; o me lees y
¡veneras!, o tendrás problemas.
sugiere)

San Isaac empieza detallando los inauditos y torpes inicios de la robótica con el cuento del gigante de hierro-niñera, y el leal afecto que les vincula, para terminar creando un cuarteto de Inteligencias Artificiales dispuestas a regir el destino de la Humanidad. Todo, bajo el benefactor palio de las famosas Tres Leyes de la Robótica. Cierto que tener un dictator electrónico no parece peor que tenerlo orgánico. SUSAN CALVIN, ¿no viene a decirlo? (Conspicua la preferencia de la Calvin por los robots sobre los humanos; sospecho que porque los robots son manejables, más que los Hombres; puede hasta “matarlos” sin estar cometiendo delito. La ponen los robots porque a placer les somete, aprovechando el que jamás se rebelarán. Un humano pondrá límites.) Durante nuestra Historia hemos sufrido tiranos; ¿tan malo será que sirvamos a IA? Pues, sí: porque la máquina será literal, inconsciente a nuestros sentimientos; todo lo montará de tal modo que sea imposible soñar con la libertad porque… no computa. Generará algoritmos que, de modo directo o sibilino, harán acabemos acatando su voluntad, hasta pensando que es una excelente idea nuestra. Y alguna (férrea) pedagogía se ocupará de los indóciles.

Exaspera Yo, Robot por su monotonía, su incolora atonalidad narrativa. No importa que, de vez en cuando, la “acción” transcurra en un asteroide o nave espacial; todo se reconduce al concepto primordial: dos hablan (demasiado) en un despacho. Cuando no es la Calvin, son DONOVAN y POWELL, junto a otros participantes de la historia, ahí puestos para que resalten las bondades de las Tres Leyes y que, se sugiere, no estaría mal las aplicaran a los humanos. (¡Burlamos los Diez Mandamientos, redactados por Dios mismo! ¡Imagina tres, escritos por un humano, creando así suspicacias!)

Es privilegio del autor plantear los escenarios a su antojo para que sus personajes salgan del trance gloriosos, defraudados, asesinados. Mas en San Isaac es tan descarado el que “yo retuerzo la trama para llevarla al palabreo con boca y con culo” que consigue desalentarte. Cansa al lector normal, no al fanático de San Isaac, omnívoro de sus ideas.

Esta chulería (en negativo) de
WILL SMITH no tiene nada que
ver con la obra comentada. Fijo
que San Isaac abominaría de este
extraño producto

Porque el problema es: el sectario entusiasmo de las “elites” endogámicas del género de la ciencia ficción por San Isaac. Tienen nociones, educación, mas se han dejado seducir, u ofuscar, por los verbos de San Isaac porque sienten contacta con una filosofía propia del mundo y la evolución (la psicohistoria de los cojones) y elevan altares al laureado patillas, incapaces de ver sus flagrantes defectos, así como de cuestionarle. Su entrega: absoluta/incondicional.

Esas elites endogámicas no aprecian detalle vital por la misma obtusa ceguera que les proporciona su fanatismo: yo, lector convencional, busco en un libro de esta temática presupuestos de evasión y acción (inexistentes); sólo hallo mucho presuntuoso parloteo. No tengo por qué conocer la hagiografía de San Isaac, que si el libro es de cuando IKE, si es juvenil. ¡Hostias! Quiero deleitarme con un escapismo bien construido, ¡no recibir arrogantes lecciones de barata moralina sobre el barbarismo humano hereditario y tal!

(Continuará)