viernes, 27 de mayo de 2022

THE OMEGA MAN — CHARLTON HESTON COMBATE EL INTEGRISMO MUTANTE

 

Afiche. CHARLTON HESTON
y su metralleta-lámpara contra
el hampa de los de los ojos raros

Otro repaso a la novela SOY LEYENDA de RICHARD MATHESON, esta vez mostrando a un más beligerante ROBERT NEVILLE (Heston), quien recorre en su descapotable las vacías calles de Los Ángeles a la caza de unos tecnófobos albinos encapuchados a quien la plaga original que exterminó a la Humanidad (en apariencia) sigue barrenando, aunque se nieguen a admitir qué daño sufren sus ya deteriorados cuerpos.

BORIS SAGAL no hace una película brillante; entretenida con algún momento excitante, donde se encarga de alternar la idea central recogida en la claustrofóbica novela. En ella, Neville es un recluso que se pasea por su ciudad clavando estacas (al puro estilo BLADE, empero sin tanto efecto circense) y procura no enloquecer al saberse último ser humano del planeta. Matheson espera hacer un competente estudio sobre cómo el daño anímico en un hombre sometido a tan insólita situación puede deteriorar su psicología. Ancla a Neville, negándole la exploración, en la casa por mor de ser, asimismo, el mausoleo de su esposa, VIRGINIA, una de las primeras víctimas de la plaga… y que volvió nósfera una buena noche para unir a Neville a la creciente población de chupasangres. Él, la re-mató.

Usa Matheson ese recurso folclórico del caminante de ultratumba que seduce jovencitas para beber su hemoglobina e incluirlas en su harén de muertas-vivientes para contar su parábola sobre la demencia. Implacable, persigue la explicación científica al fenómeno, creyendo aclararlo mediante un retrovirus liberado en la atmósfera, procedente de un murciélago enfermo. Neville sufrió mordedura de otro ejemplar. Quedó inmunizado.

Asaltado en su casa (ese mausoleo que le cuesta
la vida mantener), defiende la propiedad con todo
el ardor que su testosterona le permite

Sagal esquiva ese tenaz empeño del escritor. Le basta Neville con sus armas y bugas rulando por L.A.; en un único momento procura respetar la novela sobre el aparato intelectual defectuoso de Neville (cuando cree repican todos los teléfonos); el resto es acción, supervivencia y cinismo (que también distingue esta cinta del libro y la versión de VINCENT PRICE), que encaja perfectamente en el curtido aspecto de sobreviviente que estampa Heston. Todo se ha ido al cuerno; él mismo lo envía a la porra. Habla solo. Insulta a los maniquíes. Saquea lujosos establecimientos. Combate las alucinadas hordas de MATTHIAS, que parece sacado de EL NOMBRE DE LA ROSA, acusando de todo mal a Neville, exponente final de la ciencia que creó la plaga, secuela de la guerra bacteriológica librada entre Rusia y China (cuando rodaron este filme, la tensión entrambos países permitía considerar probable el argumento).

Esto es como esa estatua de los tres monos, el
mudo, el sordo y el ciego, empero con gafas de
sol, ¿a que sí?

Quizás donde esta versión del relato repunta es en la constante fijación demente de los encapuchados albinos de destruir los logros a los que imputan su maldición y estigmas. El Hombre, sugieren, puede holgarse un wevo en las computadoras, los DVD, el aire acondicionado… mas cuando todo hace ¡cata-KRAK! descubre que todo era sutil capa de barniz, regresando al Eterno que siempre ha estado ahí, y sin duda merecemos el castigo porque mediante nuestra vanidosa e impía locura científica Le negamos.

Apunta la película a la fragilidad de nuestras creencias y qué fuerza el atavismo religioso que nos inculcan por una vía u otra tiene. Incluso el ateísmo posee una vertiente mística (su hincapié en negar a Dios es un reconocimiento subconsciente a Su existencia) que estalla cuando el miedo a la incertidumbre que genera un apoqueclipse del tamaño plasmado en la cinta se torna inmenso, devorador, paralizante. Nos empequeñece.

El nuevo LONGINOS. Los delirios religiosos se
interpondrán ante los avances científicos, aunque
nunca podrán impedir el progreso

Explora tanto la religión, cómo nos acomete, somete, perturba el juicio, que la estúpida escena final, sobrante-innecesaria, pretende clavar esa idea con indeleble fuerza en nuestra mente. Puede costar atisbarla debido al jaleo exterminador de Neville y su caliente novia negra (otro desafío para los conservadurismos raciales de la época, seguro), aunque si pones atención, olvidas los tiroteos, la reconocerás enseguida.

viernes, 20 de mayo de 2022

RELACIONES EXTRAÑAS — FEAR AND LOATHING IN MARS

 

Portada. Entre lo llamativo del
libro, está el esfuerzo por
demostrar que la luz se
puede superar en viajes
interplanetarios. Una
obsesión del género

PHILIP JOSÉ FARMER, habitual de este espacio, desde 1960 ofrece un pequeño surtido de enfrentamientos del Hombre contra el Espacio, la última frontera trekkie, y sus paisanos. Lo aborda no como, por ejemplo, ROBERT A. HEILEIN, desde un aspecto épico-militarista donde inserta apreciaciones sociales, sobre cómo la Sociedad ha ido revirándose alrededor de una idea que derriba previos convencionalismos para crear nuevos. Farmer, como siempre, aporta un granito de desinhibida irreverencia, tocando cuestiones sexuales y, otro aspecto peculiar, el lenguaje, sea oral, sea escrito.

Es esta novela en realidad recopilatorio donde desentona el cuento del náufrago JONES, recreación a lo Farmer de JONÁS y la ballena. Ni siquiera encaja bajo el epígrafe general de las “extrañas relaciones” que se sostienen con alienígenas, o, en ese caso, con una IA comunista (rusa o china), un depurado de las tensiones de la Guerra Fría de su época. No hay una verdadera ‘relación extraña’ entre el hombre y la máquina, sino el trabajo de desatornillar un par de placas.

Acaso comparte con el primer relato, Madre, el que el protagonista (con vagos rasgos de héroe) es individuo de débil carácter maleable, al que los acontecimientos ponen en la tesitura de ser un hombre hecho y derecho, o un pelele manipulado por cualquiera, acobardado por la adversidad, por mínima-nimia esta sea. Jones, empero, pasado el primer soberano ataque de pánico y la aceptación de que sus problemas proceden de SU carácter, de una absorbente educación materna, a la que entregó voluntariamente mucho de su personalidad, con nuevo, que no renovado, coraje sale del brete, hasta dignamente.

PHILIP JOSÉ FARMER a edad
madura; en este manuscrito, ya
lanzado, intenta explicar cómo
funciona Dios y nos influencia.
Por romper iconos, no quede

El protagonista de Madre no. Desde el primer momento, le retratan como un gualdrapas que busca en el whisky y su entorno pretextos para no tomar decisiones que son de su exclusiva competencia. Su madre, viendo que el “niño”, encima tenor estelar reputado, no reacciona, lo recoge una vez y otra hasta enrolarlo en su expedición por esos perdidos Mundos Exteriores a ver si supera, al menos, su divorcio. Mas termina mal la cosa. Porque donde naufragan, unas conchas vivientes los fagocitan.

El entorno de cálido útero donde nuestro tenor va perdiendo la entidad, el pelo y la figura termina antojándosele bendición, porque sus necesidades están cubiertas por el ente que le abdujo. Tanto “simpatiza” con el engendro que acaba teniendo “hijos” con ese ser, de sexo hembra, y que le necesita para su peculiar modo procrear.

Todo eso es el ariete como el inconformista Farmer golpea los convencionalismos forjados por SAN ISAAC ASIMOV, al cual cito por ser como el patrón del principal representante de ese movimiento inmovilista, en que la ciencia ficción se ajusta a determinados parámetros victorianos morales que halagan a la Sociedad de su tiempo, además. Evitemos las estridencias. Pasemos inadvertidos. Sigamos con nuestros robots e imperios. Estamos satisfechos en este patio trasero donde las Literaturas consienten vivamos. Fijémonos en el género policíaco. Procura no excederse. Así, las Mayúsculas Literaturas no nos aplastarán mediante las salvajes críticas de sus revistas especializadas.

Portada foránea (de tantas). 
Parece hacer alusión al último
relato del libro, recopilatorio
de textos cortos

Farmer desafía. Insta a romper moldes a quienes le lean y compartan algunos de sus criterios para rasgar el viciado velo del tema clásico del género, regenerándolo. Habla de la cobardía. Del sexo. Del sexo con alienígenas. Establece imágenes uterinas de protector calor. Provoca al sedentario moralista de su tiempo con una visión distinta del contacto con aliens. Pues de eso también va este Relaciones Extrañas. De cómo será el Contacto, cuando pase el shock del Contacto en sí. Y no a escala gubernamental o mundial. Sino desde el mundano cariz precario humano, de individuo a individuo.

¿Habrá pax, concordia, mestizaje, o como le sucede al ‘hermano’, violencia y asco visceral producto de nuestros atavismos genéticos? Veamos la obra así. Y pensemos en su época de publicación y los obstáculos que, sin duda, debió vencer hasta ver la luz.

viernes, 13 de mayo de 2022

GUÍA PARA EL HOMBRE CASADO — PRESUNTA BOBADA CON INTERESANTES MATICES

 

Afiche. La crisis de la madurez
y todo eso durante la guerra de
Vietnam contemplada desde la
bianca perspectiva de unos
cuarentones desorientados

La película es verdadera ñoñería, inofensivo producto cómico-estadounidense de Década 60, imagen de un país que se tambaleaba, empero, en el mundo real entre las secuelas del magnicidio de JFK, Vietnam y los disturbios raciales.

Presenta a WALTER MATHAU como arquetipo del norteamericano de entonces: hombre residente de urbanización, en apañada casa respetable con piscina, biancos vecinos de estatus socio-económico medio-alto, ajenos a toda la turbulencia de los disturbios, Vietnam y JFK. Votan a LYNDON JOHNSON. Les resbalan los líos, porque son de teflón. Tienen tangencial trato con otras razas, contra las que, a priori, nada tienen… mientras vivan bien lejos de su excluyente complejo. Un paraíso de industriosos calvinistas que sin embargo anhelan disfrutar la infidelidad conyugal para sentirse vivos.

Por tanto, Mathau, asesor fiscal de media edad con la oficina en algún importante edificio de Los Ángeles, un pequeño surtido de secretarias de sujetadores como cabezas de misiles nucleares resaltados por ajustados jerséis, y faldas cortas como las que encajan las cimbreantes caderas de la atractiva mecanógrafa, se deja aconsejar por un espabilado amigo-y-vecino experto en infidelidades matrimoniales. Abogado de atlético atrayente, la labia ya le viene de fábrica.

Considerando que este matrimonio iba bien, no
sé a qué WALTER MATHAU se busca una
complicación extramarital que luego ni consuma
ni le apetecía

Desmenuza, mediante anécdotas que sufren distintos maridos lanzados a las aventuras extramatrimoniales, qué procedimientos el cauto adúltero debe seguir para evitar un costoso divorcio. Que si alejados moteles, que si camisas de repuesto en el maletín (ese donde TONY STARK guardaba su flexible armadura), locales oscuros donde reconocerle sea del todo/completamente imposible… y, sobre todo, respetuoso tacto con la prójima.

Porque el matrimonio de este asesor contable no naufraga; ni atraviesa ninguna mala racha. Casado con una buenorra MILF, ésta le proporciona todo cuanto la esposa (y más, de los sesenta) debe haber dispuesto para cuando el agotado oficinista regrese: periódico, combinado, sillón para caderas cómodas, TV, y prepararse para dormir, reponer fuerzas, y así enfrentarse a otro bianco mundo-decorado donde los negros venden flores o lustran botas. No ocupan el importante despacho contiguo a nuestros protagonistas.

La dolce vita norteamericana, ajena a lo que
pasaba chungo a tres calles de distancia

Protagonizan los episodietes de cómo librarse del marrón del divorcio distintos actores cómicos, que hoy día ni Wikipedia conoce. Intuyes su relevancia por cuánta atención les presta la cámara. Y, valorando sus actuaciones, asusta pensar en los chistes o sketchs de su repertorio. Porque gracia, tienen la de las avispas: en el culo.

Y esa es la parte grotescamente boba de una cinta que, si no la ves, nada pierdes, aunque destaque esa falsa realidad publicitario-propagandística de que en USA se vivía de puta madre magistral mientras respetasen una clasificación medieval de castas donde, aun biancos, judíos, irlandeses-católicos, o hispanoamericanos, podían ser tan vapuleados como los afros. Sin duda, gran parte de Occidente picó el anzuelo; se lo tragaría aún la URSS, esa tan ¡ensalzada! por los ministros comunistas comejamón.

¡Ha llegado el gran momento anhelado por el
protagonista! Y ¿qué sucede a continuación? ¡Un
descubrimiento que lo arroja en brazos de su
familia
in saeculae saeculorum! Un final Disney,
si se quiere etiquetar así. La moral triunfante

El otro gran GRAN detalle está en los dormitorios: las parejas duermen en camas separadas. Sin embargo, cuando los adúlteros “adulterean”, disfrutan en amplias camas de matrimonio (hay una excepción, no obstante). Es sigul de la peculiar moral sexual de esa Norteamérica de triunfadores biancos protestantes. El sexo es cosa alienígena practicada por correo, estando mal visto que un matrimonio con todas las de la ley yaciera en el mismo colchón. Hollywood parece fiaba para la reproducción o mucho en la intervención del Espíritu Santo o en la cigüeña. Trasladaba que los morales norteamericanos no necesitaban del coito para multiplicarse. El FBI distribuiría niños...

Por supuesto, todo concluye en una moralizante moraleja que refuerza la fortaleza de la familia, institución muy complicada-vapuleada en los Estados Unidos de la Pornografía.

viernes, 6 de mayo de 2022

CRÓNICA DEL REY PASMADO — Y NO ES KULL, ESTA VEZ

 

Una de las tantísimas portadas
de una novela que examina la
carnalidad, el ocio, los rigores
morales y las hipocresías que
pueden envolverlos, para mal

La amena obra de GONZALO TORRENTE BALLESTER podría definirse como “novela histórica para flojos” de no comprenderse su satírica estructura, digna del teatro: dos hablan (mucho) en un despacho. Sin embargo, la historia toma esa dirección porque lo a dilucidar debía aclararse en despachos. Hasta contiene vago sesgo fantástico, con la aparición del DIABLO en un segmento del relato.

Situémonos: estamos en la Corte de FELIPE IV, o sea, cuando ALATRISTE. Aunque no citen al monarca explícitamente, refieren dos sucesos importantes de su reinado: la crítica llegada del oro de las Américas, y la victoria del Sitio de Breda. Esto permite garantizar se trata del Cuarto Felipe. En la obra, Su Majestad ha estado de daifas esa noche, obteniendo carnal desahogo, y ahora toca volver a un palacio real que es su dorada prisión. La noticia del esparcimiento incendia Madrid de comentarios y chismorreos.

Garlando con su decrépito y anciano confesor, quien estorba, y mucho, a las implacables y vehementes mentes inquisitoriales que acosan al monarca en lo referente a la pax de su alma y estricta moral (llegando a cohibirlo con intensos miedos al Infierno y demás disparates), por ser mundano hombre tolerante, comprensivo con las regias flaquezas de la carne, el Rey le dice: “No me dejan los que mandan”, y este “no me dejan” era ver a la Reina en traje de nacer, deseo del monarca que nos parece de lo más natural.

GONZALO TORRENTE
BALLESTER con esa imagen
depresiva de la Generación
del 98 que parece no podemos
sacudirnos

Mas lo importante está en ese “no me dejan”. El (insensato) republicanismo siempre está con que la Casa Real es tiránico monstruo que hace y deshace a su antojo, en plan ENRIQUE VIII. Su voluntad y deseos por encima de las necesidades del país o la salud del Estado. Nuestro orden Constitucional (ese que quieren cargarse para imponer no sé qué aterrador despropósito republicano), las funciones del Rey están muy medidas y poco creo que, aparte de caprichos más/menos censurables, pueda influir en la política nacional. Para desgraciarla está ya la actual caterva despreciable de políticos (enterados, vividores, apalancados-subvencionados) que para nuestro mal nos “gobierna”.

Esto desmonta por completo la perversión de que el Rey organiza todo asunto de Estado. Informado debe estar. ¿Influye, o sea, ordeno y mando? Lo dudo muy mucho.

Torrente Ballester escribe lo que podríamos considerar, incluso, un pequeño EL NOMBRE DE LA ROSA, porque hace mordaz crítica a la subyugación de la razón y el individuo a la Iglesia, su Credo, la Voluntad Implacable del Altísimo. Temen que, al ir de putas el Rey, el intolerante Pancreator castigará al país con diversos desastres, pues ha pecado (que para eso Dios es padrino del monarca, por Él designado). Corre el inquisidor como loco al despacho del VALIDO (el CONDE-DUQUE DE OLIVARES) y al Tribunal del Santo Oficio, como por las calles de la Villa, intentando montar mini-autos de fe para aplacar al Creador y alejar Su inexorable punición.

Lienzo de FELIPE IV, rey quizás
incomprendido, minusvalorado y
tomado a broma cuando se tratara
de personaje opuesto a su leyenda
negra. Y protagonista de la novela


Como el Diablo dice a su interlocutor monacal: a Dios no le importan esas mierdas. Vigila cuestiones más graves, de índole espiritual (la hipocresía, por ejemplo). Mas “los que mandan”, extorsionados por la supersticiosa presión de la otra gran lacra fanática que ha sufrido España (junto al comunismo: una Iglesia autoritaria), encuentran inexcusable el deseo del rey, víctima de una restrictiva política matrimonial basada en que el coito es mecanismo para la procreación, nunca el gozo, y el sexo no puede ser mero solaz, incluso entre esposos. Sino obligación con el “creced y multiplicaos”.

Esto aflige al Valido, que piensa que su deseo de holgar con su señora sin preocupación otra que satisfacer sus mutuas ansias lo castiga Dios con la esterilidad. Así perturba la religión nuestra conducta. Es esta novela, por tanto, repaso a las gazmoñas costumbres sobre las relaciones adultas en el siglo XVII, divididas entre lo que el cochino vulgo podía hacer, y qué no sus excelsas Señorías.