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EDGAR ALLAN POE sin duda levanta pasiones en el ámbito gráfico; pero, visto como hombre... |
Las notas biográficas de JULIO CORTÁZAR o
WALTER LENING (pienso, de cualquier estudio decente) arrojan una imagen enferma
y pobre del norteamericano. Aviso: quiero centrar (sin ánimo exhaustivo) el
comentario en su personalidad y cómo ésta afecta, contamina, engrandece, hace
mínima-nimia, su producción literaria.
Pues la presunta locura de ROBERT E.
HOWARD, ¿califica o descalifica a CONAN
(o cualquier otro personaje suyo) frente una historia escrita por un autor “más
cuerdo”?
Los escritores arrastran esa negra
leyenda urbana de los defectos y los vicios, sean drogas duras, sexualidad “desordenada”,
o alcohol. Aun conducta un punto (o bastante) excéntrica. Puebla el panorama
literario quienes acabaron mal debido al abuso de sustancias prohibidas. O,
como en el caso de TENNESSE WILLIAMS, fueron víctimas de las contradicciones de
su (homo)sexualidad, que a éste volvieron neurótico, excesivo, desmedido, según
reflejan sus obras teatrales.
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Dos "vivos" que supieron aprovecharse del muerto: ROGER CORMAN y VINCENT PRICE |
Pero hoy toca Poe, su gráfica imagen
desgarrada del poeta trágico. No referiré si bosquejó a SHERLOCK HOLMES, o si
fue un precoz precursor de la ciencia ficción; si fue el decantado de la ya
putrefacta literatura gótica de terror que llegaba de ultramar, todo eso que
hace interesante, desde un banal punto estético, a este autor.
Poe: gigante del orgullo descomedido, empero
hueco por dentro. Para realizarse, construía mentiras monstruosas sobre su
origen, presuntas aventuras de capa y espada en España que habrían deleitado a
DUMAS, padre; un lechuguino cortejador de damas estilo SCARLETT O´HARA, mas que
luego tenía terror pánico por el sexo, tan agudo que lo fuerza a desposarse con
su prima, de doce años de edad. ¿Pederastia?
Demasiado niña aun para su Sociedad, que encontraba
razonable los dieciséis para contraer nupcias. Y deben ocultar en el registro
civil la auténtica edad de la joven. Una niña, ciertamente, inmadura, que vio
siempre un coloso al “primo Eddie”, pero del que no recibió, jamás, atención sexual.
Tampoco la esperaba. Este matrimonio era, en estas condiciones, ideal para Poe.
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¡Uf! Tumbas. Gatos negros. Qué cacao se montaban a base de relatos |
Pero después, este galante débil rondaba
damas que esperarían algo más que sonetos susurrados apasionadamente en un
porche. ¿Cómo terminarían esas relaciones, ante el fragoroso fracaso del tálamo?
La Sociedad ha inventado numerosas excusas y pretextos para eludir explicar este
fiasco, llegando a un divorcio discreto, aduciendo convenientes embustes
beneficiosos para ambas partes.
Pero ahí quedaría: Poe incapaz. ¡El titán
del verxo, impotente para el sexo! Ante
este volumen de defectos, donde resalto su pobrísima debilidad de carácter, oculta
tras ese engreimiento desmedido y las mentiras gargantuescas que no resistían un
somero escrutinio (con la merma de credibilidad que aporta al sujeto), ¿cómo queda
la reputación de Poe? Porque hay más: también insinuó fijación por la necrofila
incestuosa, e incluso gusto morboso/mórbido por el canibalismo, como registra
en GORDON PYM. ¿Debemos ¡aclamar! la
obra de alguien así? ¿Aun a él?
Sus retorcidos vicios, ¿no lo deslucen, en
todo sentido? He imaginado a Poe hoy día, con estos atributos de hedonismo
embustero y arrogante orgullo descomunal, las parafilias asociadas. Ahí está. Incrustado
en internet. Fabricándose perfiles falsos en las redes sociales. Un grito desesperado:
¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!!, soy ¡ESCRITOR!, compongo ¡ODAS!, pero, sobre todo
¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!! Sería uno de tantos vampiros anímicos que malgastan todo
su día en chats repletos de las mendacidades mendicantes de sus almas, aterrado
con la idea de la soledad, de ser “despreciado”, sin autoestima, de carácter ínfimo,
hambriento de respuestas solidarias: ¡pobrecito Poe, paralizado y pateado por
la persecución paranoica de los protervos que perjudican su potencial poético pervertido!
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Ahora cuchillas. Qué elementos más apacibles para el colectivo |
Que Poe debiera inventarse parentela con BENEDICT ARNOLD ya delata su necesidad, salvaje y patológica, de atención. Nula
autoestima. Mínima-nimia valía humana. Lo está ‘salvando’ su muerte, anegada en
láudano y ron, el que desnortados como BAUDELAIRE, o BÉCQUER, fueran sus
tristes calcomanías, así como lo sostiene el airado capricho de algunos “nostálgicos”,
amanerados afectados por la pútrida estética del poeta “en dramáticas
circunstancias”, que ensanchan su aureola de cuentista suicida, negándose a
ver su clamorosa insignificancia como hombre.
Poe. Fuera de las adaptaciones baratas de
ROGER CORMAN, sus cuentos no hallan productora actual. ¿Ha pasado, finalmente, de moda? La lectura de su obra
descubre sus graves carencias. Sus personajes carecen de entrañas. Típico tic de
la literatura gótica, donde la psicología no contaba. Sí montar un decadente
escenario donde el incesto y la antropofagia se estimasen grandes virtudes del
alma, y mucha prosopopeya huera para disimular la incapacidad creativa.