martes, 12 de julio de 2011

LA PLAGA DEL LEOPARDO VERDE – EN EL PRINCIPIO, CRIMEN

Lamentablemente, esta revista
desapareció. El recopilatorio,
incluye el relato reseñado.
Portada: DOMINIC HARMAN
Un considerable cinismo desprenden los párrafos de esta novela corta de WALTER JON WILLIAMS, premio HUGO de 2004. Parece trasunto del estado de ánimo de la presunta protagonista, MICHELLE, una sirena, que, desde su isla, de forma accidental hace un singular descubrimiento.
La plaga del leopardo verde es, en parte, una parábola sobre la GENEmod aplicada no ya como solución al hambre, su objetivo original, sino como un artículo de relativo lujo pero al alcance de todo el que quiera. Michelle había renunciado a su carne original para ser, antes que sirena, simio, y así poder efectuar mucho mejor sus investigaciones.
Tan avanzada está la ciencia que el individuo puede codificar su ser en discos duros, backups donde le almacenan a uno, y si acaso ocurriera algo (como morir), cultivan un nuevo cuerpo, le enchufan esos teras de bits que eres tú y, ¡a vivir! ¿Será por carne?
Pero, más que solazarnos con las vicisitudes de una Humanidad que cambia de cuerpo a placer (o con relativa facilidad), Williams cuenta la tortuosa génesis de este pasmoso mundo. Arranca con el marasmo que aqueja a JONATHAN TERZIAN, un filósofo que recientemente perdió a su esposa y que, de una forma indirecta, proyecta suicidarse. Su inteligencia va urdiendo formas de hacerlo pero sin que parezca que quiso matarse.
WALTER JON WILLIAMS, ¡autor! Parece un
cruce de RAYMOND BURR y VINCENT
D´ONOFRIO, ¿verdad?
Y cuando piensa que ya está encarrilado hacia su elitista inmolación, una perseguida mujer, STEPHANY, frustra sus intenciones dándole un poderoso objetivo para desear llegar a mañana y ser útil a la Humanidad y la Historia todavía.
Este relato es tremendamente crítico con la Sociedad y, en especial, con los que sufren arrebatos mesiánicos. Mediante Stephany arremete contra la falsa sensación de seguridad que anestesia a los occidentales cuando cualquiera, aun el más tirano, les asegura que gobernará “democráticamente”, pero sin intención de hacerlo, y pone por ejemplo el conglomerado de países que surgieron tras la caída de la Unión Soviética. Amparándose en espesos muros de diplomacia, corrupción y “convenientes” huecos legales, en la inoperancia de la ONU, las multinacionales sobornan a los déspotas locales y, en sus industrias, antaño destinadas a derrotar al capitalismo feroz, se fabrican, sin más control que el de la seguridad interna de las propias plantas, armas biológicas, amén de otros productos, o desarrollan proyectos de clonación.
Cubierta foránea de un recopilatorio
de sus relatos; destaca el reseñado
Tales experimentos dejarían a MENGELE a la altura de un mequetrefe. El mundo festejó la caída del comunismo y los líderes surgidos de sus escombros, para aplacar a Occidente, los embobó afirmando que gobernarían con libertad e instituciones democráticas. Por supuesto: la democrática distribución de los suculentos sobornos entre los mandamases y la libertad ilimitada para tiranizar a sus pueblos. Pero, invocadas las Sagradas Palabras, Occidente es remisa a creer que haya juego sucio. Alegar lo contrario es maldad digna de la clásica conspiración judeomasónica.
Stephany, colaboradora de la Santa Croce, trasunto de la Cruz Roja, proviene de África, donde las multinacionales prueban fármacos y armas experimentales, pero eso no es nada con lo que ve en Transnistria, una parte de la ex Unión Soviética. Es uno de esos países donde la ley la imponen los fallos de billetes con que untan a sus dirigentes.
En medio de la barbarie, allí se estaba experimentando con algo que liberaría al mundo del hambre. Una cosa inadmisiblemente costosa para un sistema donde el esfuerzo, el capital, sus argucias para tener a la gente ocupada procurándose el pan, creando lucha de clases, podría desequilibrarlo de manera espantosa.
En fin, ¡pues que habrá que
conseguirla! Veamos qué tal se las
bandeó en la galaxia lejana...
Tal panacea no es que deba desaparecer (matan al inventor, momento en que Stephany halla a Terzian, que se transforma en su protector accidental, iniciando una peligrosa odisea de semanas de duración por Europa), sino que alguien debe comercializarla, y así mantenerle en el poder a través de las servidumbres de la ley de oferta y demanda. La filantropía, para los superhéroes de los tebeos. Esto es el mundo real, y funciona con dólares. Y, de esta gente, ambos escapan a través de Francia e Italia.
Michelle es sirena gracias a esa biomanipulación que transportaba en su equipaje Stephany. Y trabaja recopilando, en internet, datos sobre personas; eso se le da de muerte. La encargan rastrear esas semanas “perdidas” de la biografía de Terzian, el hombre que reinventó el mundo mientras una singular plaga, que volvía a la gente verde en África, pero les alimentaba de sol, se abría paso por el mundo.
Su meticulosa búsqueda, prosaica y fatigante para sus empleadores, va componiendo el mosaico que descubre la verdadera génesis de su mundo. Presentado como algo limpio, puro, se percata de la sangre, la desolación, la desesperación, lo poco rutilante, que en el principio era todo. Acaso a darle lustre contribuyera la sugerente (y no detallada) Guerra de la Velocidad de la Luz, que mató a numerosa población, Terzian entre ellos. Tras el caos, su mito fue cobrando aureola de santidad, algo que al filósofo le hubiera hecho tremenda gracia.
Otra obra, no relacionada con la
ciencia ficción; diversificándose

Williams, en plan demoledor-de-demolición aquél día, satiriza a los ácratas y sus Estados del Sol. Los tacha de guerrilleros de salón, de estadistas de opereta, de gente que, pese a estar “encamisetados” del CHE, empero son más parecidos a los mendas superficiales de SENSACIÓN DE VIVIR que otra cosa. Algo así como que, de nueve a cinco, ¡anarcos!; de seis a medianoche, pijos elitistas de las barriadas elegantes.
Un enfrentamiento ideológico de Terzian con Stephany le hace escribir: “Deja caer a tu anarquista desde un helicóptero en el Congo oriental, digamos, con todas tus teorías y con todo lo que pueda llevar a la espalda, y veamos cómo se desenvuelve…” O sea: del dicho al hecho, hay trecho. Y la ideología es fácil de defender en un medio controlado y con aire acondicionado, pero ¿en plena jungla, sin luz, agua corriente, a años luz del remedo de hospital más cercano? Se buscan voluntarios a poner Estados del Sol en Transnistria, donde primero pegan y luego ejecutan. ¿Nadie?
Al parercer, este filme está relacionado con Williams,
aunque no sé con precisión cómo; si relato, novela,
recomendación... Tiene buena pinta
El estilo de Williams, sólido y con señas distintivas, es diferente en este relato al de HARDWIRED, como una expresión de que se maneja en distintos “campos narrativos” con soltura. Siendo una novela corta, algunos aspectos “pierden” por no estar bastante desarrollados, pero eso permite a nuestra imaginación trabajar, suponiendo cómo fue.
La plaga del leopardo verde merece su galardón. Y Williams parece un autor que está “comprometido” con sus lectores, dándoles algo, ya sea con su estilo, o la trama de sus relatos, confiando obtener su reconocimiento.
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: