viernes, 25 de febrero de 2022

CLONES — DENSO, INSOPORTABLE, INTERMINABLE…

 

Portada con un símil de la mano del
Diablo, para hacerse el interesante.
Quita la parte de la Granja, y el resto
es paja grandilocuente protagonizada
por un perdedor nato

El brutal batiburrillo de géneros que comprime este voluminoso volumen lo convierten en una anarquía a punto de caos que se transforma, en sus cien últimas páginas, en un desesperado alarido del lector por terminarlo y arrumbarlo al más profundo olvido.

Si cyberpunk, si terror, si suspense, si noir… Tal revoltijo pudo dejar entusiasmado a su autor y a no sé quién de Amblin, que le vio méritos (!) para comprar los derechos y adaptarlo a la pantalla de plata (plan afortunadamente frustrado, parece). Porque como sigan estrechamente la narración, con semejante cacao: fracaso cantado.

Aunque con la locura includiversivista que está viviendo el mundo del espectáculo, igual despuntan no sé qué gracia para caer en ídem a un público que abomina de íntegros como RAMBO y cabrean a otro que, como nunca, anhela (si no es un/a tonto/alava progre que debe cumplir cuota ante su manada de red social) las fantasías de Década 80, aunque en ellas imperase el cartón piedra y la stop-motion. Contaban al menos más/menos bien una historia, con diversos arquetipos icónicos que pretendían ser inspiradores, a ratos moralizantes. Lo actual es un adoctrinamiento descerebrado cebado de subvenciones manipuladas por gente que, lo último, es descerebrada. Rapaz, traicionera, embustera… lo que quieras. Empero que sabe muy bien qué persigue: enriquecerse sin doblarla.

MICHAEL MARSHALL
SMITH con media sonrisa
de "cómo os la he colado,
gualdrapas. Y, encima,
amenazan con película
de este libro"

Pero eludo hablar de esto comentando este tocho. Aunque las primeras sesenta páginas tienen un tenor harto prometedor (historia que, al contener el elemento clones, prefigura la ética de preguntarnos si tenemos derecho a replicar versiones nuestras para que sean un botiquín auxiliar de nuestros órganos defectuosos, ya que, por avanzada que esté la medicina, o la ingenética, al parecer una copia de nosotros garantiza más éxito frente al posible rechazo que cualquier medicamento —cuesta un poco creerlo, aunque cada relato tiene su aquél que sienta la duda—). El estilo combina un argot callejero junto con nociones más culteranas de la literatura, como fresco aliciente añadido, a la cuestión ya resaltada sobre el empleo de clones para según qué propósitos.

MICHAEL MARSHALL SMITH relata las vicisitudes de JACK RANDALL, expolicía corrupto y drogata, que vivía en una gigantesca nave comercial, el MegaMall, que un día se aposentó en Richmond, Estados Unidos, medrando allí. Nos presenta a sus compis de drogas, líos y borracheras. Randall no cesa de cometer errores. Le coges tal tirria que no le deseas nada bueno. Si cayera por el hueco de un ascensor matándose, aplaudirías. Tal fracasada piltrafa no puede emprender la hazaña que exige la narración, punto.

Sí, sí. Al principio logra engancharnos (los clones, las Granjas donde los descuartizan, la ciudad-nave, su fauna tribalpunk…) hasta que, girando ciento ochenta grados, ¡mete al fracasado en una crepuscular dimensión paralela boscosa donde te apiolan antes de y tres!, adonde antaño desarrollaron una larga e inútil guerra sin motivo comprensible. No devastaba bastante leer sobre los picos que el menda se mete y otras torpezas. Descompone del todo las paredes de esta novela descubrir que matan brutalmente a su familia y, en vez de rehabilitarse y ponerse en plan THE PUNISHER para vengarse por Nueva Richmond, ¡se pira a la Granja de los clones donde casi la diña de sobredosis! Remata tanto despropósito viajar a un plano paralelo para descubrir la faceta espiritual/metafísica de Randall y agotar tu paciencia de lector definitivamente.

Otra más de su pluma.
No correré riesgos. Ya he
tenido bastante con esta

Esta novela, por cuanto prometía su inicio (los clones, su secuestro, la ciudad-nave, su rescate en un claustrofóbico entorno mezcla de JUNGLA DE CRISTAL y DREDD), se desarregla página a página por la ineficacia yonqui de un protagonista obsesionado con la redención, mas cada vez que le tienden una mano para sacarle del pozo, la rechaza, o muerde, hundiéndose en el albañal por hallarse más cómodo allí, flipándolo.

De sincero corazón lo digo: ni la mires. ¡Huye! Derroche doloroso de tiempo y dinero.

viernes, 18 de febrero de 2022

MONK (SERIE TV) — O POR QUÉ LOS DETECTIVES SON SOLTEROS

 

El misófobo protagonista; con estas
monacales pintas, como que no vas a
ninguna parte. Empero...

A priori, Monk parece una aburrida y repelente serie de una especie de obsesivo minusválido “polifóbico” vestido como un cateto español de Década 60, más ALFREDO LANDA del Franquismo que PACO MARTÍNEZ SORIA, plagado de manías y complejos que bordean lo ODIOSO, haciéndole no irritante, sino insoportable. Uno de esos programas que espantan al público por su atontado concepto y el no menos provinciano protagonista, afincado en la norteamericana San Francisco.

Sin embargo, cuando la programación te comprime entre densos bloques de naderías, mierdas, inclusividades y demás modernas basuras, Monk no pinta ya tan mal, porque se hace un mundo levantarse del sofá para ver un DVD. Empiezas a hallarle curiosidades y honduras psicológicas (las que tanto excitan a los cornudos escritorzuelos góticos) que hacen muy significativa una serie que, por su antiglamourosa envoltura, sorprende que se mantuviese ocho temporadas en antena. Dos, o tres, parecen demasiadas.

Estrenan Monk (2002) cuando la TV la regían privates detectives, policiales o de alquiler, de subido guapetón o repelente sabihondez (CSI DÓNDE-SEA), superficiales galanes de celofán que siempre se ventilaban a una rubia buenorra según lo demandara el episodio. (Aunque las series donde no pasa esto suelen ser más deprimentes.)

Pues SHARONA FLEMING me gustaba más que
NATALIE TIGGER; sabía contenerle las muchas 
tonterías. También prefería la sintonía de cabecera
de la primera temporada. Pero...

¿Qué ofrece Monk? Un paleto menos espabilado que su aspecto. Un hombre vulgar (TONY SLAHOUB tendrá muchas cualidades, pero de sex-symbol GEORGE CLOONEY, no), exasperante con su manía obsesiva-compulsiva y el pánico a un millar de cosas. ¿Quién puñetas quiere ver la serie de tal desastroso tío? Vuelvo a CSI Donde-Sea pese a que sus diálogos son puras carajotadas y las actuaciones son de maniquíes de palo.

Aunque insisto: “entras” en la serie y ves detalles. Como la cansina viudedad de Monk. La señora de Monk, TRUDY, muere en atentado de coche y esto recluye al ex policía de San Francisco en su casa tres años. La serie le empuja a salir y terminar cada episodio, bianco, bien intencionado, humorístico, para completar las ocho temporadas, en cuyos capítulos finales esclarecen el enigma de quién/porqué murió/mató a Trudy.

Por la novela noir que llevo leída, es
la primera vez que veo a dos oficiales
de policía hacer investigaciones de
campo, no las coordinan. Claro, que
cuando son estos dos pasmas...

La inquebrantable lealtad a su esposa, aun a su recuerdo, oculta otra fobia de Monk: al sexo. Nombrarlo lo descompone, a punto de convertirse en kippel. Ocultan esta aversión con lo del recuerdo a Trudy y tal, pero, no. Monk teme al sexo, aversiona toda versión del erotismo, y esto lleva a sospechar si, durante su matrimonio, alguna vez consumaron debidamente la relación. Entonces, consciente de que las mujeres gozan también de tensiones sexuales que deben aplacar, comprendes que Trudy era frígida. Hacían manitas en el sofá, dormían juntos, todo muy HELLO KITTY, mas, llegar a más… nanay.

Para un sexófobo agudo y una frígida consumada, ¡unión perfecta! Somos grandes camaradas, disfrutamos de un poderoso y ejemplar amor platónico, aunque engolfarnos en pasiones animales que, por naturales que sean, nos parecen inmundas, NANAY plus.

Apreciado este detalle es cuando Monk desmonta su aparente vulgaridad. Descubres qué autorreferente es de sí misma. Cómo intercala detalles de episodios previos en otros posteriores. Crean un sutil Monkverso, que incluye personajes bastante estrambóticos, que produce una pequeña sensación de deleite. El resultado: acabas enganchado a su aparente puerilidad, que no es tan inofensiva como parece.

Atentos, un prófugo de la mítica SEINFELD. Un
detalle peculiar de
MONK es que se enfrenta, casi
siempre, a atléticos/arrogantes lindos criminales
que contrastan con su imagen bicromática y
acomplejada, provinciana. Empiezan los detalles...

Esto deriva a la digresión de por qué los detectives, privados o policiales, son solteros (incluso el inefable COLUMBO): una esposa, una relación en cualquier grado, es un obstáculo. Atrofia el poderoso órgano del análisis deductivo del detective, le pone en la temida tesitura de esperar venganza en la persona amada por parte de un enemigo, lo que abocaría la situación a otro plano (MAD MAX). No es por misoginia que sean solteros, sino que se sacrifican conscientemente para evitar una tragedia.

viernes, 11 de febrero de 2022

OTOÑO TEMPRANO (SERIE SPENSER) — CURIOSIDAD INNECESARIA…

 

Portada nacional. De tiroteos en
coches y tal, nanay

…es lo que justifica adquirir esta novela, cursi bibelot literario; roza el pulp y defrauda sus pretensiones de noir; las cumple apenas superficialmente. Para lectores nacidos incluso en Década 90, el protagonista de esta historia, el private detective (qué cornudo ignorante) Spenser, nada les dirá, y este hecho en muy poco les afecta. Breve historia:

Spenser aterriza en nuestras ochenteras TVs como serie vespertina dominical. Por entonces, la TV tenía escasas opciones, y no parecía tampoco tan mal plan perder una hora visionando aquello. Spenser sale de esta serie de novelas, concebidas por ROBERT B. PARKER, quien se empapó de la obra de un puñado de autores de género policíaco en un momento de su vida. Para no estallarle los sesos con todos los SAM SPADE o PHILIP MARLOWE que se los pisoteaban, inventa a Spenser (nombre de un poeta inglés dieciochesco, creo) y lo arroja a la palestra armado con su irónica erudición de gourmet, su tajante novia y su peligroso compadre negro, que es quien parte la pana con su Mag. .357 Phyton, buen conocedor de los peligrosos bajos fondos bostonianos.

Cuando abres una novela noir, conociendo el paño, sabes qué esperas encontrar más/menos o en qué orden: el sarcástico private detective (el cuernos) con sus dosis de acíbar y socarronería, fundas que protegen su corazón de oro; la femme fatale que finge una cosa siendo luego lo opuesto; ubicaciones deprimidas pobladas de matones más/menos letales; dosis de violencia más/menos dura; un falso culpable que lidera una organización criminal más/menos importante… un desenlace más/menos a lo AGATHA CRHISTIE: reunidos todos, el private detective (cornudo) señala al culpable tras descartar a éste y aquélla, así como desvela los ardides empleados, más/menos burdos.

ROBERT B. PARKER
de paseo del perro. No
se lució este señor con
esta novela, por cierto

Olvídese el lector de Otoño temprano de encontrar todo eso. Cuando realmente sucede algo de lo descrito, quedas tan perplejo que te obligas a convencerte de que SÍ, EN EFECTO, ES NOVELA NEGRA. Porque, inicio aparte (donde Parker deja a Spenser como un papagayo carajote), que sí contiene elementos de narración cortante y de personajes extremos, el resto parece una novela dramático-social, algo digno de DICKENS escrito entre cuentos de navidad.

Otoño temprano va de que una pureta calentona contrata a Spenser para que recupere a su hijo (al que no quiere, descubre el private detective —cornudo—) “secuestrado” por el padre del chaval, matonzuelo de vaga influencia en Boston, empero bien relacionado con pesos medios del hampa local (describe HAWK a Spenser) que acaban implicados en el asunto y obligan, ¡por fin!, a convertir la narración “sentimental” en ¡novela negra!

No es que esperase leer enésima entrega de EL VERDUGO ejecutando mafiosos a cada capítulo de sus pulps de modo más/menos punzante o espectacular; aunque confiaba respetaran las reglas del género que DONALD WESTLAKE, JOE GORES o JACK HIGGINS han apuntalado: el tipo duro de buen corazón, la femme fatale, el malo etc. No. Nada de eso. Spenser apadrina al esmirriado y abúlico chaval andrajoso, llevándoselo de camping una temporada hasta transformarlo en un fornido aspirante a danzarín que los profesores de su escuela de danza se disputan. Por joven. Guapetón. Bailarín.

Afiche de la serie televisiva. Propia de
Década 80, cuando éramos más simples
(MIAMI VICE le daba un revolcón)

No sé si era por criticar un estereotipo o confirmarlo que Parker referencia que los danzarines dramáticos son homoX, y depredan a sus alumnos… o entre ellos. Aparte de eso, Spenser demuestra ser buen heliogábalo versado en vinos, pintura y literatura, y que sostiene una relación de tónicos caracteres con su avispada novia. Hecho curioso, sin embargo, pues estos personajes tienden a ser “misóginos”, no tanto por gusto como por el que los vericuetos del amor les distraería de su labor. Y generaría rehenes o represalias.

Escasa en electrizante acción, carismáticos personajes turbios, momentos de tensión/suspense. Pulida parábola de un samaritano sobrevenido que busca ganarse el Cielo y cuyo resultado induce un suave tedio y decepción.

viernes, 4 de febrero de 2022

MINORITY REPORT — Y SUS GUIÑOS A STAR WARS: EPISODIO II

 

Afiche. De implacable cazador a
acelerado fugitivo de su propio
equipo. El hombre que rompe la
infalibilidad del sistema

Destaca la fotografía de este filme de $TEVEN $PIELBERG basado en un cuento de PHILIP K. DICK. Los escenarios “utópicos”, matizados por los apilados detritos de los callejones, tienen el interés de ser intrigantes, empero como se esperan de una película de este corte, relativizas su importancia. Nos centramos en la fotografía, pues: fría, azul-verdosa, el proscenio al fondo neblinoso por mor de los puntos de luz que abundan en segmentos del éste. Lo siguiente es la trama, que, pese a ser “un PKD”, por esta vez no va de que el protagonista descubre que no es quien cree, y debe luchar por confirmar su identidad o admitir que vive una pantomima montada para según qué objetivo.

Sí va de drogas y sus fatales secuelas. Escritor “tan versado” en la materia no podía eludirlas. El yonqui JOHN ANDERTON combate el traumático secuestro de su hijo, SEAN, con combinaciones de duras jornadas laborales en la innovadora brigada PreCrimen, y dosis de neuroína, que le noquean unas horas. No sé cuánto de esto es dato biográfico de PKD, pues parece lo estigmatizó la muerte de su hermana melliza. Puede establecerse el puente entre el secuestro del chaval con el arrebato que la Parca hizo de su hermana. Y la droga es manera “elástica” tanto de huir de la realidad como de encontrar posibles respuestas a los Grandes Enigmas Universales que nos acomplejan.

La chica de "soñaba" el futuro. ¿Hasta qué punto
se justifica tratarla como un valioso objeto sin
consciencia o vida propia en nombre del bien
común? Otro punto reflexivo de la cinta

Minority Report explora la complejidad del avatar, si todo es como SARAH CONNOR afirma (no hay futuro; sólo el que creas), o hay una aterradora cadena de inmutables acontecimientos cuyos eslabones debemos recorrer inexorablemente. Estaba establecido escribiera esta reseña hoy, 02/02/22, al instante después del Big Bang, y no había forma humana (¿acaso divina, sí?) de impedirlo.

O una suerte caótica de factores me impulsa a teclearla ahora mismo para que tú, lector, sigas la misma locura aleatoria de circunstancias que te hacen leerla. O, al revés: estabas predestinado, desde aquél remoto momento, a hacerlo. ¿Determinismo, o Caos; qué es?

Llegan problemas para la división PreCrimen.
El FBI quiere apoderarse de él. Avanzando la
trama, el aparente enemigo puede ser un amigo

Otro hito es la deshumanización del Sistema, cómo puede violar sin escrúpulos la individualidad o libertad de los sujetos (los PRECOGS, en este caso) si esto brinda diversas ventajas. No es caso excepcional. Cada día sucede, con nuestro conocimiento o ignorancia. Pero estimula el debate: ¿puede el Estado apresar en ese estado de fotónica “semilucidez” a los PreCogs, desposeyéndoles de albedrío y aspiraciones, su propio futuro, en nombre de la seguridad colectiva? Repito: a diario, de un modo u otro, sucede. Sin embargo, aunque inquietante, algo nos obliga a eludir la cuestión. Huimos del debate por perturbador, por podernos suceder, imagino.

Vira entonces nuestra atención a lo de: predestinado-azar fortuito. Ponen dos ejemplos de que podemos torcer el destino siempre que lo conozcamos de antemano. Anderton no mata al falso secuestrador pederasta de su hijo; LAMAR BURGUESS comete asesinato, mas no contra la víctima prevista. Hacen errar a los aparentemente infalibles PreCogs. Imaginemos ahora esto: un mundo en que, estando avisados, podemos eliminar nuestros errores. ¿En qué derivaría? ¿Sería mejor? ¿Peor? ¿Crearía un caos colosal matar a ADOLF HITLER en 1929? ¿O en qué inspiradora prosperidad viviría Europa?

Mochilas voladoras, naves como la SLAVE I,
un vertiginoso duelo en una fábrica robotizada...
elementos presentes en EPISODIO II que sin
empaño $PIELBERG incorporó a su película

Supongamos que, sí, Hitler DEBE desencadenar la Segunda Guerra Mundial porque sirve a ignoto (y siniestro) oscuro designio divino. Mas un crononauta lo asesina en 1925 y, de vuelta a su época, descubre devastación incalculable, porque en 1950 HEINRICH HIMMLER, caudillo de una frustrada Alemania, disparó armas nucleares por todo el planeta. O si evitar el magnicidio de JFK iniciaría en 1970 una guerra atómica para controlar el petróleo mundial… Ucronías así: a pares, pues podemos componer.

¿Existe un factor corrector del Tiempo-Historia, o ésta puede ser amoldable a nuestras necesidades? ¿Y cuáles serían sus secuelas? Otro interesante punto del filme está en cómo “ubican” al sujeto mediante los anuncios, escaneando nuestras retinas “traidoras”.