Critican la ausencia de historias novedosas
en Hollywood; especulan con que estudios y productores desprecian interesantes
guiones hoy arrinconados en un cajón. Confunde la obsesión de Tinseltown por
rescatar una vez y otra viejas producciones que fueron éxito. Aducen hay miedo.
Hay WOKE (ese corrosivo fascismo). Hay mediocridad. Faltan ideas.
Pienso impera un compendio de todo eso. Retrasa
las propuestas que podrían reactivar segmentos del cine que ahora parecen
padecer perfecta parálisis. Empero, de todas esas acusaciones de falta de
novedad y brío, si alguna merece toda imputación y castigo, es esta
readaptación del cuento de PHILIP K. DICK que con tanto brío PAUL VEHOEVEN estampó en la pantalla para nuestro
ochentero deleite. No quiero machacar al realizador LEN WISEMAN porque quizás
se limitó a ser mangoneado por productores insensibles y un estudio
incompetente mas hambriento de dinero que, ante una hecatombe (como fue), le echase
encima cuanta mierda fuese necesaria para quedar libres de toda culpa.
Soslayaré recordar un argumento que
conocéis por la versión del por entonces portento del cine de acción de Década
80, ARNOLD SCHWARZENEGGER, que supo adaptarse al aire de malévolo
sarcasmo, sadismo y humor negro como Verhoeven rodó el distópico DESAFÍO TOTAL de 1990. Prefiero destacar algunos de
los defectos que honran esta producción iniciada en 2011 en terreno canadiense.
Lo primero chusco es eso de La Catarata: atravesamos desde Londres a ¿Sydney?, ¿Melbourne?, el núcleo de la Tierra para llegar ora una, ora otra capital. ¿Ustedes saben qué gigantesca obra de ingeniería supone perforar la Tierra y crear/asegurar el conducto que sale en la cinta, túnel-tubo de increíbles dimensiones que debe resistir como nada imaginable (adamantino quizás) el calor y la presión del magma y el núcleo?
Por no hablar del trastorno
electromagnético que causa alterar el núcleo, aunque sea de refilón. Porque
seguro que las condiciones de escudo como nos protege de los vientos solares y
demás calamidades estelares (esa siempre frágil capa de ozono) cambiarían si al
lado tiene un tubo-túnel perturbando los delicados equilibrios magnéticos o
gravitacionales que envuelvan-genere al núcleo.
Nos pasamos por el forro el asunto; es
ciencia ficción. Permitido todo. Pues, no. Hasta la ficción posee sus reglas,
por excepcionales que sean, y debe cumplirlas a rajatabla.
Luego: el único país que conecta con
Australia es España. Son nuestras antípodas. Por algo en su momento fuimos los
primeros europeos en pisar aquellas costas. Gran Bretaña pudo colonizarlas
después. Pero no conecta así con la tierra de los canguros.
Lo siguiente que destaco es el
abarrotamiento manga urbano que rememora paisajes del clásico BLADE RUNNER. Todo asiático, todo caligrafía del Lejano
Levante, todo neón y pinceladas holográficas. Saturación en una convulsa Mega City de amontonadas arcologías que incitan pensar: Bueno: si
tienen el territorio así de elaborado, con la Ingeniería
SLO que necesitasen para edificarlo… por no hablar del tubo-túnel… ¿por qué no
han procurado recuperar la tierra maldita que dicen está ponzoñosa por los
virus?
¿Construyen esas ciudades masificadas que
requieren de no sé qué magia arquitectónica para sostenerse, pero no pueden
invertir un duro en recuperar tierras? La ciencia parece bastante avanzada.
Podrían gradualmente ir regenerando países, ¿no?
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El malo con sus androides y todo eso. Ninguno de los personajes posee el carisma de los originales. Cosas de la dirección y el salero intrínseco, la creatividad y la visión |
No; sino, desaparecería el glamour
del tubo-túnel, eje de toda la propuesta. Luego está la apropiación que hacen
de una secuencia de MINORITY REPORT. La persecución en coches aéreo-magnéticos
está casi calcada de la de Minority (donde COLIN FARRELL fue
coprotagonista), aunque para disimularlo añaden más espectáculo, chatarra, porrazos
y secuencias “emocionantes”.
Esta versión es inferior a la “más galáctica” de Arnold S y sus maquetas pese al aumento de SFX computarizados, robots policías y urbes masificadas. Tal despliegue no remonta la cinta. Esto es otro aspecto a considerarse: abarrotar de millones una cinta como esta para desperdiciarlos en vacuidades no es hacer cine. Es despilfarro.