domingo, 28 de diciembre de 2014

LOS (MODERNOS) SHERLOCK HOLMES — TELEVISIVOS

JEREMY BRETT como el patrón-oro de la
comparación. No han podido eclipsar su
interpretación de SHERLOCK HOLMES
La conocida ficción de SIR ARTHUR CONAN DOYLE, lanzada al consumo popular desde el principio, como una sólida base que brindara cierta cobertura económica para emprender redacciones de más ambiciosa catadura “intelectual”, destinadas a inmortalizar su nombre para la posteridad (C. Doyle estaba en clave SIR WALTER SCOTT, pensando componer una grandilocuente panoplia de encomiadas ficciones pseudohistóricas), no ha podido eludir la gravedad del actual consumo de masas, y ‘reaparece’, modernizada, en teleseries que ocupan un segmento de la programación.

C. Doyle ODIABA a Holmes. Tanto, que pronto intentó matarlo, atando a su voluntarioso, aunque algo obtuso, biógrafo, JOHN H. WATSON, al matrimonio, cuyas exigencias le evitarían brujulear por Londres en pos de criminales empeñados en el más difícil todavía: cometer el crimen perfecto, y eludir el banquillo. Luego, despeñó por una profunda catarata a los dos grandes pensadores rivales del momento, al menos en el hampa. ¡Adiós, Mr. Sherlock Holmes del 221B de Baker Street!, pensó gozoso C. Doyle, según encaraba la concepción de algún titánico mamotreto psedoScott.

SIR ARTHUR CONAN DOYLE, un
caballero británico con desbordante
imaginación que detestaba a su
creación más popular
Pero el maniático cocainómano misógino había enamorado al populux, que vehemente exigió su resurrección. C. Doyle no podía concebir peor suerte (literaria). ¡Sería recordado, por toda la eternidad, ¡y más allá!, como uno de los padres del pulp por mor de un saltimbanqui extravagante, en vez de un gigante de la digna novela histórica, que aportara un noble IVANHOE o, dados al ejemplo, otro fastuoso BEN-HUR! ¡Dios! ¡No!

[Esto debe quedar totalmente claro: Sherlock Holmes es literatura pulp de consumo. Mejor escrita, quizás, que JOHN CARTER. Pero es el Primer Superhombre Pulp, no ese caro juguete/bibelot de la densa Alta Literatura que algún pretencioso “entendido” intenta colarnos ahora.]

Estamos viviendo la era del consumo de masas audiovisual más pujante de nuestra Historia. Inevitable, pues, que Holmes & Watson, siempre golosa carne de emulación y adaptación, acabasen ofreciendo global esparcimiento, como cuando llenaban páginas en la revista (pulp) The Strand.

El problema es que la adaptación de Holmes al medio televisivo, y al siglo XXI, tiene una irregular, equívoca suerte. Por fortuna, contamos con tres ejemplos que permiten contrastar y efectuar el análisis.

El Sherlock Holmes del siglo XXI, encarnado por BENEDIT CUMBERBATCH y JONNY LEE MILLER, dista enormemente del brillante caballero descrito por C. Doyle y que, con notable acierto, bordara el desaparecido JEREMY BRETT.

Empecemos por aquí, ¿qué más da? ¿Le sienta bien el siglo
XXI a Sherlock Holmes, un hombre pese a todo vinculado a
estructuras sociales, morales y religiosas que permitían
hacerle destacar por su inconformismo pseudoácrata?
Los Holmes XXI son arrogantes, maleducados, excesivos. Sus dotes intelectuales les hacen insoportables tiranos, muy próximos al intolerante caprichoso niño pijo que su indumentaria vagamente recuerda.

Cumberbatch, sin embargo, está más contenido que Lee Miller. Un poco. Su vehemente capacidad de análisis es un repentino estallido de jactancia, acompañado por una expresiva gesticulación nerviosa. No obstante, por caprichos creativos cuyo origen no logro ubicar, sus absurdas manías y aparentes necrofilias rebasan el borde de la tolerancia, desluciendo la competente actualización que, hasta entonces, ha realizado.

[Tanto el John Watson de Sherlock como la JOAN WATSON de ELEMENTARY siguen siendo apéndices que luchan tanto por dar contraste como mostrar moderna independencia a su personaje, agotándose durante el esfuerzo.]

Otro Holmes del XXI. Inaguantable.
Esclavo policial, falso luchador anti
Sistema, arrogante, desbordado. Eso sí:
si te ponen las asiáticas en minifalda y
tacones, ¡es tu serie, tigre!
Lee Miller encarna a un anoréxico Sherlock Holmes arrogante, antipático, despótico. Te ponen histérico sus abundantes ademanes vehementes y repentinos, así como su avasallador carácter. No es sutil; menos, elegante. Sus mañas para atrapar al malo tienen tal carga de puerilidad que ofende nuestra inteligencia.

[Obviamente, traslada un papel orquestado por varias personas. Pero ha debido incorporar algo personal que, estimo, no es positivo.]

Resulta llamativa la dependencia de su Holmes de un Cuerpo neoyorkino de Policía al que sirve sumisamente. Hay sigul en el detalle: una imponente mente deductiva, tendente a la acracia, llena de extravagantes manías de genio, empero está encadenada a los parámetros gubernamentales de una fuerza de represión estatal.

Norteamérica, cuna del individualista, no tolera genios individualistas extranjeros sueltos. Ha embotellado al inmigrante Holmes, doblegándolo a un conformismo oficial insoslayable. Este Holmes se muestra desagradable y arrogante con todos, pero se vuelve dócil y servil lacayo ante cualquier policía. No va por libre. No investiga aberrantes casos de clientes desbordados. Espera ansioso la llamada policial para desplegar su talento.

ROBERT DOWNING JR sí que ha sabido
calar a Holmes y tributar al concepto de
Brett. Podemos imaginar su Holmes
como uno durante su juventud. (Y
brillante labor la de JUDE LAW)
Jeremy Brett, finalmente, encarnó el mejor, más brillante y recordado Sherlock Holmes televisivo. Lo adaptó al entorno imperialista-clasista/racista del postvictorianismo con una sabiduría, elegancia y meticulosidad que los Holmes XXI no consiguen equiparar. Su Holmes era un caballero que, a veces, cedía a la soberbia de su talento innato, pero nunca lo empleaba como un flagelo con el que castigar a las personas de su entorno, caso de los Holmes XXI.

Incorporó al personaje una mímica característica y cierta desinhibición frente a los rígidos convencionalismos que alentaba Watson. Los Holmes XXI han fracasado frente al Holmes XIX, cuya imagen no pueden superar, y de la que, lamentablemente, tampoco logran aprender nada. Permanecen a su sombra, donde estarán siempre.

Vuestro Scriptor.