JEREMY BRETT como el patrón-oro de la comparación. No han podido eclipsar su interpretación de SHERLOCK HOLMES |
La conocida ficción de SIR ARTHUR CONAN
DOYLE, lanzada al consumo popular desde el principio, como una sólida base que
brindara cierta cobertura económica para emprender redacciones de más ambiciosa
catadura “intelectual”, destinadas a inmortalizar su nombre para la posteridad (C.
Doyle estaba en clave SIR WALTER SCOTT, pensando componer una grandilocuente
panoplia de encomiadas ficciones pseudohistóricas), no ha podido eludir la
gravedad del actual consumo de masas, y ‘reaparece’, modernizada, en teleseries
que ocupan un segmento de la programación.
C. Doyle ODIABA a Holmes. Tanto, que pronto
intentó matarlo, atando a su voluntarioso, aunque algo obtuso, biógrafo, JOHN
H. WATSON, al matrimonio, cuyas exigencias le evitarían brujulear por Londres
en pos de criminales empeñados en el más difícil todavía: cometer el crimen
perfecto, y eludir el banquillo. Luego, despeñó por una profunda catarata a los
dos grandes pensadores rivales del momento, al menos en el hampa. ¡Adiós, Mr.
Sherlock Holmes del 221B de Baker Street!, pensó gozoso C. Doyle, según
encaraba la concepción de algún titánico mamotreto psedoScott.
SIR ARTHUR CONAN DOYLE, un caballero británico con desbordante imaginación que detestaba a su creación más popular |
Pero el maniático cocainómano misógino
había enamorado al populux, que vehemente exigió su resurrección. C. Doyle no
podía concebir peor suerte (literaria). ¡Sería recordado, por toda la
eternidad, ¡y más allá!, como uno de los padres del pulp por mor de un saltimbanqui extravagante, en vez de un gigante
de la digna novela histórica, que aportara un noble IVANHOE o, dados al ejemplo, otro fastuoso BEN-HUR! ¡Dios! ¡No!
[Esto
debe quedar totalmente claro: Sherlock Holmes es literatura pulp de
consumo. Mejor escrita, quizás, que JOHN CARTER. Pero es el Primer Superhombre Pulp, no ese caro juguete/bibelot de la densa Alta Literatura que algún
pretencioso “entendido” intenta colarnos ahora.]
Estamos viviendo la era del consumo de
masas audiovisual más pujante de nuestra Historia. Inevitable, pues, que Holmes
& Watson, siempre golosa carne de emulación y adaptación, acabasen
ofreciendo global esparcimiento, como cuando llenaban páginas en la revista (pulp) The Strand.
El problema es que la adaptación de
Holmes al medio televisivo, y al siglo XXI, tiene una irregular, equívoca
suerte. Por fortuna, contamos con tres ejemplos que permiten contrastar y
efectuar el análisis.
El Sherlock Holmes del siglo XXI,
encarnado por BENEDIT CUMBERBATCH y JONNY LEE MILLER, dista enormemente del
brillante caballero descrito por C. Doyle y que, con notable acierto, bordara
el desaparecido JEREMY BRETT.
Los Holmes XXI son arrogantes,
maleducados, excesivos. Sus dotes intelectuales les hacen insoportables
tiranos, muy próximos al intolerante caprichoso niño pijo que su indumentaria
vagamente recuerda.
Cumberbatch, sin embargo, está más contenido
que Lee Miller. Un poco. Su vehemente capacidad de análisis es un repentino
estallido de jactancia, acompañado por una expresiva gesticulación nerviosa. No
obstante, por caprichos creativos cuyo origen no logro ubicar, sus absurdas manías
y aparentes necrofilias rebasan el borde de la tolerancia, desluciendo la
competente actualización que, hasta entonces, ha realizado.
[Tanto
el John Watson de Sherlock como la
JOAN WATSON de ELEMENTARY siguen
siendo apéndices que luchan tanto por dar contraste como mostrar moderna
independencia a su personaje, agotándose durante el esfuerzo.]
Otro Holmes del XXI. Inaguantable. Esclavo policial, falso luchador anti Sistema, arrogante, desbordado. Eso sí: si te ponen las asiáticas en minifalda y tacones, ¡es tu serie, tigre! |
Lee Miller encarna a un anoréxico
Sherlock Holmes arrogante, antipático, despótico. Te ponen histérico sus
abundantes ademanes vehementes y repentinos, así como su avasallador carácter.
No es sutil; menos, elegante. Sus mañas para atrapar al malo tienen tal carga
de puerilidad que ofende nuestra inteligencia.
[Obviamente,
traslada un papel orquestado por varias personas. Pero ha debido incorporar
algo personal que, estimo, no es positivo.]
Resulta llamativa la dependencia de su
Holmes de un Cuerpo neoyorkino de Policía al que sirve sumisamente. Hay sigul
en el detalle: una imponente mente deductiva, tendente a la acracia, llena de extravagantes
manías de genio, empero está encadenada a los parámetros gubernamentales de una
fuerza de represión estatal.
Norteamérica, cuna del individualista, no
tolera genios individualistas extranjeros sueltos. Ha embotellado al inmigrante
Holmes, doblegándolo a un conformismo oficial insoslayable. Este Holmes se
muestra desagradable y arrogante con todos, pero se vuelve dócil y servil lacayo
ante cualquier policía. No va por libre. No investiga aberrantes casos de
clientes desbordados. Espera ansioso la llamada policial para desplegar su
talento.
ROBERT DOWNING JR sí que ha sabido calar a Holmes y tributar al concepto de Brett. Podemos imaginar su Holmes como uno durante su juventud. (Y brillante labor la de JUDE LAW) |
Jeremy Brett, finalmente, encarnó el
mejor, más brillante y recordado Sherlock Holmes televisivo. Lo adaptó al
entorno imperialista-clasista/racista del postvictorianismo con una sabiduría,
elegancia y meticulosidad que los Holmes XXI no consiguen equiparar. Su Holmes
era un caballero que, a veces, cedía a la soberbia de su talento innato, pero
nunca lo empleaba como un flagelo con el que castigar a las personas de su
entorno, caso de los Holmes XXI.
Incorporó al personaje una mímica
característica y cierta desinhibición frente a los rígidos convencionalismos
que alentaba Watson. Los Holmes XXI han fracasado frente al Holmes XIX, cuya
imagen no pueden superar, y de la que, lamentablemente, tampoco logran aprender
nada. Permanecen a su sombra, donde estarán siempre.
Vuestro Scriptor.
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