domingo, 5 de julio de 2015

TED — ¡QUE MADURES!

Afiche de una singular comedia fantástica 
Todas las carcajadas que presuntamente el pretencioso bodrio de KICK-os-follen-espectadores-porque-somos-los-más-chulos, ¡y lo demostramos!-ASS, debería haberme arrancado (tanto prometía el prospecto que recomendaba el bastardo engendro), lo hizo esta cinta de SETH MCFARLANE. Aguda e irreverente, apoyada en un suculento y denso légamo de CultuPop que desnuda nuestra (decadente) cultura actual, la Sociedad de masas en la que nos movemos, o fuerzan a mover, contiene una sucesión de gags y apreciaciones que ya quisiera el mojón de Kick-Ass ofrecer.

Lo del pajillero adolescente con verde traje de buceo que busca le endiñen porque es masoca reprimido pero logra que la crítica desborde de entusiasmo ante el absurdo que supone que un joven poco afinado mueva a las (aborregadas) multitudes merced a Youtube, ¡rompe la pana! Cuatro apreciaciones, encima robadas a películas o cómics de mayor calidad, lo hace un suculento plato para un ensordecido fandom. Y ¡ay de ti! (versaría HOMERO) de llevarle la contraria a la irritada jauría.

Empieza el día como acabó el previo. Un interesante canto
a la lealtad y la amistad protagonizan estos dos elementos
Para empezar: es un tío vistiendo un estrambótico traje. Un mundo serio no lo tomaría en serio. Sería el cachondeo de Youtube. No su héroe. Y luego, el ATS que le atendió cuando le dieron la primera tunda, ¿no iba a recordar ese traje chorra? Al carajo su identidad secreta. No hay que montar la parafernalia final (tomada de LOS ELEGIDOS) para descubrirle. Se chiva el tío por una pasta, y sanseacabó.

Ted, el andante-parlante oso de peluche vivo gracias a un milagro navideño, detalle que la encaja en el fantástico, que procura incorporar a sus rutinas todos nuestros defectos (más que logros), es un despliegue de divertidas observaciones que realza la interpretación del nuncanada que encarna MARK WAHLBERG. Lo de su “fijación” con la nefasta cinta de FLASH GORDON y la “querencia” por un envejecido SAM JONES (que se parte la caja en la recreación del asalto a la fortaleza de MING con la moto espacial, llevando a su fan de “paquete”) es de lo más gracioso, e incisivo por lo satírico, que he visto últimamente.

Vaya novia comprensiva. Pese al riesgo que tiene Ted, lo
deja estar en la cama con su ligue. Tampoco pretende ser
un obstáculo en una amistad tan duradera
Ted incide en las filias que desarrollamos en torno a la presente Cultura de Masas que parece ir reemplazando los viejos cánones culturales basados en la música clásica o las novelas de los tiempos primordiales de LOVECRAFT como cimiento indispensable para la educación del individuo.

O una minoría, ciertamente, que sabe apreciar sus enormes valores educativos o morales, al menos. McFarlane también satiriza la “cultura de la droga”, el colócate, tío, no pasa ná…, salvo perder montones de neuronas indispensables, pronto, para tener en ON el sistema locomotriz, y te embrutecen y, fíjate, amigo-dueño de Ted: llevas años en un empleo propio de adolescente ambicioso que ve esto del alquiler de coches algo más digno que ser dependiente de hamburguesería, cuando puedes aspirar a más.

Pero ciertas vicisitudes hasta enquician a Ted... ¡y lo
obligan a buscar curro!
Creo importante destacar este detalle. Luchan por legalizar ciertas drogas. Como si el alcohol no bastara, ¡ahora vamos a tener, además, adictos al cannabis atropellando gente!, porque algún “erudito” dijo que no pasa ná, tío, mola que destruya el cerebro con mayor agresividad que la priva. Ese detalle jamás lo dicen. Se aferran a dudosas “virtudes terapéuticas” poco sustanciadas.

El amigo-amo de Ted (el propio juguete se lo recrimina) está pillado en una onda de mediocridad que acentúa la ingesta de drogas. ¡Está por perder el amor de su vida porque estar de flipes con Ted viendo Flash Gordon por enésima vez vale un Potosí! Ha fabricado un improductivo drogaverso placentero en el cual se hunde cada vez más. Es la crítica contra quienes sostienen que el consumo de drogas ayuda, no mata.

¡Así se lo monta, el peluche!
Es este aspecto, crítico y adulto, el que McFarlane va entreverando con los chistes (la reacción de Wahlberg, de infantilismo extremo, en la escena del excremento en el salón, ¡cojonuda!) en esta fresca cinta lo que la ha hecho merecedora de excelentes críticas y una secuela. Ya veremos si está al nivel de la predecesora.

Recomiendo Ted. Sólo con un arma en la sien sugeriría Kick-Basura-Ass.