domingo, 2 de agosto de 2015

EDGAR ALLAN POE

EDGAR ALLAN POE sin duda levanta pasiones en el
ámbito gráfico; pero, visto como hombre...
Las notas biográficas de JULIO CORTÁZAR o WALTER LENING (pienso, de cualquier estudio decente) arrojan una imagen enferma y pobre del norteamericano. Aviso: quiero centrar (sin ánimo exhaustivo) el comentario en su personalidad y cómo ésta afecta, contamina, engrandece, hace mínima-nimia, su producción literaria.

Pues la presunta locura de ROBERT E. HOWARD, ¿califica o descalifica a CONAN (o cualquier otro personaje suyo) frente una historia escrita por un autor “más cuerdo”?

Los escritores arrastran esa negra leyenda urbana de los defectos y los vicios, sean drogas duras, sexualidad “desordenada”, o alcohol. Aun conducta un punto (o bastante) excéntrica. Puebla el panorama literario quienes acabaron mal debido al abuso de sustancias prohibidas. O, como en el caso de TENNESSE WILLIAMS, fueron víctimas de las contradicciones de su (homo)sexualidad, que a éste volvieron neurótico, excesivo, desmedido, según reflejan sus obras teatrales.

Dos "vivos" que supieron aprovecharse
del muerto: ROGER CORMAN y
VINCENT PRICE
Pero hoy toca Poe, su gráfica imagen desgarrada del poeta trágico. No referiré si bosquejó a SHERLOCK HOLMES, o si fue un precoz precursor de la ciencia ficción; si fue el decantado de la ya putrefacta literatura gótica de terror que llegaba de ultramar, todo eso que hace interesante, desde un banal punto estético, a este autor.

Poe: gigante del orgullo descomedido, empero hueco por dentro. Para realizarse, construía mentiras monstruosas sobre su origen, presuntas aventuras de capa y espada en España que habrían deleitado a DUMAS, padre; un lechuguino cortejador de damas estilo SCARLETT O´HARA, mas que luego tenía terror pánico por el sexo, tan agudo que lo fuerza a desposarse con su prima, de doce años de edad. ¿Pederastia?

Demasiado niña aun para su Sociedad, que encontraba razonable los dieciséis para contraer nupcias. Y deben ocultar en el registro civil la auténtica edad de la joven. Una niña, ciertamente, inmadura, que vio siempre un coloso al “primo Eddie”, pero del que no recibió, jamás, atención sexual. Tampoco la esperaba. Este matrimonio era, en estas condiciones, ideal para Poe.

¡Uf! Tumbas. Gatos negros. Qué
cacao se montaban a base de relatos
Pero después, este galante débil rondaba damas que esperarían algo más que sonetos susurrados apasionadamente en un porche. ¿Cómo terminarían esas relaciones, ante el fragoroso fracaso del tálamo? La Sociedad ha inventado numerosas excusas y pretextos para eludir explicar este fiasco, llegando a un divorcio discreto, aduciendo convenientes embustes beneficiosos para ambas partes.

Pero ahí quedaría: Poe incapaz. ¡El titán del verxo, impotente para el sexo! Ante este volumen de defectos, donde resalto su pobrísima debilidad de carácter, oculta tras ese engreimiento desmedido y las mentiras gargantuescas que no resistían un somero escrutinio (con la merma de credibilidad que aporta al sujeto), ¿cómo queda la reputación de Poe? Porque hay más: también insinuó fijación por la necrofila incestuosa, e incluso gusto morboso/mórbido por el canibalismo, como registra en GORDON PYM. ¿Debemos ¡aclamar! la obra de alguien así? ¿Aun a él?

Sus retorcidos vicios, ¿no lo deslucen, en todo sentido? He imaginado a Poe hoy día, con estos atributos de hedonismo embustero y arrogante orgullo descomunal, las parafilias asociadas. Ahí está. Incrustado en internet. Fabricándose perfiles falsos en las redes sociales. Un grito desesperado: ¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!!, soy ¡ESCRITOR!, compongo ¡ODAS!, pero, sobre todo ¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!! Sería uno de tantos vampiros anímicos que malgastan todo su día en chats repletos de las mendacidades mendicantes de sus almas, aterrado con la idea de la soledad, de ser “despreciado”, sin autoestima, de carácter ínfimo, hambriento de respuestas solidarias: ¡pobrecito Poe, paralizado y pateado por la persecución paranoica de los protervos que perjudican su potencial poético pervertido!

Ahora cuchillas. Qué elementos
más apacibles para el colectivo
Que Poe debiera inventarse parentela con BENEDICT ARNOLD ya delata su necesidad, salvaje y patológica, de atención. Nula autoestima. Mínima-nimia valía humana. Lo está ‘salvando’ su muerte, anegada en láudano y ron, el que desnortados como BAUDELAIRE, o BÉCQUER, fueran sus tristes calcomanías, así como lo sostiene el airado capricho de algunos “nostálgicos”, amanerados afectados por la pútrida estética del poeta “en dramáticas circunstancias”, que ensanchan su aureola de cuentista suicida, negándose a ver su clamorosa insignificancia como hombre.

Poe. Fuera de las adaptaciones baratas de ROGER CORMAN, sus cuentos no hallan productora actual. ¿Ha pasado, finalmente, de moda? La lectura de su obra descubre sus graves carencias. Sus personajes carecen de entrañas. Típico tic de la literatura gótica, donde la psicología no contaba. Sí montar un decadente escenario donde el incesto y la antropofagia se estimasen grandes virtudes del alma, y mucha prosopopeya huera para disimular la incapacidad creativa.