viernes, 15 de julio de 2016

CIVIL WAR (CÓMIC) — PUES…

Vigorosa portada diseñada para atraer
nuestra atención. Lo logra
Presentado como suceso trascendental dentro de los soportes de MARVEL COMICS, su lectura ponderada muestra más ‘inconvenientes’ que ventajas. Que atractivo, es, pese a que MARK MILLAR ‘refresque’ los elementos presentados por MARK WAID en KINGDOM COME (apenas lo disimula). Se aprecia, asimismo, que la narración adolece del defecto de haberse diversificado en considerable número de ‘licencias’ que han desarrollado, a su vez, acontecimientos que se reflejan, de un modo u otro, en el tronco principal del relato.

Puede leerse estupendamente sin los añadidos, desde luego; pero la sensación de haber perdido un detalle que ayuda a engrandecer Civil War es persistente. Es jugarreta mercantil que tiende insidiosas redes obviando que: no todos estamos montados en el $, como tampoco podemos gastar parte del salario adquiriendo esas ‘ramificaciones’; es fea esta voracidad comercial, implacable con los lectores. Que tampoco desean comprar números de colecciones que desprecian/le resultan indiferentes, como X-MEN, por ejemplo. No son tantos los que desean conocer sus penurias muties. Pero fuerzan a gastar en su añadido sólo para enterarte que, en la página quince, sucedió algo que se cuenta, sesgado, en el tomo recopilatorio.

Un luctuoso suceso pondrá en marcha acciones que
revolucionarán y cuestionará conductas tradicionales
Los nuevos narradores, he comentado anteriormente, adolecen de una tendencia al texto lacónico contagiosa. Es cierto que el exceso de STAN LEE y seguidores, llenando la plancha de innecesarios cartuchos de texto, podía ser molesto. Pero hemos pasado de eso, al telegrama. La aristada historia es tan inmensa, las emociones que se producen tan vastas/devastadoras, que necesitan más diálogo del que Millar ha prestado a los personajes para contarnos su drama. Lo que más me ha irritado de esta colosal producción coral es cuán extremo cicatero fue Millar con las repercusiones, o su reflejo, de los hechos en estos superhéroes.

Claro, están los ‘agregados’ de esas otras colecciones para completar la enormidad del suceso. Y luego, destaco ese juego ‘perverso’ que tanto Marvel como DC COMICS están trayéndose: copiar o imitar ideas poderosas dándoles su regusto doméstico. Por sí mismos, ¿no tienen qué contar, con independencia de qué haga la competencia?

Acontecimientos de esta trascendencia luego
carecen del debido eco en el transcurso de la
importante historia
Además, había que dar ¡caña! Eso precisa de espacio, también. Un cómic que presume de acción, y más de una editorial que ha marcado estilo, no puede eludirla. Lo malo es que, al ser tantos, tan poderosos, la acción quedó tan repartida que no acaba de satisfacer. Es lo nefasto de las obras grupales. Evitar centrar el “debate físico” en sus pesos pesados, como indica la lógica, empero perjudica la aparición de personajes que tienen su relevancia. Civil War, per se, requería más números de los que presenta. Y viñetas por página, incluso.

Este TONY STARK se hace antipático; dista mucho del que ROBERT DOWNING, JR, ha interpretado. Lo dibujan como un benefactor de la humanidad cuyo plan parte desde un despiadado ángulo mercantil, desluciendo su generosidad. Pero el espíritu antisistema que más o menos todos abrigamos, simpatiza con la individualista postura (este es el auténtico meollo de la saga: cómo lo colectivo/corporativo/oficial aplasta al sujeto, negándole espacio crítico) de CAPTAIN AMERICA. Su brillante frase: ¿Nos dirá Washington quiénes son los supervillanos?, lo aclara todo.

Los desengañados desertores pagan
caro el cambio de bando
Los superhéroes pasarían de ser centinelas voluntarios del bien y la paz a un organismo imperialista americano de represión global, siervos de las políticas antiterroristas (a la carta) del presidente GEORGE W. BUSH y los intereses económicos de los lobbys que le avalaban. Un auténtico superhéroe, no comulga con eso.

Significativa ausencia la de supervillanos como DR. DOOM. ¡Para él, la disidencia es un regalo! Asaltaría Norteamérica sin piedad, sometiéndola bien pronto. Sin embargo, como la actitud disidente de NAMOR (su intervención puede entenderse un acto de guerra), o no aparece, o se disipa en apenas nada. Detalle chusco es la derrota del MUERTEBOT, pues implica, sola, la declaración de guerra contra EE.UU. Pero Millar no contempla esas consideraciones. Tanto TANTO que contar para, al final…