Vigorosa portada diseñada para atraer nuestra atención. Lo logra |
Presentado como suceso trascendental
dentro de los soportes de MARVEL COMICS,
su lectura ponderada muestra más ‘inconvenientes’ que ventajas. Que atractivo,
es, pese a que MARK MILLAR ‘refresque’ los elementos presentados por MARK WAID
en KINGDOM COME (apenas lo disimula).
Se aprecia, asimismo, que la narración adolece del defecto de haberse
diversificado en considerable número de ‘licencias’ que han desarrollado, a su
vez, acontecimientos que se reflejan, de un modo u otro, en el tronco principal
del relato.
Puede leerse estupendamente sin los
añadidos, desde luego; pero la sensación de haber perdido un detalle que ayuda
a engrandecer Civil War es
persistente. Es jugarreta mercantil que tiende insidiosas redes obviando que:
no todos estamos montados en el $, como tampoco podemos gastar parte del
salario adquiriendo esas ‘ramificaciones’; es fea esta voracidad comercial,
implacable con los lectores. Que tampoco desean comprar números de colecciones que
desprecian/le resultan indiferentes, como X-MEN,
por ejemplo. No son tantos los que desean conocer sus penurias muties. Pero fuerzan a gastar en su
añadido sólo para enterarte que, en la página quince, sucedió algo que se
cuenta, sesgado, en el tomo recopilatorio.
Un luctuoso suceso pondrá en marcha acciones que revolucionarán y cuestionará conductas tradicionales |
Los nuevos narradores, he comentado
anteriormente, adolecen de una tendencia al texto lacónico contagiosa. Es
cierto que el exceso de STAN LEE y seguidores, llenando la plancha de
innecesarios cartuchos de texto, podía ser molesto. Pero hemos pasado de eso,
al telegrama. La aristada historia es tan inmensa, las emociones que se
producen tan vastas/devastadoras, que necesitan más diálogo del que Millar ha
prestado a los personajes para contarnos su drama. Lo que más me ha irritado de
esta colosal producción coral es cuán extremo cicatero fue Millar con las
repercusiones, o su reflejo, de los hechos en estos superhéroes.
Claro, están los ‘agregados’ de esas
otras colecciones para completar la enormidad del suceso. Y luego, destaco ese
juego ‘perverso’ que tanto Marvel
como DC COMICS están trayéndose:
copiar o imitar ideas poderosas dándoles su regusto doméstico. Por sí mismos,
¿no tienen qué contar, con independencia de qué haga la competencia?
Acontecimientos de esta trascendencia luego carecen del debido eco en el transcurso de la importante historia |
Además, había que dar ¡caña! Eso precisa
de espacio, también. Un cómic que presume de acción, y más de una editorial que
ha marcado estilo, no puede eludirla. Lo malo es que, al ser tantos, tan
poderosos, la acción quedó tan repartida que no acaba de satisfacer. Es lo
nefasto de las obras grupales. Evitar centrar el “debate físico” en sus pesos
pesados, como indica la lógica, empero perjudica la aparición de personajes que
tienen su relevancia. Civil War, per se, requería más números de los que
presenta. Y viñetas por página, incluso.
Este TONY STARK se hace antipático; dista
mucho del que ROBERT DOWNING, JR, ha interpretado. Lo dibujan como un
benefactor de la humanidad cuyo plan parte desde un despiadado ángulo
mercantil, desluciendo su generosidad. Pero el espíritu antisistema que más o
menos todos abrigamos, simpatiza con la individualista postura (este es el
auténtico meollo de la saga: cómo lo colectivo/corporativo/oficial aplasta al sujeto,
negándole espacio crítico) de CAPTAIN AMERICA. Su brillante frase: ¿Nos dirá
Washington quiénes son los supervillanos?, lo aclara todo.
Los desengañados desertores pagan caro el cambio de bando |
Los superhéroes pasarían de ser
centinelas voluntarios del bien y la paz a un organismo imperialista americano
de represión global, siervos de las políticas antiterroristas (a la carta) del
presidente GEORGE W. BUSH y los intereses económicos de los lobbys que le avalaban. Un auténtico
superhéroe, no comulga con eso.
Significativa ausencia la de
supervillanos como DR. DOOM. ¡Para él, la disidencia es un regalo! Asaltaría
Norteamérica sin piedad, sometiéndola bien pronto. Sin embargo, como la actitud
disidente de NAMOR (su intervención puede entenderse un acto de guerra), o no
aparece, o se disipa en apenas nada. Detalle chusco es la derrota del
MUERTEBOT, pues implica, sola, la declaración de guerra contra EE.UU. Pero
Millar no contempla esas consideraciones. Tanto TANTO que contar para, al
final…