Monocromático afiche que recuerda al primero de THE MATRIX |
La no muy tardía publicación de mi
distopía hard boiled tribalpunk SOGUETTO
enlaza con el comentario que quiero realizar sobre este filme lleno de (disparatada)
acción y una puesta en escena que bebe
de todos los manantiales del subgénero. Ligeramente puestos en él, distingues
al punto cosas de 1984 y FARENHEIT 411, envolviendo una idea que
se desmonta apenas paras un instante a reflexionar sobre ella, tumbando a
continuación el conjunto de la vehemente película.
Destinada al aparente lucimiento físico
en las artes marciales de CHRISTIAN BALE, que seguía mesomorfo tras el rodaje
de AMERICAN PSYCHO (digo yo), acaso
encarando su futuro papel de BATMAN,
roles intermedios entre tanto. No creo, repito no obstante, que la cinta fuese
directamente preparada para que este actor se mostrase MASTER DEL UNIVERSO del kung-fu.
El papel sugiere lo reclamaba.
Nuestro héroe con uniforme/sotana que parece propio de un vigilante de LA FUGA DE LOGAN, y su compañero |
Es el CLÉRIGO JOHN PRESTON en una Sociedad distópica relativamente cercana a la nuestra, con vagos visajes steampunk. En este mundo (dominado por
el PADRE, el remedo del GRAN HERMANO orwerlliano), las emociones están
prohibidas. Sentir lleva a guerrear, y guerrear lleva al páramo madmaxiano. Así
que las han abolido. Hasta la música está prohibida. Cada ciudadano (con unos
atuendos/uniformes de colores apagados que inhiben asimismo la ostentación o el
capricho, la tentación de sentir) ingiere a determinada hora del día un veneno
que le inhibe los sentimientos.
Y van como zombis, aunque con cierto
poder de criterio. Aplastando las emociones que no sean la obediencia absoluta
a esta extraña ortodoxia y cuyas metas se hacen difusas según las vas planteando
dentro de tu cabeza.
Ese tío de las pantallas agobia al inexpresivo personal que pasea por la apabullante Mega City sin emociones visibles. Gracias por la idea a GEORGE ORWELL |
Preston extermina a los herejes que, en
un Submundo tipo DEMOLITION MAN, se
las apañan por perpetuar toda nuestra cromática variedad actual. Empero, por un
error, Preston olvida tomar el zumo. Y una explosión de sensaciones le pone el
dial de la conducta en REBELDÍA.
Lo siguiente ya podemos imaginarlo: el
conflicto de Preston, entre obedecer-pelear contra la ortodoxia política
reinante, pasarse a la resistencia, la presión policial de los que fueran sus
compañeros de faena, un trepa que trata de medrar a costa de su caída (o sea,
expresa la emoción de la ambición, al loro), el desagradable desenlace, en el
cual Preston tumba un régimen en apariencia inamovible, pero cuyos cimientos
eran de cartón piedra. La necesidad de dar ilusión/victoria/esperanza al
espectador.
Un trepa que pretende hacerse leyenda urbana a costa del pellejo de Preston. Su ambición, ¿no es una emoción que debería estar erradicada en este lugar? |
Todos sabemos que ese tipo de dictaduras
no caen de inmediato; y, a veces, sustituyen a unos cabrones otros aún peores.
La película, con extravagantes tiroteos estilo
THE MATRIX (otra fuente), falla en
que: para eliminar toda posibilidad de disidencia, y dado que les hacen
consumir un producto que ahoga las emociones, ¿por qué no le incluyen una enzima,
o qué sé yo que, además, haga que amen al Gran Hermano incondicionalmente? ¿Los
someta sin remedio? ¿Quién iba a saberlo? ¿E impedirlo? Les haría por completo adictos
a las consignas arrojadas por las omnipresentes telepantallas.
No sólo truenn las Berettas salvajes; también emplean katanas desbocadas de las que Preston se muestra un virtuoso que no veas |
Acabo de cargarme, con este sencillo
razonamiento, una película que no perseguiría la dramática batalla del
individuo contra el Estado totalitario sin necesidad de coreografías exageradas
de los tiroteos de cualquier película de JOHN WOO, sino la coreografía
exagerada de los tiroteos de cualquier película de John Woo y unos trajes de sectarios
tela de chulos, un poco barrocos algunos, bastante JUDGE DREDD otros.
Ocio puro, con un vago segmento de trama
psicológica para aparentar sustancia ante la crítica puntillosa. Pasas el rato,
y a otra cosa.