viernes, 22 de julio de 2016

EQUILIBRIUM — SIGUEN PINTÁNDONOSLO NEGRO

Monocromático afiche que recuerda al
primero de
THE MATRIX
La no muy tardía publicación de mi distopía hard boiled tribalpunk SOGUETTO enlaza con el comentario que quiero realizar sobre este filme lleno de (disparatada) acción  y una puesta en escena que bebe de todos los manantiales del subgénero. Ligeramente puestos en él, distingues al punto cosas de 1984 y FARENHEIT 411, envolviendo una idea que se desmonta apenas paras un instante a reflexionar sobre ella, tumbando a continuación el conjunto de la vehemente película.

Destinada al aparente lucimiento físico en las artes marciales de CHRISTIAN BALE, que seguía mesomorfo tras el rodaje de AMERICAN PSYCHO (digo yo), acaso encarando su futuro papel de BATMAN, roles intermedios entre tanto. No creo, repito no obstante, que la cinta fuese directamente preparada para que este actor se mostrase MASTER DEL UNIVERSO del kung-fu. El papel sugiere lo reclamaba.

Nuestro héroe con uniforme/sotana que parece propio de
un vigilante de
LA FUGA DE LOGAN, y su compañero
Es el CLÉRIGO JOHN PRESTON en una Sociedad distópica relativamente cercana a la nuestra, con vagos visajes steampunk. En este mundo (dominado por el PADRE, el remedo del GRAN HERMANO orwerlliano), las emociones están prohibidas. Sentir lleva a guerrear, y guerrear lleva al páramo madmaxiano. Así que las han abolido. Hasta la música está prohibida. Cada ciudadano (con unos atuendos/uniformes de colores apagados que inhiben asimismo la ostentación o el capricho, la tentación de sentir) ingiere a determinada hora del día un veneno que le inhibe los sentimientos.

Y van como zombis, aunque con cierto poder de criterio. Aplastando las emociones que no sean la obediencia absoluta a esta extraña ortodoxia y cuyas metas se hacen difusas según las vas planteando dentro de tu cabeza.

Ese tío de las pantallas agobia al inexpresivo personal que
pasea por la apabullante Mega City sin emociones visibles.
Gracias por la idea a GEORGE ORWELL
Preston extermina a los herejes que, en un Submundo tipo DEMOLITION MAN, se las apañan por perpetuar toda nuestra cromática variedad actual. Empero, por un error, Preston olvida tomar el zumo. Y una explosión de sensaciones le pone el dial de la conducta en REBELDÍA.

Lo siguiente ya podemos imaginarlo: el conflicto de Preston, entre obedecer-pelear contra la ortodoxia política reinante, pasarse a la resistencia, la presión policial de los que fueran sus compañeros de faena, un trepa que trata de medrar a costa de su caída (o sea, expresa la emoción de la ambición, al loro), el desagradable desenlace, en el cual Preston tumba un régimen en apariencia inamovible, pero cuyos cimientos eran de cartón piedra. La necesidad de dar ilusión/victoria/esperanza al espectador.

Un trepa que pretende hacerse leyenda urbana a costa
del pellejo de Preston. Su ambición, ¿no es una
emoción que debería estar erradicada en este lugar?
Todos sabemos que ese tipo de dictaduras no caen de inmediato; y, a veces, sustituyen a unos cabrones otros aún peores.

La película, con extravagantes tiroteos estilo THE MATRIX (otra fuente), falla en que: para eliminar toda posibilidad de disidencia, y dado que les hacen consumir un producto que ahoga las emociones, ¿por qué no le incluyen una enzima, o qué sé yo que, además, haga que amen al Gran Hermano incondicionalmente? ¿Los someta sin remedio? ¿Quién iba a saberlo? ¿E impedirlo? Les haría por completo adictos a las consignas arrojadas por las omnipresentes telepantallas.

No sólo truenn las Berettas salvajes; también emplean
katanas desbocadas de las que Preston se muestra un
virtuoso que no veas
Acabo de cargarme, con este sencillo razonamiento, una película que no perseguiría la dramática batalla del individuo contra el Estado totalitario sin necesidad de coreografías exageradas de los tiroteos de cualquier película de JOHN WOO, sino la coreografía exagerada de los tiroteos de cualquier película de John Woo y unos trajes de sectarios tela de chulos, un poco barrocos algunos, bastante JUDGE DREDD otros.

Ocio puro, con un vago segmento de trama psicológica para aparentar sustancia ante la crítica puntillosa. Pasas el rato, y a otra cosa.