miércoles, 8 de marzo de 2017

BLADE (FILME) — MITOS RENOVADOS

Afiche. Aunque suene presuntuoso, tras
BLADE las pelis de nósferos no fueron ya
iguales. Pregúntenle a
VAN HELSING
Saber los antecedentes (el tío con la bandolera llena de cuchillos de madera que mataba nósferos por lo decadente de Londres), hizo sintiera yuyu por la película. Pero constituyó agradable sorpresa. Suponía corolario a un revulsivo que llevaba algunos años cociéndose (un aspecto distinto del nósfero, entendido como un refinado pero inquietante forastero a cuyo alrededor empieza a desaparecer la gente, todo desde una pausada perspectiva llena de misterio y suspense, para no espantar además a las futuras víctimas), bullendo en cintas como LOS VIAJEROS DE LA NOCHE o ABIERTO HASTA EL AMANECER.

Esos ejemplos mostraban un aspecto ‘bélico’ del mito. VAMPIROS (la novela) también abordaba, desde ese enfoque, ‘la problemática’. Todas, empero, comparten un mismo caudal: la existencia de un submundo, una especie de pararrealidad, donde imposibles que meten pavor a adolescentes en la pantalla de plata o narraciones más-menos escabrosas, son reales, y el miedo, algo banal. ¡Puro pánico experimentas en situaciones de combate como las que afronta Blade!

De discos molonas que son comederos encubiertos. El
gótico castillo ruinoso desaparece ¡por fin!, dándonos a
ver así que también estos seres gustan de renovarse. ¿No
podían hacerlo, dado su inmenso hedonismo narcisista?
Así, el nósfero abandonaba su aire de rancio aristócrata de Europa del Este, expeliendo decadencia y sensación de refinados sadismos, aislado en una mansión u hogar de aire confortable/acaudalado, romántico-trágico encadenado a los sobados clichés de la productora Hammer, que a fuerza de usarlos los dejó harapientos, para convertirse en unas nuevas generaciones PP (party permanente) que abarcaban todo el espectro social. A un tiempo son fuertes, elitistas, clasistas, arrogantes, groseros, irrespetuosos; abren discos de moda, para atraer a sus víctimas, donde se alimentan de ellas.

Blade (al menos, la primera) muestra asimismo aire de contención económica. Exhala Serie B por casi todos los fotogramas. Eso la hace, curiosamente, aún más agraciada, pues adviertes cuánto se esforzó el personal por hacer útil cada dólar invertido. WESLEY SNIPES sin duda vio en Blade $uculenta franquicia. Vamos a aportar hasta el último gramo de talento (generando una imagen fría, poderosa, icónica, que comete algunas chulerías coreografiadas para aumentar el espectáculo, rehuyendo lo artificioso del drama) para reventar taquilla y luego dormirnos en los laureles (cosa que sucedió en la nefasta tercera entrega).

La dama en peligro, para que la peli
cumpla con todos los tradicionales
requisitos de la aventura
Lo importante, al menos para mí, fue el remozado que sufría el caduco mito europeo. (A señalar, sin embargo: ROBERT RODRIGUEZ mostrara que los nósferos de Méjico podían ser aún más antiguos que los europeos, con quienes podían compartir lazos, o ser raza muy viajera, acendrada en la Historia y el mundo.) Blade transforma la imagen del siniestro elegante de capa con forro de escarlata seda, que parece cargar penas de amor eternas pero de implacable voracidad al hallar alimento en las arterias palpitantes de sus víctimas, cansino por su repetición encorsetada a parámetros harto vistos, en algo moderno, similar a un ejecutivo de una Corporación despiadada que sólo busca beneficios sin reparar en consecuencias físicas o morales, que atraviesa las ciudades como relámpagos, y sustenta una corte elitista donde la democracia es una idea risible.

Imperan los machos alfa y los aspirantes, como en las manadas de los más elevados predadores. Combatiendo ora por mantenerse, ora por ocupar el trono. (La idea no excluye a ámbitos donde este concepto pareciera ajeno. La competitividad adquiere numerosas formas.) 

El malo, por mucha música moderna que escuche, no deja
sin embargo de desarrollar tribalismos prehistóricos, como
la desmedida ansia de poder
Este feliz refrescado, lamentablemente, acabó torciéndose a la izquierda, y todo el muestrario de monstruos que aterrara nuestra infancia se volvió blanditas encarnaciones de crepusculares jovencitos de fabricación cosmética para llenar los cines de chiquillas enamoradizas que simpatizan con el taciturno licantro de turno o el repeinado nósfero obligado a sorber sangre con una novia perdonalotodo boba que quiere ser la MARGARITA de este adolescente mito atontado de FAUSTO.

Por suerte, Blade, para hombres de pelo en pecho, sigue salvando la situación.