viernes, 3 de agosto de 2018

WESTWORLD (SERIE TV) – 1ª TEMPORADA — MUCHO RUIDO…

Afiche. La sensación general de dinero
que despide la serie no merma
sus errores

De aquella idea, borrador, embrión, boceto, de MICHAEL CRICHTON que luego se explayaría más lujosamente en Parque Jurásico, la cadena de TV HBO, que al parecer es la más atrevida y cañera, ofrece esta serie cuya trama, en sí, daba para cinco episodios y mucho es.

Sus responsables, empero, la extienden aún más empleando una sucesión de fatuos y previsibles suspenses misteriosos y personajes cruzados donde la figura maquiavélica de ANTHONY HOPKINS gravita con el empaque de su interpretación de WOTAN, hablando de manera enigmática, pausada, cínica, sarcástica, arrojando más sombras y aristas para tenernos rehenes atentos esperando el desenlace de tantos secretos que van encadenándose en una producción que ofrece demasiados desnudos y muchos tiroteos gratuitos para compensar la evidente falta de miga del contexto intelectual.

Según avanzas, empiezas a verle fallos por doquier. Recaes, una vez tras otra, en que todo cuanto bruñe la serie es el ‘impactarnos’ con los desnudos y los tiroteos, desarrollados para sacar la bestia que guardamos dentro, entusiasmada con el restallo de los revólveres que truenan a veces sin motivo y sin cesar. Los ejecutivos responsables del impresionante parque temático urden diversas situaciones violentas para aplacar la sed de mal de los acaudalados clientes.

El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero
iba en pos de él. Parece ser una cosa, pero luego resulta otra.
Y, sí: también este pistolero persigue a su "hombre de negro"
Y punto. Semeja todo Westworld querer contarnos algo harto sabido: lo de que bajo la piel tenemos algo retorcido que allí aflora libre de preocupaciones. Es como una sesión de catarsis de los problemas cotidianos que se resuelven vistiendo de época y portando el Igualador al costado por un puñado de dólares. Vuelves al hogar, al estrés diario, y sueñas con el momento en que puedas regresar al espectacular parque temático a matar… ¿replicantes?... para sentirte hombre, liberado, descansado…, malvado.

Eso tiene cortísimo recorrido. Nos lo han narrado en montones de historias antes con mayor éxito. Es el viaje de nuevo, aunque en vez del héroe, del villano, hacia la transición al supervillano. En algún momento del descenso se supone empiezas a remontar, a saber cómo eres realmente: bueno, feo, malo. Mas todo está orientado de forma que allá sólo asome lo peor que reservamos. Tomar a uno, o dos, personajes que van desplegando un juego equívoco de emociones es otro pretexto (que venderán sin embargo como importante motivo para justificar la producción) para añadir episodios a una historia corta, pobre, y que, está dicho, va sobre lo infame que podemos llegar a ser si nos lo proponen, o permiten.

El titiritero manipula a sus infinitos títeres en un perverso
juego que intuimos es una filfa espectacular. Nada más
Westworld recuerda a ese experimento donde torturas a alguien aplicándole electroshocks. O te niegas, o matas al otro. Muestras tu valía moral o capacidad de obediencia a alguien con poder según oprimas el botón. Sí, ajá. Así/de eso va Westworld: ¿obligatoriamente debo implicarme en la muerte tenía un precio porque sí? ¿O sin más puedo deleitarme con la oferta que genera un impresionante parque temático?

Generar luego a los ¿replicantes? que reciben ese castigo incesante una progresiva ‘alma’, porque el programa que borra sus memorias es defectuoso encima, es otro pretexto para dar impresión de “cultura” a la serie. ¿De veras precisan una inteligencia tan elaborada que les permite almacenar flashbacks que van formulándoles una personalidad? Porque vas a Westworld a matar y/o a follar, dicho en plata. El/la receptor/a de tus ‘atenciones’ ¿debe tener una prolija personalidad sintética? Sirve para dos cosas, en esencia. ¿A qué crearles un “pasado”? Pues para que Hopkins aparezca más siniestro aún.

Pienso que el motivo de tanto desnudo es para que los técnicos
no vean a tan elaboradas máquinas como seres humanos. Al
despojarles de ropa, les privan de humanidad. Los cosifican
La idea original que Crichton plasmaba en la película podía ser que conocemos tan poco a las máquinas muy evolucionadas que éstas podrían desarrollar carácter genuino y que éste nos guardaría mucho rencor. Esa idea se apuntala aquí, aunque de ese modo tan lánguido, engreído, abstracto, que terminas hastiado del flatulento producto final.