miércoles, 15 de agosto de 2018

LEY Y ORDEN - ACCIÓN CRIMINAL — SI DEBES VER SERIES DE POLIS, ÉSTA

Siendo Agosto, más sobre TV. Una
excelente recomendación para recordar y
cubrir el tiempo de ocio del que gocemos

De todo el fárrago sobre investigadores policiales, ésta era mi serie preferida. Me gustaba en especial la actuación de VINCENT D´ONOFRIO como el singular detective ROBERT GOREN. Era distinto al habitual “canon” que la repelente franquicia de CSI:DONDE-SEA ha estandarizado. Si apreciamos los contrastes entre ambas franquicias, Goren triunfa. Sus peculiaridades le matizaban, le daban color, idiosincrasia. Personalidad.

Los de CSI eran de palo: estereotipos de “peritos” ‘profundamente’ “sabios” armados de una concluyente sentencia verbal similar a un fustazo que endilgarle al culpable. Carecían sin embargo (digan lo que digan sus intérpretes) de fondo; parecían marionetas movidas por la voraz codicia del productor de las pelis de MICHAEL BAY en cualquier dirección que el dinero olfatease sin contemplar si la más mínima-nimia coherencia se ajustaba al episodio que estaban rodando.

Me recordaban a sofisticados juguetes de cuerda estilo MAETZEL que, durante el tiempo de tuvieran que actuar, se movían, expelían sus diálogos de mierda (óiganlos, verán que sarta de huecos disparates son) y ocupaban campo ante la cámara en pose chulesca de absoluto vencedor cortando la pana.

Con este espontáneo gesto, VINCENT D´ONOFRIO hizo
popular, nuevo y distinto al detective ROBERT GOREN
Goren era distinto. Acompañándole, la detective EAMES ayudaba un tanto a realzar ante nuestros ojos su figura; pero no se trataba de la WATSON usual. Por poco que fuese, sacaba sus garras, dibujaba independencia acusada. Desde su aparente aire de secundaria ramplón, daba sorpresas esbozando notable inteligencia. Cuando Goren erraba, estaba allí Eames para rectificarle. Sabía de qué iba el tema. No lo fingía.

Acción Criminal, empero, acabó pecando de CSIitis. En algún momento, una franquicia con autónomo aliento propio que, para nada, debía imitar a la competencia, ¡la copió! Gente de CSI empezó a producir sus episodios. El bajón se hizo clamoroso. Goren se transformó, o casi, en la figura unidimensional que parecía tener carácter porque algo del guión sugería lo tuviese. También el personaje, per se, poseía tal peso que no podía convertirse en otro insufrible HORATIO CAINE o GIL GRISSOM (que ascendió en algún momento a inaguantable Maestro Jedi). Trataron de machacarlo, adjudicarle demencia, tonterías mil. No: Goren sobrevivió. Siguió siendo él.

Y no quiero desdibujar la importancia de su compañera, la
detective ALEXANDRA EAMES. Importante contrapeso
de las presunta chifladuras de Goren
Ninguna otra serie policial me ha llamado la atención después; veo el purrioso patrón CSI en cuanto ha venido luego. Personajes estrambóticos de presunta inteligencia privilegiada que resuelven crímenes incongruentes fijándose en chorradas microscópicas a través de flashbacks. Lo peor PEOR de todo: las porquerías de diálogos con los cuales nos martirizan. Y esas series de dos hombrunas policías femeninas temerosas de su lesbianismo… ¡BRRR!

Ley y Orden tenía un apéndice: VÍCTIMAS ESPECIALES. Ésta iba de crímenes sexuales. Pederastia. Violaciones. Perversiones fetichistas tontas. No me agradaba tanto porque se tiraban al cliché del depravado sin perforar más. Goren lo haría. Preguntaría qué, por qué, si de verdad alguien con esas inclinaciones haría algo que se desviaba de la norma.

Responsables de otra licencia de LEY Y ORDEN, la de 
VÍCTIMAS ESPECIALES. Investigaban guarrrías sexuales.
Y, sí, AJÁ. Sabrían, al momento, qué clase de puerco
pederasta eres. No les engañarías (debido a su experiencia)
En Víctimas Especiales no obstante con frecuencia trataban la pederastia. No sé en qué estudio se apoyaban (de hacerlo), pero insistían Insistía INSISTÍAN en que la víctima de una violación infantil era, de adulto, pedófilo. 

Deshilvanaban la madeja, mostrándote qué pasos daba ahora esa otrora víctima, desde su pudridero gay, para ser el predador; enseñaban los trucos como captaba a sus víctimas: un juguete, una red social, bajo alias, o montándose una web o blog presuntamente humanitario donde, sin desdoro, exponía a menores y sus “dramáticas historias”… menores a los que, sin duda, estaba subastando a otros como él… so pretexto de “ayudarles”. Por como incidían en el asunto, debe ser cierto. ¡Cuántos góticos follaniños deben ocultarse bajo el disfraz de web solidaria! Conviene pensarlo. Podríamos estar ayudándoles por razones buenas mas equivocadas.