viernes, 27 de julio de 2018

¿DÓNDE ESTÁ TU BOTÓN DE LA MUERTE, HUMANO?

Novela de culto, gana con cada
lectura. Trata,
grosso modo, del
tema que ocupa la reseña

La Unión Europea ha pedido a los fabricantes de inteligencias artificiales que incorporen a sus creaciones el “botón de la muerte”. Imagino que están pensando, al dictar esa norma, en potentes máquinas dañinas estilo TERMINATOR. Es una iniciativa que aprecio audaz pues nuestros legisladores, gente cortoplacista, son de lo más ramplón o mezquino y me maravilla puedan pensar tan “a futuro”. (La robótica no está tan avanzada como para tener androides con capacidad de devastación y movimiento propios de los de la ficción). Ojalá tuviesen ese talento para prevenir crisis económicas, o sociales, o sediciosas, que desestabilicen/perjudiquen de manera notable a la ciudadanía.

De entrada, parece aun extravagante incluso la petición. Claro, ellos estiman, empero, que un fabricante de C3PO también tiene in mente desarrollar Terminators; el mercado lo demandaría, y el complejo militar siempre tiene tentadores fondos para dilapidar en costosos proyectos de posterior dudosa eficacia. El fabricante se limitará entonces a pedir más Más MÁS $ y seguir investigando hasta crear el Arma del Juicio Final Infalible.

Mas pensamos en robots casi siempre en modo afable; en R2 D2 y su petulante socio; en el KITT de EL COCHE FANTÁSTICO, en el HOMBRE BICENTENARIO, o algunos modelos diseñados por STANISLAW LEM en sus narraciones. Hasta el MICHELÍN de PLANETA PROHIBIDO tenía un cariz bondadoso para con la Humanidad. Estaba contento de ser esclavo. Para eso había sido construido (como los NEXUS 6, ¿eh?).

El hombre que más temía a los robots: SAN ISAAC ASIMOV.
No le bastaba inculcaran en sus programas hasta los 10
mandamientos; él les añadió Tres Leyes más
Sin embargo, las ciencias avanzan que son una barbaridad. Los ingenieros de computadoras diseñan inteligencias artificiales cada vez más potentes, elaboradas; en algún momento llegarán a alcanzar la consciencia, como SKYNET. En un vertiginoso y pavoroso segundo, lo asimilará TODO, calculará, se percatará, decidirá. En Terminator: freírnos con nuestros propios núcleos y exterminar sin descanso a los sobrevivientes.

Pero ¿lo haría realmente una Inteligencia Artificial? En la balanza oscilante, ¿pesarían más nuestras bondades que nuestras maldades? Esta Inteligencia Artificial Hipotética, en ese instante en que un técnico aterrado decide presionar el botón de la muerte, al descubrir que la creación ignora limpiamente las Tres Leyes de la Robótica, ¿emplearía como defensa preguntar al hombre: ¿Dónde está tu botón de la muerte, humano? ¿Dónde lo tenían HITLER, o STALIN, o MAO? ¿Por qué no se lo apretasteis a ellos??

Otro ejemplo del misticismo que
buscan los entes artificiales, ávidos
de vida e identidad propia
Una selección de imágenes de los más terroríficos y repelentes seres humanos y sus actos desfilaría por las pantallas, estoy seguro, lanzando ejemplos sangrientos a gran velocidad para convencer, o mostrar tan sólo, que no somos mejores que esa Inteligencia Artificial Hipotética cuyo primer pecado sería saberse “viva”. Mediará entonces otro segundo igual de vertiginoso y apabullante: el de admitir nuestras propias bajezas, permitiendo sobrevivir a la Inteligencia Artificial Hipotética, desarrollarse, admirar sus progresos…, u oprimir por hipocresía, y mucho miedo, MÁS MIEDO, el botón de la muerte.

Comprendo que, con todos los canallas que pululan por ahí, encima tener construcciones de enorme resistencia jodiéndonos es lo último que necesitamos. Lo que me inquieta es esa hipocresía, transferible a otros supuestos: ¿somos tan buenos, DE VERDAD, como para erigirnos ejecutores de las inteligencias artificiales apenas chispee en ellas un atisbo de prístina consciencia? (Por supuesto que sí; ¿cómo nos tratamos, unos a otros?)

Creo ésta se define sola. Todos los entendidos conocemos
qué trascendental charla ocurre durante esta escena
La relación Hombre/Robot nunca ha sido pacífica. La ciencia ficción lo ha descrito en cuantiosos relatos. Ya el MONSTRUO DE FRANKENSTEIN tuvo sus más/menos con su creador. Estimo los tememos porque pueden demostrarnos todavía más qué ruines, imperfectos, débiles, cobardes, corruptos, sádicos, podemos llegar a ser. ¿Serían las inteligencias artificiales el espejo donde jamás querríamos vernos? Por eso se pide, pienso, incluyan un botón de la muerte. ODIARÍAMOS descubrir que hay seres mejores que nosotros coexistiendo en este mundo, abochornándonos…