Novela de culto, gana con cada lectura. Trata, grosso modo, del tema que ocupa la reseña |
La Unión Europea ha pedido a los
fabricantes de inteligencias artificiales que incorporen a sus creaciones el
“botón de la muerte”. Imagino que están pensando, al dictar esa norma, en potentes
máquinas dañinas estilo TERMINATOR. Es una iniciativa que aprecio audaz pues
nuestros legisladores, gente cortoplacista, son de lo más ramplón o mezquino y me
maravilla puedan pensar tan “a futuro”. (La robótica no está tan avanzada como
para tener androides con capacidad de devastación y movimiento propios de los
de la ficción). Ojalá tuviesen ese talento para prevenir crisis económicas, o
sociales, o sediciosas, que desestabilicen/perjudiquen de manera notable a la
ciudadanía.
De entrada, parece aun extravagante incluso
la petición. Claro, ellos estiman, empero, que un fabricante de C3PO también
tiene in mente desarrollar
Terminators; el mercado lo demandaría, y el complejo militar siempre tiene
tentadores fondos para dilapidar en costosos proyectos de posterior dudosa
eficacia. El fabricante se limitará entonces a pedir más Más MÁS $ y seguir
investigando hasta crear el Arma del Juicio Final Infalible.
Mas pensamos en robots casi siempre en modo
afable; en R2 D2 y su petulante socio; en el KITT de EL COCHE FANTÁSTICO, en el HOMBRE BICENTENARIO, o algunos modelos
diseñados por STANISLAW LEM en sus narraciones. Hasta el MICHELÍN de PLANETA PROHIBIDO
tenía un cariz bondadoso para con la Humanidad. Estaba contento de ser esclavo.
Para eso había sido construido (como los NEXUS 6, ¿eh?).
El hombre que más temía a los robots: SAN ISAAC ASIMOV. No le bastaba inculcaran en sus programas hasta los 10 mandamientos; él les añadió Tres Leyes más |
Sin embargo, las ciencias avanzan que son
una barbaridad. Los ingenieros de computadoras diseñan inteligencias
artificiales cada vez más potentes, elaboradas; en algún momento llegarán a
alcanzar la consciencia, como SKYNET. En un vertiginoso y pavoroso segundo, lo
asimilará TODO, calculará, se percatará, decidirá. En Terminator: freírnos con nuestros propios núcleos y exterminar sin
descanso a los sobrevivientes.
Pero ¿lo haría realmente una Inteligencia
Artificial? En la balanza oscilante, ¿pesarían más nuestras bondades que
nuestras maldades? Esta Inteligencia Artificial Hipotética, en ese instante en
que un técnico aterrado decide presionar el botón de la muerte, al descubrir
que la creación ignora limpiamente las Tres Leyes de la Robótica, ¿emplearía
como defensa preguntar al hombre: ¿Dónde está tu botón de la muerte, humano?
¿Dónde lo tenían HITLER, o STALIN, o MAO? ¿Por qué no se lo apretasteis a ellos??
Otro ejemplo del misticismo que buscan los entes artificiales, ávidos de vida e identidad propia |
Una selección de imágenes de los más terroríficos y repelentes seres humanos y sus actos desfilaría por las
pantallas, estoy seguro, lanzando ejemplos sangrientos a gran velocidad para
convencer, o mostrar tan sólo, que no somos mejores que esa Inteligencia
Artificial Hipotética cuyo primer pecado sería saberse “viva”. Mediará entonces
otro segundo igual de vertiginoso y apabullante: el de admitir nuestras propias
bajezas, permitiendo sobrevivir a la Inteligencia Artificial Hipotética,
desarrollarse, admirar sus progresos…, u oprimir por hipocresía, y mucho miedo,
MÁS MIEDO, el botón de la muerte.
Comprendo que, con todos los canallas que
pululan por ahí, encima tener construcciones de enorme resistencia jodiéndonos
es lo último que necesitamos. Lo que me inquieta es esa hipocresía,
transferible a otros supuestos: ¿somos tan buenos, DE VERDAD, como para
erigirnos ejecutores de las inteligencias artificiales apenas chispee en ellas
un atisbo de prístina consciencia? (Por supuesto que sí; ¿cómo nos tratamos,
unos a otros?)
Creo ésta se define sola. Todos los entendidos conocemos qué trascendental charla ocurre durante esta escena |
La relación Hombre/Robot nunca ha sido
pacífica. La ciencia ficción lo ha descrito en cuantiosos relatos. Ya el
MONSTRUO DE FRANKENSTEIN tuvo sus más/menos con su creador. Estimo los tememos
porque pueden demostrarnos todavía más qué ruines, imperfectos, débiles,
cobardes, corruptos, sádicos, podemos llegar a ser. ¿Serían las inteligencias
artificiales el espejo donde jamás querríamos vernos? Por eso se pide, pienso,
incluyan un botón de la muerte. ODIARÍAMOS descubrir que hay seres mejores que
nosotros coexistiendo en este mundo, abochornándonos…