Portada del volumen comentado; el desmesurado tamaño del enemigo no impresiona al jinete ni su montura. Aviso de lo que espera al lector dentro |
…para que su título pueda parodiarlo, de
esta ingeniosa forma, el autor de la inefable saga, GEOF DARROW, a quien
conociéramos, sobre todo, por HARD BOILED,
la magna concepción del cyberpunk
hyperviolento de comienzos de Década 90.
Mientras Disney destruye Marvel
(planeando acabar con DC Comics
—aunque, según freakies entendidos, DC se basta sola para demolerse) a base
de carajotadas inclusivas, tratamientos epilépticos de sus colecciones, deconstrucción
sexual de sus más aguerridos personajes heteroX (ya sabéis: hetero=malo; lo otro=bueno) para satisfacer a doscientos
o trescientos lectores (si llega) mientras cabrea a cuatrocientos mil (o más),
que pasan a leer colecciones indie, donde
hay libertad aún, complace ver que quedan autores, fuera de toda esa estúpida
marea de lo feministamente correcto (movimiento
que lo acapara todo) que está ahogando la creatividad por mor de insidiosos ‘escrúpulos’
que persiguen una perniciosa transformación del ancho mundo, que siguen ideando,
con imaginación y sin trabas, dándolos por tanto generosas sorpresas como la
que reseño.
Un misterioso, lacónico y algo pasado de
peso oriental, el Shaolin, vagabundea por un desierto de Ninguna Parte, a lomos
de su mulo andante-parlante, para completar alguna meta que desconocemos, al
menos, durante el primer volumen. Sin embargo, el Shaolin, excepcional e
implacable combatiente, en realidad parece escapar de la venganza del REY
CANGREJO, crustáceo andante-parlante, quien se la tiene jurada por, en un bufé,
haberse jalado a toda su familia.
La apariencia del SHAOLIN engaña. Atentos a la barroca exposición de enemigos a los que piensa liquidar en breve |
Convoca a todos los enemigos que durante su largo viaje el Shaolin ha ido haciéndose (considerable turba) y, en grupo, arremeten contra el virtuoso karateka. El cual no tiene problemas ni complejos para masacrarlos a todos.
Este es el entrante, a base de marisco, valga
la analogía, de Start Trek. Darrow,
creador, guionista, dibujante, se explaya consciente de que lo que hace está libre
de trabas o presiones, un deseo de romper estructuras clásico-trilladas y, por
tanto, se empeña en asombrarnos una viñeta tras otra mediante su barroquismo
elevado al cuadrado, páginas que pasan no obstante del minimalismo básico al
recargamiento más delirante, aun agobiante, que invitan a pensar cuánto tiempo ocupó
a este hombre acabar tal viñeta.
Rompe su callado personaje la norma del apolíneo
superhombre musculoso, forever young
que defiende el ideal de salvar al mundo, derrotar a los adversarios que
amenazan democracia y seguridad (hoy, ya no; hoy exigen, al superhéroe-heroína,
un expediente biX u homoX, no de qué es capaz; si no lo tiene, queda descartado
al punto), ejemplificar con su conducta moral e impecable y al que se somete
sin pausa. El Shaolin está grueso. Sus metas parecen turbias. No vacila al
momento de matar. No suelta perogrulladas shakesperianas (para eso está el
mulo). No parece, en resumen, un héroe, sino un antihéroe, pero dela vieja
escuela de Década 80, que termina cometiendo heroicidades porque hacia allí lo
empujan sus enemigos. Hay ética en el Shaolin. Aunque demasiado ambigua, o
brumosa, como para que podamos decantarnos por su causa sin recelos.
Helo ahí, en acción, como DARROW, que de nuevo se mueve con soltura en las viñetas de la hyperviolencia |
Reservas presenta el personaje, esto es. Lo
enmarca un despliegue de imaginación desbordante, de páramos de orbes paralelos
a la Tierra, habitados por salteadores de caminos a lo MAD MAX, o los zombies,
o los codiciosos entes asesinos sobrenaturales que se creen dueños de una
especie de reliquia andante-parlante que no sólo salvará el mundo; les
enriquecerá sobremanera.
Combinación afortunada de detallado arte y fantasía desbocada es lo que Darrow ofrece en estas andanzas del anti KUNG-FU que, antaño, protagonizara DAVID CARRADINE. La verdad: prefiero al más terrígeno Shaolin que no a la abstrusa filosofía oriental que Kung-Fu despedía a destellos en la serie, capaz de dejarnos confusos, sin entender qué pretendía aleccionar. El Shaolin se salta el régimen mientras se toma unas birras.