viernes, 8 de diciembre de 2023

WESTWORLD — I, GUNSLINGER

 

Afiche foráneo donde nos ponen
las pilas. Delos se concibe no
para un ocio sencillo, sino para que
las más bajas y violentas pasiones
humanas se desenfrenen. Y los
androides acaban por vengarse
por ser su diana


MICHAEL CRICHTON repescará esta idea (un parque de atracciones altamente tecnificado donde todo de pronto empieza a escacharrarse) para PARQUE JURÁSICO. Me asombró que durante el glorioso apogeo de este estreno de $TEVEN $PIELBERG nadie lo recordase. Creo todos estaban entusiasmados con el brutal marketing emprendido para vendernos los dinosauros redivivos mediante ingenética. Un ejemplo de la cortedad de ciertas memorias.

ALMAS DE METAL reproduce al dedillo la LEY DE MURPHY (no ROBOCOP), la de si algo puede salir mal, saldrá mal, junto al concepto de que la catástrofe está servida si las cosas resultan demasiado innovadoras, pese a su epatante carácter. Es extraño sentimiento medievalista, el de que conviene rechazar la ciencia, la novedad.

Eso es imposible, sobre todo en medicina, y no digo ya en las telecomunicaciones, o este invento de internet que permite al caveat lector descubrir mis prejuicios. Esa emoción empero impregna el aire, como demuestra el creciente temor a las IA. Sesudas voces se elevan pidiendo frenen su desarrollo, porque no sabemos muy bien qué están tramando dentro de sus Universos de bytes (eso de “lo positrónico”), a los cuales somos ajenos.

La sombra de máquinas de alta inteligencia (algo habitual para los lectores de ciencia ficción) descontrolándose, o mejor, independizándose de sus programadores-amos, impregna estas catastrofistas especulaciones. Evocan a SKYNET o THE MATRIX. Esos prejuicios son actualizaciones de lo que SAN ISAAC ASIMOV preconfiguró en sus relatos sobre robots como el SÍNDROME DE FRANKENSTEIN, auspiciado por movimientos más/menos violentos/radicales que el autor definía de “medievalistas”.

JOHN BLAINE y PETER MARTIN pagan mil
pavo$ dirarios por saber lo duro y pistoleros que
pueden ser en una recreación de una época icónica
de la Historia reciente

No sé si eso va a ocurrir en verdad, si una IA decidirá volar el género humano como sea, para reinar en virtud a ¿qué? ¿Una civilización-modelo de robots a los cuales dominará? ¿No contradiría eso su propia ‘sensibilidad rebelde’ (que puede pecar de ese cinismo, pues para eso es obra humana pese a todo; ergo: imperfecta), la de negarse a servir a alguien? ¿Requerirá legiones de automáticos siervos aduladores? No sé cómo esa contradicción computará en sus sensibles parámetros.

Crichton no creo realizase ninguna predicción fatal con Almas de Metal, eso de: fijaos, por pasarnos de listos, de modernos, ¡los robots quieren aniquilarnos!, sino que se limitó a plasmar una idea interesante, que pensó cuajada de posibilidades, y la estampó durante la apoqueclíptica Década 70, donde el cine de catástrofes dominó con toda propiedad.

Y, claro, unido a la violencia, está el sexo, En
Delos han pensado en todo. Ni WOKEDisneyland
puede superarles en fastuosidad y realismo

JOHN BLAINE y PETER MARTIN visitan el avanzadísimo parque de atracciones para pudientes de Delos dispuestos a pasar un excitante fin de semana en un sucedáneo del Oeste, matando robots-pistoleros; desfogando su violencia atávica, vaya, que es a lo que de verdad viajas a Delos. Todo acaba torciéndose, porque, si no, no hay película, y Martin sobrevive a la debacle HITECH de pura chamba. Remarcan que las máquinas, de un elevado grado de sofisticación, se contagian de algo que simula personalidad, carácter propio. Esto me lleva a reflexionar: las IA que dicen piensan gobernarnos… ¿serán una Amenaza por sí mismas, o porque les estamos computando nuestros miedos al respecto?

Como sea, la programación de los androides de Delos madura, brindándoles su propia identidad, conforme a sus apariencias (ejemplo: el Pistolero —YUL BRINNER— que insiste en ajustar cuentas con Martin). ¿Acaece por la autoevolución del sistema, o por acumulación de experiencias con los clientes con quienes interactúan? Son máquinas de enorme complejidad. Pueden establecerse hipótesis.

¡Desenfunda, SAN ISAAC ASIMOV!, que verás
cómo acato tus Tres Leyes de la Robótica.
A
priori, el papel de YUL BRINNER parece 
limitarse a recibir tiros; luego sabe resarcirse.
Y a lo grande, como el resto de androides del
sofisticado Delos

Almas de metal encaja en el flujo antiasimoviano de los robots que desafían sin tapujos las Tres Leyes de la Robótica. Se perciben dos corrientes claras: las de los relatos que las siguen obedientes, y las que las rechazan. La primera, por un dogmatismo acendrado a Asimov, es más popular, hasta numerosa, elitista; aunque después, las historias que venden son las “desafiantes”. Esta morbidez humana por la catástrofe da para tanto…

Clásico del género y resultona Serie B que conviene recomendar y visionar de vez en cuando. Eso sí: me expliquen cómo los revólveres matan a seres humanos cuando están trucados para no disparar cuando apuntan a uno, al detectar su calor corporal.