Otra portada más de este clásico que tienen ¡encumbrado! por simple fanatismo, no por sus méritos |
Estas páginas desnudan las limitaciones
literarias de San Isaac, a saber: el escenario, la ausencia de detalles sobre
la sociedad, economía, política, fuera de esbozos que parecen rasguños. En lo
positivo, visionario es al diseñar el COMPLEJO DE FRANKENSTEIN que desarrolla
grupos hostiles a los robots, y cuya actual traslación es el creciente recelo
que despiertan nuestras IA. Todavía no es fuerte gesto de repulsa; al populux le
fascina el nuevo juguete, y ODIARÁ se lo arrebaten antes de que lo rompa o pase
de moda.
Empero, regresaré a la pobreza de
escenarios que apunto. Un escritor competente, aunque eluda extenderse
decimonónicamente en descripciones de la ropa, los edificios, jardines,
aparatos…, procura dedicarle algunos verbos a algunas de estas materias para
que el lector consiga una suficiente información que ayude a situarle.
San Isaac lo resume todo a un “Vamos a
Nueva York” (un Nueva York atómico, por cierto, con espaciopuertos para naves
que explotan yacimientos mineros en los asteroides) que se describe a sí mismo
bajo ese epígrafe. Ignoramos si es populosa, violenta, ruinosa. Es Nueva York. ¿Las
naves? Grandes. De aluminio. Redondeada por dentro, para ahorrarse barrer
rincones. El asteroide: grande, frío. Mercurio: achicharra al sol. Todo vago, aun
apresurado, para que San Isaac se concentre en lo que le interesa: el parloteo.
Esta novela de culto establece el patrón de cómo debió escribir SAN ISAAC su YO, ROBOT |
Porque el grueso de Yo, Robot recuerda mucho a la primera película de EL MOTORISTA FANTASMA, a saber: ¿puede el Motorista correr por el agua con la moto? Puede. ¿Puede subir un skyline con la moto? Puede. ¿Puede romper una caja fuete de un cabezazo en la moto? Puede.
Tramposo, pues para eso es el autor y concibe
problemas y soluciones, San Isaac planea situaciones que ponen a prueba sus
Leyes de la Robótica, sometiendo a que actúen las máquinas en consonancia a la
Ley conculcada (autómatas tan avanzados, ojo, que no obstante las películas
deben filmarse aún en celuloide; la grabación digital ni se conoce, ni espera,
pese a la farragosa prosopopeya sobre los elaborados senderos misteriosos
positrónicos, que inducen la idea de que la HITECH progresa a la par).
¿Cómo hubiese relumbrado Yo, Robot? Con un androide que experimenta vicisitudes
distintas que contradicen o afirman las Tres Leyes, lo cual, de paso, dará oportunidad
al escritor de pasmar desarrollando el escenario que ofrece ese reto, y por qué
se plantea.
En cambio, afrontan el desafío, con
monótono resultado previsto, una saga de máquinas cada vez más avanzadas (hasta
alcanzar las IA supremas que gobernarán sin parecerlo, introduciendo a cámara
lenta a la Humanidad en una —¡deseada!— distopía automática), diluyendo el
efecto que proporcionaría un único protagonista.
Irreverente y hasta salvaje crítica a Yo, Robot... que no existiría si no estuviera escrita Yo, Robot |
Sí; la lectura induce impresión de
monotonía, de falta de naturalidad, alimentada por la (feble) capacidad narrativa
de San Isaac, la cual, encima, consigue desagraden todos los personajes. Son pomposos
sabihondos, erudito-estereotipos incluso, retrato de una clase de científico
del pacifismo pringoso que pretende puede resolverlo todo con matemáticas y
psiquiatría, parloteando con prepotencia sin parar.
Siempre he sospechado que MODERAN es el Reverso Tenebroso de Yo, Robot.
Diana. Pues mientras DAVID R. BUNCH escribe un imaginativo relato espléndido,
ingenioso, San Isaac se dedica a predicar Predicar PREDICAR con admonitorio dogma
ramplón. Tanto Moderan, como EL ALMA DEL ROBOT, o TIK-TOK, iconoclasta revulsivo de Yo, Robot,
se encuadran en la vertiente de los escritores No-Asimovianos, que rechazamos
sus postulados tomados por evangélicos por la extremista corriente de los Asimovianos,
que han pasado de la visión extática al cerril fanatismo intolerante.
Esas obras, así como diversas historias de STALISLAW LEM, son mucho más libres, incisivas y
perspicaces que el "doctoral/adoctrinal" Yo. Robot, testimonio destinado no a entretener, sino a
predicar cómo la Humanidad DEBE actuar ante una “invasión” de electrodomésticos
“inteligentes” repudiados sin embargo por el grueso de la población, un
victimismo diseñado por San Isaac (con visos de cumplirse; recordemos lo de las
IA —aunque… la mejor manera de predecir el futuro es inventándolo—) para hacer a
sus robots más puros, más dignos herederos del futuro. Máquinas-inmaculate fools de una bella
simetría psíquica-moral fraudulenta, ya que es San Isaac, pancreator,
quien así lo ha dispuesto. Veremos en la vida real cómo se desarrolla todo…
Tus Leyes de la Robótica me cortocircuitan los electrogofres, San Isaac... |