viernes, 14 de junio de 2024

HISTORIA DE DOS CIUDADES — RETRATA NUESTRA ACTUALIDAD

 

Una de sus muchas portadas. En
la obra se establecen las causas de
la RevoluciónRevolución Francesa, que,
teniendo ciertos paralelismos en
Inglaterra, allí empero no prosperó.
El baño de sangre republicano
(cómo no; sólo saben hacer eso)
alcanza tal nivel que aun DEFARGE,
asaltante de la Bastilla, descubre que
se están excediendo... y su esposa
sugiere merece la guillotina al creerle
desleal a la causa. Eso pasa con las
revoluciones: acaban convertidas en
lo que combaten, aunque en peor

Esta obra de CHARLES DICKENS, aparecida por entregas en su momento (y se nota, pues hay una curiosa dislocación en la trama, pues el abogado STRYVER, que apuntaba a tener más protagonismo, se desvanece sin más, como si a Dickens se le hubiese olvidado por entero) me “reconcilia” con los clásicos. Respeto a los clásicos… empero no a quienes, en los albores de tu carrera de escritor, insisten debes venerarlos, no conocerlos, y adoptar sus pautas, que nuestra Zoociedad ha dejado anquilosadas, desfasadas, perjudiciales para relatar. Los ritmos modernos imponen veloces impulsos literarios que empero desarrollan temáticas eternas, creadas en la remota hoguera donde el cavernícola ingenioso de la tribu inventaba por qué sale el Sol, hay estrellas, sugirió la existencia de un Dios Todopoderoso, etcétera.

Es encajar con la actualidad y su fraseo lo que ‘enemista’ al escritor con los clásicos. Un ejemplo pudiera ser cómo CHARLES DARNAY pide permiso para cortejarla al padre de LUCIE MANETTE, el muy mortificado DOCTOR MANETTE, ex recluso de la Bastilla. O cómo SIDNEY CARTON, el de los dos impresionantes rasgos masoquistas, se deshace en las lacrimógenas emociones que le producen el autonegarse pedir cortejo a Lucie, a la que con intensidad ama. Páginas y páginas que resuelven pocas certeras frases cortas.

Con grandes dosis de dramatismo e ironía, Dickens, preso de las modas de su época, casi necesita un capítulo entero para que Darnay diga al Doctor: Oiga, me pone la muñequita rubia de piel de porcelana de su hija. Quiero rollo, y seguro acabamos dándole nietos. Casi un capítulo de: “Mi querido Doctor”, “la divina criatura”, “si en el mundo hubiese impedimento”… o fórmulas anejas. Selva de adjetivos y farragosas metáforas superfluas a solventar del modo coloquial, aunque basto, como consigné al principio del párrafo.

La abundancia de palabras obedece a una cuestión que internet y la prisa de la actualidad han resuelto. El lector dickensiano (por extensión, de aquellos escritores) no tenía TV y precisaba llenar su ocio con algo sustancioso que le diese intriga y emoción, además de algún légamo de cultura. El cristiano Dickens cumple con todo el proceso.

CHARLES DICKENS en relajada pose ante el
daguerrotipo. Comprometido con las causas
sociales de su tiempo, crítico con los ricos de
su época... ¡fue entre ellos donde más éxito
cosechó sin embargo!

Destacó Dickens por ser un escritor social, comprometido con denunciar los males de su época. Bueno: esos males persisten, mas perjudicados por la corrupción comunista. Dickens criticó al irracional explotador capitalista victoriano, la esclavitud, el trato que recibían las prostitutas, censuraba la pena capital, harto usual entonces. Esta novela la condena, como los sádicos castigos excesivos y salvajes por “delitos” mínimos-nimios.

Empero adonde barrena es contra los revolucionarios prepopulistas/precomunistas de la Revolución Francesa. Cierto que entra en voluntaria contradicción: denuncia la inhumana actitud despótica y despiadada de la aristocracia (caso del Dr. Manette), motor de la Revolución. Para, sin tránsito, detallar los totalitarios excesos igual de expeditivos de los republicanos. Alimentan la guillotina sin parar. Y no sólo de aquellos para la que la diseñaron, sino también de víctimas del capricho que un anónimo/vil/envidioso denunciante quisiera, como sucede con la joven costurera que Carton conoce en prisión. ¿A quién había perjudicado? Era inocente. Más: debía asumir alegre que su muerte era necesaria, por la salubridad de la República. 

Caricatura de nuestro ROBESPIERRE
latente. O no tanto. Engañó al populux
sólo para obtener una grandiosa manta
de privilegios de la Casta. Y todavía
algunos votan a un sujeto, salvaje hijo
de terrorista, que quiere ahogar a España
en sangre; la de sus opositores. Es la
revolución, kamarrada, y todo vale...
para perpetuarme en el Poder

Dickens ya denuncia nuestra actual opresión inmoral y narcisista-PEDRONISTA, gemela de la STALINISTA que ha borrando de los libros de Historia. Ese credo establecía: la República, super ones; el ideal republicano, absoluto; el familiar del guillotinado debe festejarlo, o es mal republicano (guillotina); si muestra duelo por el reo, mal republicano (guillotina). Llegó a valer cualquier excusa para ajusticiarte (o sea, trasladaba las vilezas arbitrarias de la aristocracia, pero en republicano. Por ser republicanas: las limpiaba).

Aparte de querer censurar/manipular nuestra más/menos libre o independiente prensa, ¿qué hace el PEDRONISMO? Señalarte si criticas, y marginarte designándote facha. Exige adhesión incondicional al Líder y sus políticas, por perversas que sean. Hitos similares. Inmersos en un salvaje proceso revolucionario, vemos practica sin tapujos la persecución y el inmoral adoctrinamiento. 

¿O acaso no quisieron instalar una guillotina en la Puerta del Sol, quedando tan ufanos?