Barroca cartelera del filme; el prota sobre un predio de calabazas luminosas |
Sobre todo el potente aparato visual que TIM BURTON diseñó para esta ‘escalofriante’ fábula en la que también lo perverso se cansa de serlo y quiere ascender a luminosas esferas seráficas (por poner), con catastróficas consecuencias, destaca la extraordinaria partitura de DANNY ELFMAN, melodías pegadizas y centelleantes que constituyen el sólido espinazo de esta producción en stop-motion (lo es, ¿no?).
Lo demás, por rico o singular que pueda ser, o parecer, supone un vistazo al alambicado mundo interior de Burton, poblado de retorcidas catedrales y edificios inclinados cuya silueta se recorta en el cielo plomizo de algún otoñal paisaje que quedara grabado indeleblemente en su memoria infantil. Ese gusto por las concepciones deformadas le permite desmitificar al héroe y mostrarnos que el villano, o en este caso, el antihéroe, JACK SKELLINGTON, no es tan acérrimo en sus planteamientos y/o posturas como suelen presentarlo. No es del todo insana esta iconoclastia de Burton, aunque se queda a un paso de caer en los excesos y ciertas truculencias gratuitas.
El ALCALDE de Halloweentown hace referencia al mito de JANO, también vinculado con estas fiestas |
Retrospectivamente, notamos que el auge del excéntrico británico coincide con el de otras firmas inglesas en el cómic, casos de ALAN MOORE y PAT MILLS, otros rompeídolos y cuestionadogmas reconocidos. Del primero se hace inexcusable citar WATCHMEN (obra que, por otra parte, es la única que le conoce esa legión sobrevenida de ‘lectores de novela gráfica’ que hace poco descubrieron —y merced a algún inspirado articulista de semanal progre, o conservador, que vertió loas y otros ditirambos sobre estas viñetas— que el tebeo ¡EXISTE! y no es lo “de niños” que creían se trataba), donde el mainstream se ‘descalificaba’. Tras la ordalía de represión del crimen, venía la introspección del héroe. Y algunas de sus íntimas facetas no distaban tanto del desequilibrado enmascarado que había tundido poco antes.
Mills es más escurridizo para el colectivo citado. Mentar a SLÁINE es andanada de cierto valor, como recordar que fue cocreador de JUDGE DREDD. Pero Mills, al final de Década 80 y comienzo de Década 90, impactó con MARSHAL LAW, donde la idea de Watchmen se llevaba un paso más allá, fracturando aun los ‘tópicos’ acuñados por Alan Moore (incidentalmente, compañero de Mills en 2000AD). Mills está más cerca del “Burtonniverso” que Moore. En ambos reside un gusto por lo macabro y desviado que, en el caso de Mills, KEVIN O´NEILL trasladó al papel.
LOCK, SHOCK y BARREL, desquiciados secuaces de MR. OOGIE BOOGIE. Sólo temen a JACK SKELLINGTON |
Pero lo más singular de Pesadilla antes de Navidad (que, si no estoy mal informado, satiriza el título del cuento LA NOCHE ANTES DE NAVIDAD) es que este filme no es de Tim Burton. De acuerdo que figuró historia y personajes, y la produjo, pero la cinta, el guión, ¡lo firman otras personas! (HENRY SELICK, director, y CAROLINE THOMPSON y MICHAEL MCDOWELL el guión), fagocitadas empero por el marchamo Tim Burton, aureola que hace ver que en él reposa toda la maquinaria que conocemos, cuando en cierto momento su actividad pudo lindar entre lo nulo y lo accidental.
SALLY, la muñeca de trapo, enamorada de Jack, y su creador, el PROFESOR FINKELSTEIN, enamorado de sí mismo |
Pesadilla antes de Navidad tiene fuerza y atractivo irresistible para los adolescentes, aquellos que empiezan a cuestionar los límites del dogma en el que han crecido. Toman esta cinta como la imagen de su Navidad, a contracorriente y contestataria, sin apreciar que el máximo anhelo de Skellington es lo opuesto; ama la Navidad tal como (comercialmente) la conocemos: las luces de brillantes resplandores, guirnaldas y muérdago, el abeto coronado por la fulgurante estrella, todo eso, ¡el papel de colores que envuelve los regalos! ¡OH, SÍ!
Este es nuestro Jack, empeñado en reducir el Adviento a una fórmula matemática que le ilumine el futuro |
Cuando el mismo Jack franquea los lindes de su reino y termina en el claro donde cada árbol posee la puerta de una festividad específica (Navidad, Halloween —las Navidades progre-laicas—, Acción de Gracias…), lo hace impulsado por un intenso afán de querer disfrutar otra cosa. Jack se siente preso en un engranaje cuyas evoluciones percibe y detesta la perpetuación del ciclo. Por una vez, como toda criatura sensible y sentiente, desea experimentar cambios en la interminable rutina. Paladear otro mundo.
Jack asume el papel de SANTA CLAVOS y ¡le revienta el corazón de gozo ante el bien que cree estar prodigando! |
Pero nadie más comparte su anhelo. Los paisanos de Halloweentown aman su trabajo. Viven para el ciclópeo momento del susto, las calabazas iluminadas desde dentro y la confección de criaturas en sucios y destartalados laboratorios, como el del PROFESOR FINKELSTEIN, cuya más exitosa creación, SALLY, está colada por el esbeltísimo caballero de la triste figura, Jack Skellington, Rey de las Calabazas.
Ella comprende, con indolora resignación, pues conforma su naturaleza, que viven en un circuito establecido por alguna buena razón. En la aspiración de Jack ve un desafío pernicioso que atenta un designio divino inescrutable. Nos hicieron así y debemos conformarnos. A Halloween, oscuro momento de sobresaltos, le sigue la candidez rutilante de la Navidad, festejo de la nueva vida, como si Dios (pongamos) ofreciese al mundo distintos matices de Su Creación. Permite elección. Contrapesa una cosa con otra. Jack, no jeringues el chisme tratando de cambiar las cosas, ser lo que no eres.
MR. OOGIE BOOGIE, 'juerguista' ludópata, haciéndoselas pasar canutas al pobre SANTA CLAUS, víctima de Lock, Shock y Barrel, secuestradores 'infantiles' |
Por eso Sally recibe el augurio de que el proyecto navideño de Jack fracasará estrepitosamente, pero Skellington está demasiado obcecado como para querer aceptar su consejo, y Sally, por otra parte, es tan poca cosa, se ve tan diminuta y cegada por el HELIOS que para ella es Jack, que…
Pese a la perversidad que encierran los regalos que Jack ofrenda al mundo, sustituyendo a SANTA CLAVOS en la señalada noche, no hay mala intención en su fabricación. Sencillamente, el deforme y melancólico pueblo de Halloweentown no concibe el mundo de otro modo. Fueron concebidos así y bajo tal prisma todo lo ven. Ni siquiera es obstinación o ceguera, sino simple avatar.
Final feliz (¡claro que sí!) que nos muestra el lado más conmovedor de las criaturas hijas de la pesadilla, humanizándolas |
El problema reside en que su “bienintencionado” ‘espíritu navideño’ rechina (¡y cómo!) comparado con el del resto del mundo, acostumbrado al respiro soft del Adviento, y es despedido del cielo a cañonazos (la caída del trineo de Jack, que guía su perro fantasma ZERO, con bombilla nasal roja incorporada, tiene semejanza con la leyenda mitológica de FAETÓN, siendo PAPÁ NOEL trasunto de Helios —Sol Invictus—; la arrogancia es castigada). Pero el primer alarde iracundo de Jack se transforma en aceptación y comprensión de que su sino está irreversiblemente establecido.
Por suerte, aún queda tiempo para salvar a Santa Clavos de MR. OOGIE BOOGIE (el tenebroso HOMBRE DEL SACO relleno de alimañas) y enfrentar el futuro en compañía de la cándida Sally, mostrándole que hasta los reyes de las calabazas tienen corazón.
Vuestro Scriptor.