lunes, 15 de abril de 2013

PATRIA — EL FIN DEL MILENIO

Cubierta patria del libro (de bolsillo)

Esta vistosa ucronía de ROBERT HARRIS relata una semana de Abril de 1964, la comprendida entre el 14 y el 20, y una laboriosa y peligrosa investigación criminal emprendida por el tenaz XAVIER MARCH, Sturmbannführer de la Kriminalpolizei berlinesa. El detective, vet de los U-Boat, va adentrándose en las entrañas de un sistema sociopolítico autista, dispuesto a hacerse tantas amputaciones como considere necesario no tanto por mor de mantener la grandeza gloriosa que el FÜHRER les ha prometido de un Estado ario y racialmente puro-e-invencible, como para que cada ciudadano pueda sentirse bien consigo mismo y duerma por las noches sin inquietudes.

March es el catalizador, empero, de toda esa conciencia culpable que azora al robot alemán surgido de la Victoria de 1946 manteniéndolo insomne. Se lanza implacable en la indagación de un aparente homicidio “rutinario” espoleado por esa impresión, que la Propaganda ahoga bajo toneladas de contundentes consignas, de que algo no encaja y la fastuosa Hitlerópolis descrita en el libro (una especie de Retro-Mega City Uno que combina lo más refinado y esplendoroso de la arquitectura clásica con lo más avanzado del momento) se asienta sobre un hediondo marjal de sangre y esqueletos.

El autor, ROBERT HARRIS, que volverá
a tratar el tema nazi en
ENIGMA
Empezará a tirar de la madeja (que contiene nudos de sonoros nombres de la burocracia nazi) ayudado por una atrevida periodista norteamericana, CHALOTTE “CHARLIE” MAGUIRE, que también ha dado con un filón espectacular, en plan la Noticia del Siglo. Ambos terminarán componiendo el rompecabezas que tiene en vilo a todo alemán bien pensante, decente y burgués respetable que eriza el brazo ante cada esvástica y vocifera un atronador Heil Hitler! que despeje las dudas sobre su lealtad al Führer y al Régimen. Descubren los entresijos de la Solución Final, el Genocidio judío.

Patria se asienta en la idea de que, durante una época, Alemania-Nazi emprendió una enérgica depuración del “elemento semita” que tan nocivo y corruptor era para el inocente/cándido ario, ya sabéis, ese joven rubio de ojos azules y tal, atlético, cuya traslación norteamericana es cierto estereotipo del cowboy (en la que no encaja JOHN WAYNE). Y el alemán, nazi o no, contribuía, activa o pasivamente, en el saneamiento. Mas tras la resaca de la Victoria, esa furibunda fuerza blanqueadora se ha trocado en otra cosa, aún sin nombre, pero que causa desazón.

ADOLF HITLER; tanto él como el Partido Nazi parecen
fuente inagotable de novelas, filmes, estudios...
Harris viene a fabularnos que la Alemania Nazi Victoriosa es una suerte de nuevo rico que, invitado a un cóctel de gente realmente adinerada, con sus rituales y maneras acendradas, se avergüenza de su pasado tosco y patán y procura incorporarse a la Alta Sociedad mimetizándose en todo con ella. Y el Genocidio es tal tacha en su expediente que deshonra sus aspiraciones.

La Alemania de Patria quiere ardientemente amigarse con la América del Presidente JOSEPH KENNEDY (reconocido filonazi, por cierto, estigma que parecen estar pagando sus descendientes, a modo de castigo kármico) impulsada por un soterrado e inconfesable sentido de inferioridad. March así lo registra cuando “nos hace” la visita turística por el Berlín de mármol y acero al alimón concebido por ALBERT SPEER y ADOLF HITLER, y acompañados por PILI, hijo del insistente detective, un chaval próximo a ingresar en las JUVENTUDES HITLERIANAS pero ya convenientemente adoctrinado para mantener el Reich del Milenio Prometido en ON y con sacrificios sin cuento, pagados, eso sí, por una Europa esclava, o semiesclava, que aún opone resistencia, empero, pasados los Urales.

JOSEPH KENNEDY, SR., padre de un linaje con
aspiraciones presidenciales norteamericanas. ¿El Hitler
al otro lado del Negro Atlántico? Su figura es bien
vapuleada por JAMES ELLROY en
AMERICA. Se
cuenta que "amedrentó" al "Hollywood judío" cuando
éstos trataron de denunciar el Genocidio en pantalla

Es remarcable ese sentimiento de inferioridad que se intenta anular con tales edificios apabullantes, pues Alemania es un país antiguo, cargado de Historia, pero que se siente menor ante una nación más joven y aún “por asentar” como Estados Unidos.

Maguire y March van descubriendo qué alto coste tiene el hermanamiento germánico-americano: toda la vieja guardia que rodeó al visionario futurista Führer, implicada en la Solución Final y los campos de exterminio, va muriendo. Son esos burdos parientes del nuevo rico que lo afean y humillan ante los millonarios añejos con quienes pretende congraciarse. Mejor ni admitir que nos conocemos.

Un fotograma de la adaptación de la novela al cine; el Arco
del Triunfo como un elemento apabullador para el nativo y
el turista de Berlín
 
Se conjugan, pues, ambos estigmas: la culpa y la inferioridad, y emprende, el joven orden nacido de la brutalidad del nazismo “primitivo”, un programa de refinación que lo llevará a reescribir, en el mejor sentido ING-SOC, su propia Historia si fuese preciso. Los héroes del ayer son los villanos de hoy y los nunca nacidos de mañana. ¿Tamaños tiparracos formar parte del arianismo nazi, tan educado y pulcro, respetuoso con la democracia americana? Nein! Ni hablar. Errata de imprenta.

Y lo que fuerza a depurar las líneas nazis, por encima de consideraciones emocionales, es la certeza de que el Reich Milenario está a un paso de la bancarrota y necesita la inyección del poderoso dólar para sostenerse. Pero el ‘pavo’ no puede ser amigo de viejos dobermanns como ODILO GLOBONICK, cara brutal del Régimen, ofensivo, por tanto, para las buenas y cristianas gentes del otro lado del Negro Atlántico.

Otro fotograma: más grande, más imponente, ¿mejor?
Es la ironía final del libro: Hitler inicia la matraca del arianismo y el Reich Milenario pero sus contradicciones y esquemas no pueden garantizarlo ni unas décadas. El Régimen cae mas no bajo embates políticos o sublevaciones populares: se desploma porque la economía no marcha. Es el triunfo absoluto de los Mercados y el Pragmatismo del Dinero, que aplasta los más inspirados (o incendiarios) ideales, pese a su aureola de romanticismo o populismo.

Afiche de la adaptación; es TV,
pero convence, entretiene. (Y
sale RUTGER HAUER)
March encuentra, al fin, las pruebas necesarias para conciliarse consigo mismo. Al menos, con él, en él, el sentimiento de culpa, fruto de negar el Genocidio, de no querer saber qué pasó con el vecino judío, queda aplacado. La evidencia que destruye la mentira de que jamás se procedió al Exterminio (mantenida y defendida aún hoy día) queda tanto en sus manos como las de Maguire, que miembro de un gremio influyente instalado en una democracia, la difundirá con la esperanza de que esa “alianza de hierro” que forjarían el nazismo y la América de Kennedy se trunque y los culpables sean denunciados ante un tribunal superior y más efectivo donde se haga justicia.

March, cínico y descreído con el nazismo, quizás sonreiría mordaz al pensar que su trabajo les haría libres.

Vuestro Scriptor.