Afiche. No me creo a ese RICHELIEU |
Por razones ajenas al caso, últimamente sólo
veo retazos de películas. Esta vez, una nueva adaptación de la inmortal obra de
ALEJANDRO DUMAS, padre, el conocido dramón de capa y espadas protagonizado por
cuatro audaces mosqueteros al servicio de no recuerdo qué rey LUIS, uno pomposo y luminiscente, que tuvo que
cargar con las intrigantes conspiraciones del CARDENAL RICHELIEU, villano muy a
mano para según qué circunstancias, hambriento de poder so pretexto de la
grandeza de Francia. Como lo de que Norteamérica (u otra nación) podría cometer
cierta tropelía amparándose en que lo hizo por mor de la seguridad nacional.
Eso es capa que todo lo tapa.
Este Richelieu, empero, parecía más un
engreído petimetre de rojo que la letal figura transmitida por los cuadros, y
sobre todo, la Historia. CHARLTON HESTON dio más la talla que el actor que, en
esta adaptación de PAUL W. ANDERSON, le encarna.
Nuestros héroes. Por el tenor retrofuturista de la cinta, me extraña que no lleven panoplia moderna y usen móviles |
A lo que voy, no obstante, es a la
adaptación en sí. Lo poco visto, contribuía mucho en lo que pretendo reseñar. Corto
comentario, que andáis locos por la playa u otros destinos de descanso
estivales.
En esto que el aniñado/pomposo/indeciso
rey Luis a la sombra de Richelieu aguarda, con ostentosa pompa, a BUCKIMGHAM
cuando, ORLANDO BLOOM, caracterizado de CAPITÁN BLOOD, aparece en una galera
voladora. En efecto, así, como lo cuento: un barco a vela bajo un gigantesco
globo steampunk. Y hace una vacilada
tremenda, poco diplomática, chuleándose de su majestad y demás concurrentes. El
invitado abofetea impunemente a los anfitriones, que encima, le ingieren este
zurullo.
Luego, la famosa MILADY, bajo batuta
Anderson, despliega destrezas de esgrima KILL
BILL para asesinar a varios guardias de palacio y, esta vez sí, estrenar
cierto equipo steampunk, cometiendo
un atraco a continuación. Y pensé:
No me extraña que MILADY despliegue esta actividad; ya venía fogueada de las penurias RESIDENT EVIL |
Los
tres mosqueteros ha
sufrido innumerables adaptaciones. Memorables, buenas, pasables, detestables.
Pero ¿a qué grado de mutación la están sometiendo para poder: A) destacar de
los precedentes; B) atrapar nuestra atención, haciendo atractiva su conocida
trama? ¿No es aberración de grueso calibre lo que había filmado Anderson?
Si Los
tres mosqueteros lo hubiera escrito JULES VERNE, ¡vale! El amo del vapor y
el acero remachado por doquier, heraldo de la electricidad decimonónica, habría
concebido la galera-globo y los chismes steampunk
de Milady. Pero ¿Dumas, padre? ¿De veras deben aplicársele al relato esos
inventos revolucionarios? Nuevas generaciones de espectadores, enemigos de la
literatura, acabarán aceptando como naturales estas alteraciones, así como las acrobacias
bélicas tomadas, un intento desesperado de: A) emular al frenético cine de Hong
Kong; B) imitar THE MATRIX.
Porque, sugiere el asunto, si no aparecen
danzarines fetish empuñando armas afiladas
o automáticas para abatir legiones, la película ni merece verse. Insisto: lo
llamativo es la forzada inclusión de elementos atípicos, que causan discordia rimbombante,
por su naturaleza disonante. ¿Veremos, en eventual adaptación de BEN-HUR, a él y MESSALA compitiendo en romanizadas
vainas estilo LA AMENAZA FANTASMA?
¿Un duelo a sables de luz (con la parafernalia, no obstante, ‘de su época’)
entre ROBIN HOOD y el SHERIFF de Nothingham? ¿HEIDI acude a casa del ABUELITO en autogiro steampunk?
Desde cierto punto de vista, darle este
revolcón ‘retrofuturista’ a la obra de Dumas, padre, tiene su aquél. Pero ¿no
estamos excediéndonos, desesperados persiguiendo la atención de un espectador
que todo empieza a verlo deleznable, de fastfood,
debido a la inercia de la velocidad que impone el consumo salvaje de imágenes
de internet?