miércoles, 1 de febrero de 2017

TANK GIRL (TEBEOS) — ANTI TODO ANTE TODO

Portada que anuncia cambios en el
veterano personaje: ¡a color!
Esta colección de historietas cortas, semiautoconclusivas, creadas por JAMIE HEWLETT y ALAN MARTIN en 1988 (¡para treinta tacos va!), se encuadran dentro del ‘fenómeno’ conocido como “cómix”, pensado para lectores creciditos que encuentran atinado que impregne las viñetas un tanto de sexo/erotismo, violencia macarra, lenguaje inapropiado, barbaridades satánicas y/o irreverente sentido del humor. Que esté más o menos logrado, todo, ya depende de la habilidad de los autores.

Tank Girl se reviste a priori de características sugerentes para captarnos. Perdidos en el oleaje mainstream de superpoderosos, que aunque han perdido bastante de su inicial carácter didáctico (por dirigirse a un público juvenil que necesitaba patrones educativos concretos), sigue conservando ciertas señas del mismo, la presencia de una insolente tanquista cazarrecompensas australiana futurista en riña con la autoridad y consumidora de cerveza, puede sugerirnos bastantes atractivos. Llega un momento en que el lector (de cómic) gana canas; y, pese a amar las viñetas, descubre empero que precisa tramas más adultas que las de ciertas infantiles concepciones superheroicas. Ahí está Tank Girl.

De las primeras páginas. El grafismo irá
evolucionando, hasta caer en manos de
otros muchos dibujantes
Tank Girl ha dado más de lo que publica la edición reseñada de La Cúpula. Contemplamos sus titubeantes albores; el estilo gráfico refiere al MIKE MCMAHON de JUDGE DREDD, EL DÍA QUE MURIÓ LA LEY. Luego, como sucede con todas las concepciones que inicialmente precisan soporte, evoluciona, esta protoskin halla su propio trazo, orientando el glacis de su blindado adornado sui generis hacia donde piensa está su destino real, acometiéndolo con bravura irreverente para enmarcarse en la Historia de la Historieta.

No todos sus avatares tienen sesgo procaz y lúdico, de violencia insensata, como indican los tres primeros cuadernos. Tras Un trabajo en Australia (sátira a costa del filme Un trabajo en Italia), estampa Tank Girl sutil denuncia social. Señala abusos colonialistas blancos sobre los aborígenes, similares (o peores) a los practicados por los blancos colonialistas norteamericanos según se expandían al Oeste. Luego, da un giro brusco, para desconcertarnos con la historia del manicomio. Desencuaderna todo el modus vivendi/operandi de Tank Girl: el desmadre, las birras, los locos tiroteos.

Nada hay sacro o respetable para
esta irreverente juerguista bélica
Tank Girl gana o pierde, sin ser caso excepcional, según la comparamos con otros personajes (gráficos). Quedó claro la orientan a un público todoterreno, dispuesto a disfrutar con sus excesos (tampoco tan grandes o graves; un instinto comercial empapa sus páginas, y saben que obcecarse en mamarrachos intelectuales ilegibles, o marranadas supremas, retraerán compradores, y no estamos en lo del “arte por el arte”, abrazando una absurda bandera idealista que no evita la pobreza) o lectores que abominan de los supertipos de bizarros atuendos. 

“Los suyos” gozan más lo antisistema que tiene esta antiheroína, y que comparten. Desafía risueña el establishment corporativo conservador o el que está vendiéndose a los coches oficiales pese a haber jurado no hacerlo. Es su… heroína.

Sus andanzas, aquí lo vemos, fueron
al principio en B/N. Sólo la constancia
y popularidad la hicieron acreedora
del excelso color
Pero conviene señalar que, según el personaje avanza (quizás debería añadir ‘madura’), aunque cuide muchos de su primeros tics irrespetuosos, también debe adecuarse al mercado, sus necesidades, exigencias. Así que lo de “antisistema” iría asimismo diluyéndose hasta quedar en pose nostálgica del personaje para alegrar a sus primeros fieles, que la recuerdan de “cuando salvaje”. Mas Tank Girl (no sé, no he leído lo más reciente; ergo: teorizo) se habrá aburguesado lo bastante como para ser “apta todos los públicos” que esperan ver andanzas a lo MAD MAX (al fin y al cabo: transita el Páramo. O lo hacía, en las viñetas a las que me refiero) por encontrarlas también (necesaria) alternativa al cansino ancho mundo salvado in extremis por SUPERMAN una vez tras otra.

Tank Girl merece considerarse por lo que tiene de anecdótico dentro de la jungla de las viñetas. Depende de cada cual darle mayor o menor relieve a este dato ‘anecdótico’.