Portada que anuncia cambios en el veterano personaje: ¡a color! |
Esta colección de historietas cortas,
semiautoconclusivas, creadas por JAMIE HEWLETT y ALAN MARTIN en 1988 (¡para
treinta tacos va!), se encuadran dentro del ‘fenómeno’ conocido como “cómix”, pensado para lectores creciditos
que encuentran atinado que impregne las viñetas un tanto de sexo/erotismo,
violencia macarra, lenguaje inapropiado, barbaridades satánicas y/o irreverente
sentido del humor. Que esté más o menos logrado, todo, ya depende de la
habilidad de los autores.
Tank
Girl se reviste a priori de características sugerentes
para captarnos. Perdidos en el oleaje mainstream
de superpoderosos, que aunque han perdido bastante de su inicial carácter didáctico
(por dirigirse a un público juvenil que necesitaba patrones educativos concretos),
sigue conservando ciertas señas del mismo, la presencia de una insolente
tanquista cazarrecompensas australiana futurista en riña con la autoridad y consumidora de
cerveza, puede sugerirnos bastantes atractivos. Llega un momento en que el
lector (de cómic) gana canas; y, pese a amar las viñetas, descubre empero que
precisa tramas más adultas que las de ciertas infantiles concepciones
superheroicas. Ahí está Tank Girl.
De las primeras páginas. El grafismo irá evolucionando, hasta caer en manos de otros muchos dibujantes |
Tank
Girl ha dado más de lo
que publica la edición reseñada de La Cúpula.
Contemplamos sus titubeantes albores; el estilo gráfico refiere al MIKE MCMAHON
de JUDGE DREDD, EL DÍA QUE MURIÓ LA LEY.
Luego, como sucede con todas las concepciones que inicialmente precisan
soporte, evoluciona, esta protoskin halla su propio trazo, orientando el glacis
de su blindado adornado sui generis
hacia donde piensa está su destino real, acometiéndolo con bravura irreverente para
enmarcarse en la Historia de la Historieta.
No todos sus avatares tienen sesgo procaz
y lúdico, de violencia insensata, como indican los tres primeros cuadernos. Tras
Un trabajo en Australia (sátira a
costa del filme Un trabajo en Italia),
estampa Tank Girl sutil denuncia
social. Señala abusos colonialistas blancos sobre los aborígenes, similares (o
peores) a los practicados por los blancos colonialistas norteamericanos según
se expandían al Oeste. Luego, da un giro brusco, para desconcertarnos con la
historia del manicomio. Desencuaderna todo el modus vivendi/operandi de Tank Girl: el desmadre, las birras, los locos
tiroteos.
Nada hay sacro o respetable para esta irreverente juerguista bélica |
Tank
Girl gana o pierde, sin ser caso excepcional, según
la comparamos con otros personajes (gráficos). Quedó claro la orientan a un
público todoterreno, dispuesto a disfrutar con sus excesos (tampoco tan grandes
o graves; un instinto comercial empapa sus páginas, y saben que obcecarse en mamarrachos
intelectuales ilegibles, o marranadas supremas, retraerán compradores, y no
estamos en lo del “arte por el arte”, abrazando una absurda bandera idealista
que no evita la pobreza) o lectores que abominan de los supertipos de bizarros
atuendos.
“Los suyos” gozan más lo antisistema que tiene esta antiheroína, y
que comparten. Desafía risueña el establishment
corporativo conservador o el que está vendiéndose a los coches oficiales pese a
haber jurado no hacerlo. Es su… heroína.
Sus andanzas, aquí lo vemos, fueron al principio en B/N. Sólo la constancia y popularidad la hicieron acreedora del excelso color |
Pero conviene señalar que, según el
personaje avanza (quizás debería añadir ‘madura’), aunque cuide muchos de su
primeros tics irrespetuosos, también debe adecuarse al mercado, sus
necesidades, exigencias. Así que lo de “antisistema” iría asimismo diluyéndose hasta
quedar en pose nostálgica del personaje para alegrar a sus primeros fieles, que
la recuerdan de “cuando salvaje”. Mas Tank
Girl (no sé, no he leído lo más reciente; ergo: teorizo) se habrá
aburguesado lo bastante como para ser “apta todos los públicos” que esperan ver
andanzas a lo MAD MAX (al fin y al
cabo: transita el Páramo. O lo hacía, en las viñetas a las que me refiero) por encontrarlas
también (necesaria) alternativa al cansino ancho mundo salvado in extremis por SUPERMAN
una vez tras otra.
Tank
Girl merece considerarse
por lo que tiene de anecdótico dentro de la jungla de las viñetas. Depende de
cada cual darle mayor o menor relieve a este dato ‘anecdótico’.