Vamos conociendo intimidades de nuestros protagonistas en esta entrega |
Convulsiones de músculos abdominales que
prometen: desagradables calambres de estómago después. Lo que más ODIO de
vomitar: la sensación de expansión de las sienes. Que: tu cerebro saldrá a
presión por ojos y orejas, estallado el cráneo. Y qué decir: del asqueroso
sabor como a trementina que la bilis impregna en el paladar.
Si pudiera someterlo. Según elimino líquido
de mi vientre: los adultos aceptan su paliza por los actos cometidos con
semblante rígido, exangüe. Expresan: deseo de estar en otro lugar. Las graves
planicies de Marsoon. O una galaxia muy, muy lejana.
Otra arcada. Me avergüenza: me vean así.
Débil. Inseguro. No el macho alfa que todos nos estimamos en nuestra
imaginación. Un infalible Héroe Solar. De pronto, ahí está. Cálida. Compañera.
Donando firmeza allá donde la he perdido. La mano de Dama de Picas intenta
confortarme según acaricia mi espalda.
—Bien hecho. Lo has hecho MUY BIEN —premia
junto a los reconstituyentes gestos—. Has protegido a los camaradas. Bien hecho.
—Dedico: una débil sonrisa agotada a Dama de Picas. Cruzamos la mirada. Sé
entonces: que todo estará bien. Irá de puta madre magistral—. ¿Mejor?
—Restablecido, sí, ajá. —Limpio mi barbilla
húmeda con el dorso de la mano… que todavía empuña el Commander. Pensaba haberlo soltado apenas lo descargué. Pero: no.
Hábitos inculcados por esta estricta
Por la alusión contenida en el texto, me animo a recomendarosla de nuevo |
(dominatrix)
maestra han calado de tal modo en mis
reflejos que no puedo dejar el hierro
tibio. Lo contemplo. Como a un extraño reptil decapitado. Tirarlo: es mi primera
intención. Un acto claro de aborrecimiento por su funesto empleo. Bajo la
mirada de acero, ¡MÁS ACERO! de Dama de Picas: lo dejo sobre la caja del
aterrado gato—. ¿Muertos? —miro a los cuerpos tendidos sobre reseco follaje
crepitante. Un escalofrío: me galvaniza.
—Como Julio César. Especialmente el
barbudo. Reventaste su cráneo —indefinible estimo: el tono que emplea Dama de
Picas. Exultación. Mera exposición de un hecho. Casual evaluación. Creo es: lo
primero. Mi padawan aprovechó bien
sus lecciones—. Has sabido protegernos. Eso es todo cuanto cuenta. Buenas
noches y duerme bien.
Con gestos ligeramente mecánicos: Bujías
enfunda su Eagle de reglamento. Primero, empero: lo ha recargado. Dama de Picas
también efectúa esa tarea, que debo imitar. Sin embargo: ¡cópiate cómo tiemblan
mis manos! Expongo con desnuda lucidez:
—Quiero orinar. O me lo haré encima.
—Justo: otra secuela. Un intenso/imperioso deseo de mear que no supe iba
acumulándose en mi vejiga.
—Adelante.
Elogios difícilmente superables que espero empero os animen a seguir el resto de mi obra con igual entusiasmo |
Dama de Picas se une al macilento Bujías.
Quien sabe: controlarse mejor que yo. Tiene experiencia, claro. Estuvo en las
Dunas. Aunque no combatió en sitios como Satanligrado o algo así, bregó con
trajines marciales que marcaban. De por vida. O quizás contemplo: una secuela
del Síndrome de Stern-Rush que padece, como todo vet que luchó allí. En unos se
manifiesta con mayor virulencia que en otros.
Según descargo lluvia dorada: los adultos
veo empiezan a saquear a los muertos. Revisan el contenido de sus bolsillos
según intercambian quedas palabras, valorando la distinta mercancía que
obtienen de este modo.
Continuará