Una portada de tantas. So pretexto de la seguridad, se instala la telepantalla en todo hogar. Vaya casualidad que, de paso, sirva para vigilar al usuario... |
La distopía por antonomasia nos aclara
numerosas situaciones actuales. El término más habitual que emplean de esta
novela suele ser el de ‘GRAN HERMANO’, pero hay otros, como el de “doblepensar”, o “crimental”, que merecen nuestra atención. Admito su influencia en
mi SOGUETTO. Suelen aparecer esos términos para que el
lector avezado los reconozca ipso facto
y sepa qué persiguen detallar (ahorrándome trabajo). Mas no es la única obra
que los usa. Lo de ‘Gran Hermano’ (no es la mierda esa televisiva, ¿vale?) sirve
para resumir una situación de supervisión, o peor, control, de la ciudadanía.
Orwell, contaré a quienes desconozcan su “reveladora”
1984, diseñó un “futuro” donde un omnímodo
INGSOC (el Partido Socialista
Inglés), instaló en todos los hogares la telepantalla
(nuestra TV), la cual tanto transmitía como recibía. Sospechamos que el
dispositivo también estaba ubicado en todo rincón del planeta dominado por el
IngSoc; pruebas tiene el funcionario WINSTON SMITH, el atribulado contestatario
protagonista del relato, cuando en el Cuarto 101 recibe la “disciplina
correctora” que el Partido impone a cuantos se desvían de la Correcta Ortodoxia
predicada por… el Partido.
Orwell criticaba, duramente, al Comunismo. Lo
vio pervertir la idea de que había que construir una Sociedad justa y social,
más que socialista, donde todos disfrutasen de libertad y un resguardo estatal,
una prosperidad suficiente, para revelarse un monstruo totalitario que imponía
duros preceptos y acaparaba los privilegios para disfrute de la mínima-nimia casta
dirigente, que se diferenciaba de la Capitalista Plutocrática (valga la
redundancia) en que vestían uniforme y se llamaban “camaradas” en vez de
“señores”.
GEORGE ORWELL, pseudónimo de ERIC BLAIR. Entre otras, vino a España a pegar tiros. Ya bastante gente los daba aquí, sin su ayuda |
Preconizaba (¿o cincelaba?) este presente. ‘Daba’
“directrices” a todos los impresentables que, desde la demagogia populista,
gobiernan, o lo pretenden. La idea es intercambiable; el Capitalismo
Plutocrático la ha adoptado, con mayor éxito, que la Izquierda. ¿Acaso no es
internet la telepantalla? Internet es una herramienta militar “donada” al
populux para que, sin necesidad coercitiva, el Plutocratismo espíe nuestros modos/y/costumbres, sepa qué andamos
“mirando”, para extorsionarnos si hace falta. Stalin mandaría al KGB a partirle
los huesos al personal para sonsacarle, con el riesgo de que, alguna vez, la
masa apaleada se sublevase. Para saber qué tramamos sin sentirnos vigilados, el
Plutocratismo se ha limitado a darnos conexión a velocidad luz a saldo, redes
sociales y celulares.
La siguiente palabra interesante es doblepensar. Es la habilidad de expresar
opiniones opuestas, creyendo en sendas opciones con idéntica fuerza y sinceridad.
Nuestros políticos (CUALQUIERA) manifiestan un talento innato en doblepensar. Esa
destreza es igual de maravillosa entre los tertulianos. La opinión de hoy es
distinta a la de mañana y será retomada pasado mañana, sin mostrar contrariedad
alguna ni sentirse incoherentes o hipócritas. La guerra es mala. Las guerras
justas son convenientes. Pero, ¿no quedamos en que LA GUERRA ES MALA? Una
sonrisa cretina y ¡doblepensemos en otra cosa!
Muy atentos al contenido. Porque es tope orwelliano |
Ahora, debo referirme al término crimental. Por alguna extraña alquimia, se
apoya al “feminismo” hombrófobo/heterófobo (ha inventado un concepto aberrante:
el “heteromachismo”, que persigue condenar tanto al macho —o sea, al hombre—
como al heteroX), y desean incorporarlo a las aulas, criadero de futur@s
fanátic@s. Instaurando una neolengua ginecentrista que modifique/robotice el
pensamiento personal/social. Y condenan, como crimental, el tradicional, pues estima vulnera esa ilógica feminista.
Orwell escribió que las más peligrosas IngSoc
eran las mujeres. ¡Vivo presente! Se alienta un fanatismo desbocado que no
persigue igualdad, sino superioridad. Aplastar al Hombre. Dominarlo. Anularlo.
Una ojeada al ahora, caveat lector,
permite corroborar la exactitud de estas afirmaciones. Y ¿sabes qué es lo peor?
Esto es irreversible.
Tod@s terminaremos amando al/la Gran
Hermano/a. (De Izquierdas, of course.)