viernes, 4 de mayo de 2018

SOSPECHOSOS — EL REVERSO TENEBROSO DE LA POLICÍA

Portada de una obra que desvela el Reverso
Tenebroso de los Caballeros de Azul. No
son ángeles. Tienen nuestros defectos
Al autor de esta magnífica novela, WILLIAM J. CAUNITZ, ex teniente del Cuerpo de Policía de Nueva York, le sirve la trama de un doble asesinato para exponer, sin tapujos, incluso de manera hirientemente desnuda, los entresijos del (sórdido y corrupto) funcionamiento de la Institución en la cual desempeñó su extensa carrera profesional.

Desarrolla el relato durante los años en que la Policía de Nueva York estaba “señalada” por los escándalos estilo SERPICO. Esa… “reputación”… se mantenía con firmeza pese a la ímproba tarea de sanear el Cuerpo. Era una época de corrupción generalizada, a todo nivel, que es cuanto Caunitz pretende esbozar con trazo, si no grueso, sí firme. Y lo consigue. Vaya que sí.

Emplea, para el sucio trabajo, no a HARRY CALLAHAN, sino a TONY SCANLON, un teniente de policía minusválido, decidido a aclarar ese doble asesinato que, conforme lo va desentramando, más sucio se torna el asunto. Scanlon lo emprende como algo personal, pues uno de los fallecidos, JOE GALLAGER, compañero, movió numerosos hilos para que Scanlon continuase en activo. En una Comisaría adonde iban a parar los sargazos y descartados del Cuerpo, incluso una donde la labor era relativamente cómoda.

WILLIAM J. CAUNITZ, por si les
interesa saber cómo era (ya falleció)
Lo motiva esa deuda. El asesino debe pagarlo. Gallager era un agente influyente, querido, ejemplar, empero cuya máscara de eficacia, amabilidad, habilidad, va cuarteándose más Más MÁS apenas Scanlon inicia la investigación. Las primeras (aunque poco acusadoras) porquerías aparecen en la taquilla de Gallager. Lo siguiente conocido va despeñando su imagen de puridad, cosa que el Cuerpo preferiría ocultar por obvias razones.

Bastante jodida está la cosa como para que un condecorado policía aparezca en la mordaz prensa como un degenerado, cualquiera de los que su trabajo le exigiría detener. Scanlon descubre hasta dónde el Reverso Tenebroso del santo Joe llegaba. Se lucraba con el porno, las drogas, extorsionaba, empleaba su placa para obtener ciertos privilegios…

Tenía agarradas las pelotas de más de uno, motivo de su influyente popularidad. Scanlon, según despliega intimidades de su vida y dibuja la de los que se cruzan en ella, se ve en la tesitura de mantener la fachada de pulcra probidad de Gallager o cumplir con su cometido. Esto último tiene riesgo. Los Jefes podrían tanto utilizar esa información para torpedear a sus rivales como hundir a Scanlon. Y la imagen del Cuerpo… comprometida…

Esa posible intención parece motivar a Caunitz: desmitificar. La Policía la componen individuos llenos de debilidades y virtudes. Se ha planteado una imagen de integridad y sólida profesionalidad de los agentes que la integran. A ellos acudimos cuando ciertos problemas nos rebasan. Y seguimos teniendo una semblanza respetuosa del conjunto. La última defensa contra el crimen.

Otra de sus novelas; la producción de
Caunitz es bastante extensa; parece
versar sobre lo mismo que la reseñada
Pero… ¿es su estampa de rectitud y responsabilidad tan refulgente, exacta y poderosa como parece? En ocasiones la prensa orea el escándalo de unos agentes implicados en cosas. Este suceso, ¿debe hacernos entonces recelar del resto? ¿Todos son iguales, o son excepción? ¿El fallo radica en nosotros, que en el fondo nos dejamos obnubilar por la Propaganda que el Ministerio del Interior (o su equivalente según el país) ha diseñado? Reciben una instrucción. Creemos poseen una moral elevada, el deseo de ayudar. Les estimamos incapaces de pecar. Mas delinquen. ¿Qué juicio ahora merecen? Caunitz no tiene la respuesta, tampoco. Se limita a exponer los hechos. Nosotros decidimos.


La mayoría no puede ser policía. Se supone poseen una actitud no presente en todos. Así que imaginad el desconcierto, la decepción, aun la repulsa, cuando un agente es culpable de actos criminales que debería reprimir. Es una profesión dura, difícil. Que comporta elevados riesgos. Así que, cuando denuncian la terrible suciedad, ¿cómo debemos proceder? Traicionan una confianza. Demuestran ser falibles. ¿Qué castigo corresponde?