Portada de una obra que desvela el Reverso Tenebroso de los Caballeros de Azul. No son ángeles. Tienen nuestros defectos |
Al autor de esta magnífica novela, WILLIAM
J. CAUNITZ, ex teniente del Cuerpo de Policía de Nueva York, le sirve la trama
de un doble asesinato para exponer, sin tapujos, incluso de manera
hirientemente desnuda, los entresijos del (sórdido y corrupto) funcionamiento
de la Institución en la cual desempeñó su extensa carrera profesional.
Desarrolla el relato durante los años en
que la Policía de Nueva York estaba “señalada” por los escándalos estilo
SERPICO. Esa… “reputación”… se mantenía con firmeza pese a la ímproba tarea de
sanear el Cuerpo. Era una época de corrupción generalizada, a todo nivel, que
es cuanto Caunitz pretende esbozar con trazo, si no grueso, sí firme. Y lo
consigue. Vaya que sí.
Emplea, para el sucio trabajo, no a HARRY
CALLAHAN, sino a TONY SCANLON, un teniente de policía minusválido, decidido a
aclarar ese doble asesinato que, conforme lo va desentramando, más sucio se
torna el asunto. Scanlon lo emprende como algo personal, pues uno de los
fallecidos, JOE GALLAGER, compañero, movió numerosos hilos para que Scanlon
continuase en activo. En una Comisaría adonde iban a parar los sargazos y
descartados del Cuerpo, incluso una donde la labor era relativamente cómoda.
WILLIAM J. CAUNITZ, por si les interesa saber cómo era (ya falleció) |
Lo motiva esa deuda. El asesino debe pagarlo.
Gallager era un agente influyente, querido, ejemplar, empero cuya máscara de
eficacia, amabilidad, habilidad, va cuarteándose más Más MÁS apenas Scanlon
inicia la investigación. Las primeras (aunque poco acusadoras) porquerías
aparecen en la taquilla de Gallager. Lo siguiente conocido va despeñando su
imagen de puridad, cosa que el Cuerpo preferiría ocultar por obvias razones.
Bastante jodida está la cosa como para que
un condecorado policía aparezca en la mordaz prensa como un degenerado,
cualquiera de los que su trabajo le exigiría detener. Scanlon descubre hasta
dónde el Reverso Tenebroso del santo Joe llegaba. Se lucraba con el porno, las
drogas, extorsionaba, empleaba su placa para obtener ciertos privilegios…
Tenía agarradas las pelotas de más de uno,
motivo de su influyente popularidad. Scanlon, según despliega intimidades de su
vida y dibuja la de los que se cruzan en ella, se ve en la tesitura de mantener
la fachada de pulcra probidad de Gallager o cumplir con su cometido. Esto último
tiene riesgo. Los Jefes podrían tanto utilizar esa información para torpedear a
sus rivales como hundir a Scanlon. Y la imagen del Cuerpo… comprometida…
Esa posible intención parece motivar a
Caunitz: desmitificar. La Policía la
componen individuos llenos de debilidades y virtudes. Se ha planteado una
imagen de integridad y sólida profesionalidad de los agentes que la integran. A
ellos acudimos cuando ciertos problemas nos rebasan. Y seguimos teniendo una semblanza
respetuosa del conjunto. La última defensa contra el crimen.
Otra de sus novelas; la producción de Caunitz es bastante extensa; parece versar sobre lo mismo que la reseñada |
Pero… ¿es su estampa de rectitud y
responsabilidad tan refulgente, exacta y poderosa como parece? En ocasiones la
prensa orea el escándalo de unos agentes implicados en cosas. Este suceso, ¿debe hacernos entonces recelar del resto?
¿Todos son iguales, o son excepción? ¿El fallo radica en nosotros, que en el
fondo nos dejamos obnubilar por la Propaganda que el Ministerio del Interior (o
su equivalente según el país) ha diseñado? Reciben una instrucción. Creemos
poseen una moral elevada, el deseo de ayudar. Les estimamos incapaces de pecar.
Mas delinquen. ¿Qué juicio ahora merecen? Caunitz no tiene la respuesta,
tampoco. Se limita a exponer los hechos. Nosotros decidimos.
La mayoría
no puede ser policía. Se supone poseen una actitud no presente en todos. Así
que imaginad el desconcierto, la decepción, aun la repulsa, cuando un agente es
culpable de actos criminales que debería reprimir. Es una profesión dura,
difícil. Que comporta elevados riesgos. Así que, cuando denuncian la terrible
suciedad, ¿cómo debemos proceder? Traicionan una confianza. Demuestran ser
falibles. ¿Qué castigo corresponde?