Cubierta del recopilatorio. Road-comic que podía relatar más de lo que, al final, termina contanto |
Ya he comentado que no leo reseñas sobre
algo que tengo pensado comentar para evitar influenciarme; después sí miro para
comprobar cuánto diferimos o acertamos cada cual.
Empero esta vez no seguí la regla de oro. Lo
he pagado caro.
En vez de seguir la norma, confiar en mi instinto, preferí fiarme de la opinión de
nosécuántosmil que ¡ensalzaban! la costosa novela gráfica, vertiendo ditirambos
que sólo pueden explicarse así: el nivel cultural del lector medio, en plan kamikaze, cae vertiginoso, sin freno.
Pues esos comentarios destacaban más/menos que la fortaleza del recopilatorio está
en un punto concreto: la violencia.
Nada más. Los restantes elementos que componen
una obra (en este caso, TBO), como la historia per se, qué idea desarrolla, todo el apartado gráfico, la sensación
de literatura (léase: calidad de los diálogos), es menudencia mínima-nimia para
estas personas, que únicamente descollaban que había violencia para dar y tomar
en clave SIN
PERDÓN.
¿De verdad esto depara el futuro a la
historieta? ¿Insinuaciones y superficialidad? Es verdad también que el escritor
no ha pretendido más. Plantea una muy notable premisa que ha desaprovechado como
un criminal. Se ha centrado en que LOGAN (avejentado y con sus poderes
curativos en Nivel KER) corta a un mogollón de tíos una vez queda unleashed o hace macabras mutilaciones para
deleite de una plebe infantiloide de lectores incapaces de ver cómo se ha
desaprovechado un buen argumento.
La madurez (y las minusvalías) están cada vez más en boga en la historieta, ¿en contraposición a aquellos tiempos en que estas figuras parecían forever young forever? |
Para entendernos, un breve resumen:
Norteamérica, futuro MARVEL
relativamente próximo. Han ganado los SuperVillanos (o sea, WANTED otra vez) y se han repartido el país
de la tarta de manzanas. (De nuevo, el ombliguismo estadounidense: más allá de
sus costas el ancho mundo es una bruma de adulterados estereotipos culturales
con acento mejicano o aliento a borchs.)
Ignoramos cómo los SuperV se han distribuido el resto de la Tierra. Tampoco
parece sea importante.
Logan cultiva una parcela desolada. Tiene
problemas para pagar el alquiler. Sus caseros, la BANDA DE LOS HULKS, lo ponen
en un tremendo brete y el canadiense (viendo qué chungo todo estaba en
Norteamérica, ¿por qué no volvió al hogar? Si debe pasarlas putas, mejor hazlo
en tu país, ¿no? Hasta RIDDICK apreciaba valor en la patria) acepta una misión
suicida (a ese filme de CLINT EASTWOOD —RUTA
SUICIDA— debió ajustar la historieta MARK MILLAR) propuesta por OJO DE
HALCÓN. Gana una pasta, se libra de problemas con los Hulks, se entrega a criar
a su gente y cultivar su finca.
Cruzan el país (balcanizado, en la miseria,
lleno de peregrinos que ansían retornen los SuperHéroes) para entregar la mercancía. No diré cuál ni a quién
para que, cualquiera de desee cometer este riesgo, tenga esa curiosidad al
menos. Al regresar a casa, descubre que los Hulks han masacrado a su familia y
esto motiva a LOBEZNO a ‘lobo-tomizar’ a toda la ralea de canallas. Más violenta deadpool. La historia, que daba para
tanto (el acoso de quienes ansiaban adquirir la valiosa mercancía que transportaban, dibujar más ácidamente el CV
de los personajes que aparecen, narrar cómo los SuperV empezaron a matarse entre
sí cuando desapareció el leit motiv
de sus existencias, porque son malvados bastardos codiciosos traicioneros y siempre
quieren más Más MÁS), se reduce a un puñado de matanzas que STEVE MCNIVEN, el
hombre de los primeros planos, intenta esbozar con la mayor visceralidad y
crudeza posible.
Esto no es contar una historia, con diálogos
monosilábicos encima. Es otra cosa. Y si el lector moderno no puede verlo, el ya
amenazado porvenir de la industria se oscurece aún más. Compárese este El viejo Logan con las saltimbanquis
aventuras de los Superhéroes de los 60-70. Preñadas de tonterías, ajá, sí. Pero
cargadas de acción, tensión, drama, aun romance, a un nivel que este
recopilatorio ni soñar puede dar. Solo… bosquejarlo.