Uno de los tantos afiches. Esto ni es THE MATRIX ni AVATAR, como he leído por ahí: es TRON. Homenajea a los 80 |
La efusiva emulsión de mitomanía que luce
esta espectacular producción de $TEVEN $PIELBERG plantea cuestiones
sociológicas que espero poder comentar con eficacia. Después, confirmo que Ready Player One es TRON (cuesta un momento notarlo, por mor de la multitud de “cameos”
de la CultuPop que el ojo entrenado atisba o intenta identificar conforme, en
oleada, van apareciendo fugaces por la pantalla, y que están ahí situados para
eso: evitar advirtamos el parecido) con unas infografías cojonudas y un
argumento quasidetectivesco que la eficaz
mano pudorosa del MIDA$ de Hollywood suaviza para no hacer una cinta ‘escabrosa’
que pudiera alejar a un masivo público juvenil, haciendo peligrar la inversión
efectuada, esperando aumentarla con holgura.
Además puede asegurarse, con mínimo-nimio riesgo,
que honra también a las producciones ochenteras de JOHN HUGUES de las que KEVIN
SMITH quiso mofarse con su saga de CLERKS,
como delata el gárrulo fumeta JAY. Son cinco los chavales que consiguen la
fantabulosa gesta en un escenario aún más fantabuloso. EL CLUB DE LOS CINCO, vamos. O la más moderna versión de LOS GOONIES en un tribalpunk menos abrasivo que el de SOGUETTO, a
modo esbozado en el barrio que habita el protagonista.
Imagino que $pielberg se estremecería según
leía la novela. No sé si llegaría a soltar alguna lágrima; se humedecieron sus
ojos comprendiendo qué sustancial legado ha dejado a la Historia, mediante las
producciones que ha filmado o respaldado. ¿Se enternecería al evocar tiempos pasados
(quizás sin retorno) conocidos como Década 80, La Década Prodigiosa, la de la Movida?
Eso sí: avatares, a mogollón. Como los que caracterizan a los héroes, ejemplos de películas de JOHN HUGUES o el missmo $PIELBERG y su secreto de la pirámide |
Porque las que la han sucedido no tienen,
ni de lejos, su glamour. La
aparatosidad de los efectos visuales computarizados no puede, en justicia,
rivalizar con la enorme carga de artesanía, imaginación, innovación, magia,
nuevas sendas a abrir y explorar, que supuso los 80. Ejemplo: el cine ¿no está
inmerso en una renovación de clásicos de esa época mas en clave
feminista/femenina?) Huyen del término remake
pues está hostilizando a los críticos. ¿No quedan ideas puras en Hollywood?,
les acusan. Piensan contentarles así:
Lo reconstruyen todo empero, donde teníamos
un hosco MAD MAX, ahora hay una feroz IMPERATOR FURIOSA. ¿Captan la onda?
Porque más clara, no puede ser. (Lo que están haciendo con los nuevos EPISODIOS de STAR WARS no tiene perdón de Dios. Y todo por halagar a minorías
que quedan siempre descontentas, no pensando narrar historias.)
Los trasuntos de DR. DOOM y un EVIL SUPERMAN unidos para conquistar una realidad pararela pero artificial, aunque de notable empuje popular |
Tron, A-Ha,
adolescentes intrépidos (sin BSO de JOHN WILLIAMS…) años 80 todo. Aun WILLIAM
GIBSON, el gran Profeta del Apoqueclipse del Mañana-Mañana, está aquí
representado, junto a un montón de iconos de la CultuPop en cuyo pellejo
virtual puedes deslizarte para vivir una existencia de aventuras sin fin-sin
fin en un oasis computarizado que promete evasión eficaz de una sórdida
realidad. Todo es, en el fondo, empeño de las nuevas décadas por regresar, de
un modo u otro, a Década 80. La música. Los personajes. La iniciativa. El
emprender una odisea, aunque sea artificial. Pues ¿qué fue de la maravilla del
esplendoroso futuro prometido? El rimbombante lema a gusto del ateo republicanismo
está errado: no ha muerto Dios, sino el futuro.
Hey hey, el GIGANTE DE HIERRO poseía una panoplia más que destructiva; podría encargarse del malo sin problemas, pese a su aparatoso alias mecánico. Menos rollo, STEVEN |
No sé qué efecto en público más joven produce
tanta añoranza. Si lo entienden. Los SFX lo disimulan todo, sospecho. Pensarán
que es un megasuperespectacular videojuego (lo familiar, su futuro) y así asimilarán
la película. Perdiéndose lo imaginativo de aquél ayer, donde artesanas maquetas
y stop-motion disparaban nuestra
ingenua imaginación.