Puede que en el siguiente recopilatorio la cosa alcance el grado de esplendor que dicen tiene la colección. Aquí cuesta vérsela |
Tal vez sea un tanto exagerado lo de “me
aburro”, empero lo sugiere para el lector, tanto el avisado como el que llega “neófito”
a estas páginas sobre un “verdugo” espacial con una maldición que abruma sus
días. De hecho, Nexus empieza
prometedor/bien. Nace a comienzos de Década 80; la debacle que MARVEL va a sufrir todavía está lejos,
aunque ciertos indicios ya se atisban en el horizonte, y modestas editoriales indie prueban con material capaz de
rivalizar con los iconos de las Majors
que todos conocemos hoy gracias a la potencia visual que el parásito real, el
cine, ha inyectado a las viñetas antaño (¿seguro; el prejuicio al fin
desapareció?) desprestigiadas.
Nexus está en la pionera posición de salida; el
que, a modo, anticipará a LAS TORTUGAS NINJA o HELLBOY, o la patulea (seamos
honestos, lo es) de personajes supercopiones que autores ofendidos como TODD
MCFARLANE o ERIK LARSEN plasmaron bajo el sello IMAGE.
Nexus reside en una remota luna, santuario
de una multitud de víctimas de los déspotas que asolan nuestra Galaxia (en el
futuro tendremos nuestra cuota de tiranos aplastando el rostro de los aliens
nativos en el fango… por encargo o propia iniciativa). De pronto, Nexus tiene
un sueño. Visiones pavorosas. Aterradoras series de genocidios y genocidas. Las
voces de los muertos reclaman justicia.
Así se ve todo muy brioso y tal; luego, las acrobacias van justitas de presupuesto |
Entonces Nexus ¡actúa! Y lo hace de manera
más ‘cerebral’, más ALAN MOORE, que los habituales iconos Marvel o DC, con sus
bizarros disfraces y poderes que dinamizan un colorido espectáculo circense. La
acción/violencia en Nexus está muy
contenida (algo de lo que te avisan si indagas sobre el premiado personaje) y,
conforme las planchas, más que andanzas, del justiciero estelar se amontonan,
más se diluye, menos vemos a Nexus ejecutar a quien tan merecido lo tiene, o
dar bronca.
Adviertes pues que continúas leyendo por la
creciente calidad que el dibujo de STEVE RUDE va alcanzando, línea límpida,
clara, a lo BRIAN BOLLAND, modelando lo que MIKE BARON va considerando es la
vida, obra, milagros, sombras, de Nexus.
Un ejemplo de cómo discurre todo: al
principio, Nexus se dispone a ajustar cuentas a un verdadero terror del Cosmos,
un tipo muy miserable/malvado que te recuerda, no sé por qué, al GRAN MOFF
TARKIN. El pánico por la leyenda urbana de inexorable vengador que envuelve a
Nexus domina la sede de gobierno de ese sujeto, y antes de ser muerta por él,
la esposa de este perverso dictator
se suicida.
Nexus, ante esta calamidad, se repliega; se
arrepiente. Ve “algo” y le da cosa ejecutar la condena que tantas almas
martirizadas le exigen. Y sospechas: ¡Ya está! El dictador ahora montará en
cólera al ver que el ser más amado de su vida sucumbe por culpa de Nexus y le
perseguirá con su terrible flota estelar hasta el infinito y más allá.
¡Venganza! Enfrentamiento, batalla, carnicería. Elementos de análisis
psicológicos, de por qué Nexus es así, cómo el otro descubre que sus actos han
conducido a la tragedia personal, etc., etc., etc., que es de lo que va Baron.
Pues ¡no! Nanay. De eso: olvídate.
El menda ese de la cresta mohawk viene a ser el anti-NEXUS (quien aparece de civil en las primeras viñetas) |
Baron desaprovecha esa jugosa trama para
emporcar a Nexus en otra con un esclavista, luego con su propia ascendencia, después
con la novia que se ha echado, con un viaje a la Tierra estilo Mega City One…,
todo cada vez más diluido, disperso, falto del brío que se supone tiene el
personaje. Eso que Baron afirma en el prólogo de este tomo sobre el comunismo y
PHILIP JOSÉ FARMER u otras inquietudes de nuestra Historia cara al futuro,
queda en nada, apuntes como mucho que parecen perecer ahí.
Arte aparte de Rude, no sé de dónde obtiene
Nexus su reputación. “Decepcionado”
puede ser duro adjetivo que endosarle. Sin embargo, no cumple las expectativas
alentadas por su notoriedad. (Al menos, en mi humilde parecer.)