Este reciente comentario
propicia esta reseña. Algunos elementos concordantes invitan a hacerlo, además.
Es, acaso, la época en que la novela se escribe y cuando los sucesos de este
hermoso, emotivo y entrañable filme de animación, se desarrollan: Década 50.
BRAD BIRD lo reconoce. Describe una
Norteamérica a un tiempo ingenua y feliz y otra aterradora y opresora que no
vacila en emplear armamento nuclear para aplastar cuanto estime amenaza. Real o
no. Es una época cuyo pánico paranoico perdurará al menos tres décadas más, empezando
a quedar atenuado cuando el enemigo de Oriente, la Amenaza Roja Soviética,
caiga junto al Muro de Berlín. El beligerante oso ruso, exhausto, baja las
zarpas. El decadente Occidente democrático vence. RAMBO, el rock, las urnas,
los blue jeans y las Material Girls derrotan los Pensamientos
Proletarios Puros y los dictámenes autoritarios de los comités “asamblearios”
donde una sola voz
debía ser escuchada, obedecida, de ningún modo: desafiada.
Es el trasfondo de la cinta. Por delante,
mucho más agradable, colocan la conmovedora amistad de un chaval y un extraterrano
robot/arsenal que puede llegar a la Tierra con intenciones muy diferentes a las
que, al final, desarrolla, porque un suceso producto de histéricos
malentendidos y de “ver lo que se quiere”, no la realidad, le pone en un trance
que le transforma en un icono, en héroe, una lección de moralidad y generosidad
que se supone sólo los indígenas pueden realizar. El Gigante de Hierro es también una sutil parábola sobre los
inmigrantes, los extraños, los aliens,
a quienes vemos, por atavismo instintivo, como agresores procedentes de
oscuras/remotas costas.
Este trío no sabe en qué clase de supremo embrollo puede terminar metido. Es el retrato de una Norteamérica casi pura e inocente que convivía con otra siniestra y belicista |
Empero el Gigante de Hierro asume el Máximo
Sacrificio por mor del fuerte lazo de amistad y lealtad sellado con su joven
amigo humano, cuando aquellos que han jurado protegerle, evitar que decisiones
de esa naturaleza, situaciones de ese tipo, jamás se produzcan, las inducen. El
neurótico agente del Gobierno, cazador de conjuras y sombras propias del “hyperpatriotismo”
del mccarthysmo, que aunque se sugiere, se evita citar sin embargo, genera una
situación de crisis letal. Si la libertad debe ser mantenida a costa de
exterminar una población que pretendemos resguardar, ¡sea!
El fanatismo (algo además que quiere
relatar esta película) no tiene color. Ocurre que un bando lo explota con mayor
eficacia que otro, pues emplea una Propaganda dialéctica invasiva, circense
incluso, que cala profunda en las mentes aturdidas por el resonante bombo de
quienes emplean esa retórica alucinatoria. Es la Ixquierda la que mejor usa ese
recurso; lo vemos hoy día, manoseando el tema del “feminismo”, que ante todo atrapa
para sus espurios intereses electorales, siendo sólo un abrumador toldo para tapar
sus propias indecencias, tan significativas (más, quizás) que las del
contrario.
Un incidente insignificante revela el Reverso Tenebroso del Gigante. Empero, los acontecimientos terminan haciendo de él el SUPERMAN que realmente quiere ser |
Acaso esto exculpe mínima-nimiamente al
agente del Gobierno exorbitado por el temor a la Amenaza Roja (el Sputnik, el Gigante de Hierro, el beatnik chatarrero, el propio chico
amigo del Gigante, por ignorar la gravedad de los sucesos que acaecen entorno
suyo), pues le ha puesto el coco en un dial pernicioso en que todo tiene un
cariz hostil contra el cual es válido todo esfuerzo, por expeditivo, violento, antidemocrático
que sea.
No basta que, de por sí, tenga tendencia a actuar justo como aquellos
contra los que afirma luchar. Si le ponen la sesera hirviendo a cuarenta y
cinco grados de ansiedad diesel, encima, la catástrofe está servida.
Agentes del Gobierno, militares e histeria: ¡mal combinado! |
Son algunos de los valores (animación aparte)
que esta cinta contiene, aumentando su calidad. La animación no es sólo MICKEY
MOUSE o el exhibicionista PATO DONALD. O las inefables “verbenas” de RALPH
BAKSHI. Es una herramienta de divulgación, cultura y especulación tan válida
como el vasto reino del TBO. (Por eso, éste Gigante es uno de los colosales fetiches
que cobran “vida” en READY PLAYER ONE
—película—.
Por afecto. Respeto. Grandeza.)