viernes, 1 de febrero de 2019

EL GIGANTE DE HIERRO — COLOSAL... POR SUS NOBLES ACTOS

...y cuando comentábamos sobre READY
PLAYER ONE surgió la cuestión: de los
nuevos espectadores: ¿cuántos sabrían
quién es EL GIGANTE DE HIERRO?
Un afiche que retrata el clima de histeria
propio de la época de la historia

Este reciente comentario propicia esta reseña. Algunos elementos concordantes invitan a hacerlo, además. Es, acaso, la época en que la novela se escribe y cuando los sucesos de este hermoso, emotivo y entrañable filme de animación, se desarrollan: Década 50.

BRAD BIRD lo reconoce. Describe una Norteamérica a un tiempo ingenua y feliz y otra aterradora y opresora que no vacila en emplear armamento nuclear para aplastar cuanto estime amenaza. Real o no. Es una época cuyo pánico paranoico perdurará al menos tres décadas más, empezando a quedar atenuado cuando el enemigo de Oriente, la Amenaza Roja Soviética, caiga junto al Muro de Berlín. El beligerante oso ruso, exhausto, baja las zarpas. El decadente Occidente democrático vence. RAMBO, el rock, las urnas, los blue jeans y las Material Girls derrotan los Pensamientos Proletarios Puros y los dictámenes autoritarios de los comités “asamblearios” donde una sola voz debía ser escuchada, obedecida, de ningún modo: desafiada.

Es el trasfondo de la cinta. Por delante, mucho más agradable, colocan la conmovedora amistad de un chaval y un extraterrano robot/arsenal que puede llegar a la Tierra con intenciones muy diferentes a las que, al final, desarrolla, porque un suceso producto de histéricos malentendidos y de “ver lo que se quiere”, no la realidad, le pone en un trance que le transforma en un icono, en héroe, una lección de moralidad y generosidad que se supone sólo los indígenas pueden realizar. El Gigante de Hierro es también una sutil parábola sobre los inmigrantes, los extraños, los aliens, a quienes vemos, por atavismo instintivo, como agresores procedentes de oscuras/remotas costas.

Este trío no sabe en qué clase de supremo embrollo puede
terminar metido. Es el retrato de una Norteamérica casi
pura e inocente que convivía con otra siniestra y belicista
Empero el Gigante de Hierro asume el Máximo Sacrificio por mor del fuerte lazo de amistad y lealtad sellado con su joven amigo humano, cuando aquellos que han jurado protegerle, evitar que decisiones de esa naturaleza, situaciones de ese tipo, jamás se produzcan, las inducen. El neurótico agente del Gobierno, cazador de conjuras y sombras propias del “hyperpatriotismo” del mccarthysmo, que aunque se sugiere, se evita citar sin embargo, genera una situación de crisis letal. Si la libertad debe ser mantenida a costa de exterminar una población que pretendemos resguardar, ¡sea!

El fanatismo (algo además que quiere relatar esta película) no tiene color. Ocurre que un bando lo explota con mayor eficacia que otro, pues emplea una Propaganda dialéctica invasiva, circense incluso, que cala profunda en las mentes aturdidas por el resonante bombo de quienes emplean esa retórica alucinatoria. Es la Ixquierda la que mejor usa ese recurso; lo vemos hoy día, manoseando el tema del “feminismo”, que ante todo atrapa para sus espurios intereses electorales, siendo sólo un abrumador toldo para tapar sus propias indecencias, tan significativas (más, quizás) que las del contrario.

Un incidente insignificante revela el Reverso Tenebroso del
Gigante. Empero, los acontecimientos terminan haciendo de
él el SUPERMAN que realmente quiere ser
Acaso esto exculpe mínima-nimiamente al agente del Gobierno exorbitado por el temor a la Amenaza Roja (el Sputnik, el Gigante de Hierro, el beatnik chatarrero, el propio chico amigo del Gigante, por ignorar la gravedad de los sucesos que acaecen entorno suyo), pues le ha puesto el coco en un dial pernicioso en que todo tiene un cariz hostil contra el cual es válido todo esfuerzo, por expeditivo, violento, antidemocrático que sea. 

No basta que, de por sí, tenga tendencia a actuar justo como aquellos contra los que afirma luchar. Si le ponen la sesera hirviendo a cuarenta y cinco grados de ansiedad diesel, encima, la catástrofe está servida.

Agentes del Gobierno, militares e histeria: ¡mal combinado!
Son algunos de los valores (animación aparte) que esta cinta contiene, aumentando su calidad. La animación no es sólo MICKEY MOUSE o el exhibicionista PATO DONALD. O las inefables “verbenas” de RALPH BAKSHI. Es una herramienta de divulgación, cultura y especulación tan válida como el vasto reino del TBO. (Por eso, éste Gigante es uno de los colosales fetiches que cobran “vida” en READY PLAYER ONEpelícula—. Por afecto. Respeto. Grandeza.)