Portada del primer número. Los rivales en posición destacada. Es Década 80. Una avalancha de nuevos conceptos en TBO darán paso a la revolución actual |
Según creo, con esta miniserie se “estrenó”
FRANK MILLER, autor que ahora, madurito, al parecer se ha vuelto feminista, renegando
de sus ‘orígenes’ (pues su carrera se fundamenta en la glorificación de iconos
masculinos filofascistas de fuerte carácter individualista —como el totémico BATMAN—). Lo admito: no sé si dibujó Rōnin antes o después de su sonado DAREDEVIL. He visto tantos álbumes de “Frank Miller – Daredevil” esto, lo otro,
que no sé si es esa “mítica” saga en la que, me comentaron, tomó a un personaje
moribundo y lo relanzó al estrellato, u
otra cosa.
Da igual. Rōnin fue lo primero que le leí. Y me agradó la narración, tanto
gráfica como literaria, de un náufrago temporal del Japón feudal perdido en la
Nueva York postapoqueclipse económico que abduce el cuerpo de un minusválido
severo empero dueño de un abrumador poder psíquico. Acompañaba al samurai sin
señor ni tampoco nombre un diablo, que se las apañaba para hacerse un
huequecito de reinado tenebroso en una ciudad agónica, tribalpunk, procurando escalar a lo más alto todavía.
Hasta los arsenales nucleares, si se
terciaba.
El voluntarioso joven samurai a punto de meterse en el más fantástico de los líos- Lo marcará para siempre |
Aunque todo esto tenía truco y, al final,
no era cuanto parecía. Miller despojaba de la baza mágica al relato, dejándolo
en una reflexión de acción en la que la voluntad maleaba la realidad hasta
adaptarla a lo que soñaba fuese, no era. Había una sutil persuasión de por
medio, hábilmente tejida, artificio que podría sugerir que Rōnin es una parábola sobre cómo agentes dotados de labia confunden
nuestra mente o voluntad para transformarla, mediante su sugestión, en lo que
quieren se haga, no lo que debe ser. Forjan un ambiente social concreto, imbuyéndonos
creer que somos invulnerables guerreros, conquistadores del entorno mediante la
fuerza de nuestro carácter, inmunes a los avatares de las políticas tradicionales…
que terminan predominando.
Esto puede imputarse a Rōnin, aunque pienso que Miller estaba explayándose al usar un ágil
cóctel de elementos (samurais a lo LONE
WOLF AND CUB, el madmaxiano caos que carcomió la fortaleza norteamericana, fruto
de una interminable depresión económica caníbal, intereses corporativos
internacionales, la intrigante IA que aparenta bondad —y sugiere ser un
borrador de SKYNET—) para tanto presentarse como autor como apuntar nuestro
interés por su labor. Para eso, “prescinde” de un dibujo ‘académico’ “al uso”
(un JOHN BYRNE, o JOHN BUSCEMA, por ejemplo) y desarrolla su expresivo arte,
más que expresionista, que busca en la distorsión de la figura “a lo” manga enfatizar las impresiones que los
acontecimientos producen en los personajes, o esos mismos sucesos. Lo que le
importa remarcar.
Destaca una fuerte figura femenina (aunque
a veces vacila; no siempre está segura de sí misma). En un entorno bélico donde
los hombres tienden a mandar, sobre todo porque el principal discurso es el de
la fuerza bruta y la despiadada habilidad para matar, tiene mérito que exista esta
fémina que, al punto, adopta las técnicas marciales samurais para superar a su
aturdido amante de “otra época” y sobrevivir tanto a las duras calles del paupérrimo
Nueva York como a las bóvedas de plástico del complejo donde reina la ambiciosa
IA. Y más en el momento de su publicación.
No es el tipo “de mujer” que están “popularizando”
debido al puñetero capricho del rollo político actual basado en rapiñar iconos clásicos/conocidos
(SUPERMAN, IRON MAN, LOS CAZAFANTASMAS)
haciéndolos hembras, sino una fuerza propia, genuina, que acaba demostrando que:
momentos determinados nos unen, obligan a que nos complementemos, solos no
podemos subsistir. Hay materias en las que un sexo predomina sobre el otro, mas
en el contexto de Rōnin, o tienes un
aliado, o la diñas. Lección que ciertas feministas (las peores, las vocingleras,
las enajenadas) se niegan a admitir por ODIOSA obstinación y rabia sin sentido.