Afiche. ¿El nuevo CHOW-YUN FAT? Tal vez. No cuestiones demasiado la serie, o le perderás el interés. Tal cual es: disfrútala |
Obviaré
pormenorizar qué éxitos, o fracasos, arrastren los productores, el equipo, el elenco,
etc., que puedan alegar a favor o en contra para centrarme en los episodios per se. Se saldan con un notable alto, cosa
a agradecer en estos tiempos mediocres.
Conviene
destacar que es una serie de evasión dinámica, con espectáculo y elegancia, de
la que no debemos esperar mucho más. Puede salvarte la tarde, no la vida, como
tampoco resolverá los dilemas existenciales que por doquier nos acosan.
Proporciona ese respiro que otros folletines frustraron pese a estar revestidos
de un presunto prestigio pifiado posteriormente. Léase: HÉROES. Apuesta audaz en un momento crítico del superheroísmo
filmado. Podría haber sido esa leyenda urbana que todo el mundo (al menos, el freakie) citase con respeto, aun cariño
nostálgico. ¿Resultado? Cagarruta.
Into the Badlands (me confunde el título, pues eso de “Malas Tierras” ya sugiere páramo
madmaxiano, cuando resulta que ¡es donde está el foco de ‘civilización’ de este
futuro postapoqueclítpico!) se surte de diversas referencias
que pueden identificarse si se está un tanto puesto. Figura primero la
exhibición de artes marciales orientales junto a duelos a sable
que recrean, a continuación, el postfeudalismo espacial de DUNE. Las Badlands se reparten entre SIETE (como LOS SAMURAIS, o LOS MAGNIFICOS) de BARONES (de ambos sexos) que sustentan una
frágil pax aunque de continuo anden maquinando entre sí por ampliar territorios
y obtener sus diversas riquezas.
No es ALITA, sino la más descataca alumna de la BARONESA. Pero poco le falta para ser ÁNGEL DE COMBATE, si en ciertos momentos no lo es por entero |
Dune, vamos. Aunque con las coreografías de TIGRE Y DRAGÓN cuando toca pelear. Y mantengo lo de Dune porque el barroco
vestuario recuerda al que FRANK HERBERT cita en la extensa novela. Además, todo
está limpio: la gente parece no sufre las carencias obvias de un mundo barrenado
por la Guerra Mundial Terminal. Todo despide un aire de sanidad y moderado esplendor
que suena, también, al Gilead natal de ROLANDO DESCHAINES, el PISTOLERO de la
saga LA TORRE OSCURA de STEPHEN KING
(¡aclamad al escritor!).
Te
emboba además la hábil trama, llena de suspense y cuidados personajes (les
falta para lo carismático) hasta el punto de obviar su garrafal defecto. De
nuevo vamos a Dune: el Barón QUINN,
el antihéroe, el psicópata del tumor en la sesera, gobierna amplias vegas de
amapolas. Ergo: droga. Que es la producción
vital de estas Badlands. O sea:
quítese ‘amapolas’ por ‘especia’ y ¿qué tenemos? Dune.
La citada Baronesa. Peligro con afilados tacones altos. El llamativo vestuario oscila entre lo oriental y lo victoriano. Su cuidada profusión es otro aliciente estético de la teleserie |
El
fallo: LA VIUDA, la BARONESA vecina
(letal, codiciosa pelirroja experta en matanzas, lady fetish decimonónica de afilados tacones mortales), empero domina un
pago rico en petróleo. Surte de combustible, gasolina, gas, a las restantes
Baronías. Y en este momento presente: ¿quién tiene la sartén por el mango del
poder y la economía mundial?
Mr. Petróleo. Porque es fuerza, luz, electricidad, lo
que pidas, y más. Por tanto: Into the
Badlands debería haber girado en torno a la posesión de los pozos
petrolíferos, no de los campos de amapolas. El opio genera flipes. Mas la
gasolina alimenta los bugas tuneados MAD MAX que proporcionan más tierras,
riquezas, esclavos, poder, influencias.
El confuso malo de la serie. A veces parece legal, otras se deja llevar por las paranoias, contundente guerrero, debería poseer los pozos de petróleo, pero gobierna los sembrados de amapolas |
A
ninguno de los Barones se le ocurre empezar una guerra para apoderarse del
petróleo (por tanto, dando un giro radical a la trama saltimbanqui de los tatuados
espadachines Shaolin; cada marca, indica un muerto). No hay un HUMUNGUS que
sitie las tierras de La Viuda con una rabiosa hueste de sabandijas. No explota
una sucesión de conjuras, alianzas, complots, para arrebatarle esa riqueza. O a
la inversa: qué argucias La Viuda urde para mantenerse en el poder y
expandirse. Eso habría enriquecido la serie. De notable manera. Volviéndola
eléctrica. Pero, por algún motivo, se han quedado en esto que, sin carecer de
mérito, elude lo electrizante que hubiese supuesto desplegar la otra propuesta.