…la idea atrae a otros hombres; la idea se
convierte en una institución. ¿Cuál era la idea? (TOP DOLLAR dixit.) La pregunta al final quiere señalar
que, conforme la idea ganaba adeptos (en este caso, los imitadores que el barbado
escritor ha tenido), éstos sumaban sus pareceres, deformando de tal modo la
idea (el abuso del “superhéroe oscuro”) que ésta quedaba reducida a postales de
la Noche del Diablo. Mercantilismo.
Este espléndido libro de ALEJANDRO BARBA
tiene dos inconvenientes; a saber: su poca difusión (más merece) y que se
centra en un tema para especializados, o especialistas: la (psico)biografía del
genial historietista (y actividades anejas a la divulgación, la imagen, la
música…) quien pasmó al mundo de las viñetas, desde casi comienzos de Década
80, con obras tan refinadas, controvertidas e imitadas como V DE VENDETTA y la más célebre: WATCHMEN. En efecto: hablamos de Alan
Moore, hombre-espectáculo que explora sin cesar vertientes polémicas, si fuese
necesario, para procurar encontrarse en ese laberinto que es su peculiar vida.
Porque, Alejandro, lo que tu admirado Moore
hace es intentar encontrarse. Recurrir a la magia (al ocultismo, pienso lo
describe mejor) es la muestra más desesperada de su huida al miedo a no saber
quién es (acaso por eso se esfuerza por conocer cada centímetro de su ciudad
natal, por si encuentra rastro mínimo-nimio de algo que le conduzca a sí mismo
por ahí) y querer encontrarse para, por fin, hallar la pax que reclama.
El autor, ALEJANDRO BARBA, a la derecha. El señor mayor es ALAN GRANT, veterano de 2000AD, sobre todo |
Al margen de esto, o acaso como consecuencia,
destaca su actividad prolífica, inagotable, cómo encara cada reto artístico con
efusiva energía (la que constante describes con tu esmerada y prolija prosa,
estilo literario docto, elegante, depurado, tan ameno como didáctico), esa furia
genial que le distingue de la mediocridad general. Ese mismo ingenio le lleva a
la extravagancia (el ocultismo —sería cauto con alguien que afirma haber garlado
con un dios sierpe, al que venera, tras haber “experimentado” con psicotrópicos,
pues parece el inicio de la locura que tanto teme padecer—), impresa en su imagen
casi de chatarrero, siendo a un tiempo válvula de escape de los enormes bríos
creativos que bullen en su interior, como manías de un hombre excepcional.
Está bien documentada, detallada hasta lo
extenuante, esta biografía que tanto procuro por encomiar y recomendar.
Compuesto de seis capítulos, subdivididos a su vez en varias entradas cada
capítulo, hace completo examen de la vida personal y trayectoria profesional de
Moore, desde la pringosa fábrica a la “gloria” de ser acosado en los lavabos
por los freakies en la convención
aquella de cómic. Pasando a continuación por su caída (se pasa pronto del hosanna al crucifícale) y el resurgir, el de ABC COMICS de comienzo del milenio, que, feminismos radicales
aparte, concluye en esa placidez de la tercera edad (ajá, sí) que parece gozar
ahora. Quizás al fin se encontró a sí mismo. Tal vez vio que su obra estaba
culminada y, como Dios, al séptimo día descansó.
Llamativo detalle, referente a su vida
personal, porque la profesional está documentada y es accesible (acaso en
títulos como SUPREME o W.I.L.D.CATS, aun SPAWN, que parecen demasiado frívolos y bastardos para Alan Moore),
es que su primera pareja, la biX, le deja por la otra con la que convivían (un
nido de cotilleos malsanos, esa situación “matrimonial”) y, sin embargo, con su
actual esposa, que lleva la tira de años, la cosa perdura. La convencional vida
heteroX le ha aportado una estable “continuidad” que la fogosa relación de trío
no proporcionó. No sé si ha reflexionado sobre la cuestión.
Al hilo de esto destaco el aparato político
de sus creencias. Moore vive en un insostenible espejismo ácrata. No sé si debido
a sus creencias, o por la hierba del diablo que consume, o sumadas, pero está
archiconvencido de que la anarquía es EL sistema político válido (su primer
matrimonio lo desmiente), y apela a lo de Atenas como ejemplo, pese a su
endeble validez.
El problema es que Moore es hombre íntegro.
Cumple con sus compromisos y convicciones, y supone que todo cristiano a su
alrededor es igual. ¿Acaso las experiencias editoriales, o la de JIM LEE, no le
han persuadido de que el codicioso elemento humano desbarata su lógica
anarquista de gobierno? ¿Cuántos Jim Lee no poblarían su régimen “ideal”? ¿Qué
pretende hacer, cuando le traicionen? ¿No hablarles, como a DAVID LLOYD, o DAVE
GIBBONS? ¿Enrocarse en la dignidad de no querer el dinero de las lamentables
películas que adaptan sus historias? ¿Cree que eso reformaría a los
fraudulentos anarcos que persiguen ser aquello que quieren derrocar, en el
fondo? ¿No conoce, hombre tan culto, la criminal historia opresiva del
comunismo y la URSS?
En ese sentido (y abundo en él, porque ocupa espacio en esta biolocalización, e impregna sus obras), Moore es de los que despanzurran al capitalismo y los males de la democracia parlamentaria, pero cuando le preguntas por Cuba, o Venezuela, o mira hacia otro lado con avinagrado rictus erectus, o te espeta una chorrada, refrescando su discurso sobre los males del parlamentarismo corrupto y el capitalismo explotador.
Es otra huida, mas hacia el hipócrita
cinismo. En su disputa con FRANK MILLER por lo que podemos comparar como el
15-M norteamericano, Moore no tiene razón. Sí Miller. Porque, agitando a la
masa de legítimos ofendidos, estaban niños bien pijipogres que, para escapar de
sus negadas vidas, se apuntaron al anarcofascismo de la careta de V, consiguiendo
en recompensa so pretexto de estar erradicando los problemas de los pobres chalets
de seiscientos mil euros y/o ministerios.
Sin embargo, prefiero más resaltar las virtudes de este estupendo libro, el cual debería haber tenido difusión mucho más amplia, sobre todo entre los aficionados a la Historia de la Historieta, y de Alan Moore en particular. Fecundo, agradable, interesante, espero que Alejandro goce de una segunda oportunidad para poder difundir este documento a un diverso público más amplio.