El misófobo protagonista; con estas monacales pintas, como que no vas a ninguna parte. Empero... |
A
priori, Monk parece una aburrida y repelente
serie de una especie de obsesivo minusválido “polifóbico” vestido como un cateto
español de Década 60, más ALFREDO LANDA del Franquismo que PACO MARTÍNEZ SORIA,
plagado de manías y complejos que bordean lo ODIOSO, haciéndole no irritante,
sino insoportable. Uno de esos programas que espantan al público por su
atontado concepto y el no menos provinciano protagonista, afincado en la
norteamericana San Francisco.
Sin embargo, cuando la programación te comprime
entre densos bloques de naderías, mierdas, inclusividades y demás modernas
basuras, Monk no pinta ya tan mal,
porque se hace un mundo levantarse del sofá para ver un DVD. Empiezas a hallarle
curiosidades y honduras psicológicas (las que tanto excitan a los cornudos
escritorzuelos góticos) que hacen muy significativa una serie que, por su antiglamourosa envoltura, sorprende que se
mantuviese ocho temporadas en antena. Dos, o tres, parecen demasiadas.
Estrenan
Monk (2002) cuando la TV la regían privates
detectives, policiales o de alquiler, de subido guapetón o repelente sabihondez
(CSI DÓNDE-SEA), superficiales galanes
de celofán que siempre se ventilaban a una rubia buenorra según lo demandara el
episodio. (Aunque las series donde no pasa esto suelen ser más deprimentes.)
Pues SHARONA FLEMING me gustaba más que NATALIE TIGGER; sabía contenerle las muchas tonterías. También prefería la sintonía de cabecera de la primera temporada. Pero... |
¿Qué ofrece Monk? Un paleto menos espabilado que su aspecto. Un hombre vulgar
(TONY SLAHOUB tendrá muchas cualidades, pero de sex-symbol GEORGE CLOONEY, no), exasperante con su manía
obsesiva-compulsiva y el pánico a un millar de cosas. ¿Quién puñetas quiere ver
la serie de tal desastroso tío? Vuelvo a CSI
Donde-Sea pese a que sus diálogos son puras carajotadas y las actuaciones son
de maniquíes de palo.
Aunque insisto: “entras” en la serie y ves detalles. Como la cansina viudedad
de Monk. La señora de Monk, TRUDY, muere en atentado de coche y esto recluye al
ex policía de San Francisco en su casa tres años. La serie le empuja a salir y terminar
cada episodio, bianco, bien
intencionado, humorístico, para completar las ocho temporadas, en cuyos capítulos
finales esclarecen el enigma de quién/porqué murió/mató a Trudy.
Por la novela noir que llevo leída, es la primera vez que veo a dos oficiales de policía hacer investigaciones de campo, no las coordinan. Claro, que cuando son estos dos pasmas... |
La inquebrantable lealtad a su esposa, aun a
su recuerdo, oculta otra fobia de Monk: al sexo. Nombrarlo lo descompone, a
punto de convertirse en kippel. Ocultan esta aversión con lo del recuerdo a
Trudy y tal, pero, no. Monk teme al
sexo, aversiona toda versión del erotismo,
y esto lleva a sospechar si, durante su matrimonio, alguna vez consumaron debidamente
la relación. Entonces, consciente de que las mujeres gozan también de tensiones
sexuales que deben aplacar, comprendes que Trudy era frígida. Hacían manitas en
el sofá, dormían juntos, todo muy HELLO
KITTY, mas, llegar a más… nanay.
Para un sexófobo
agudo y una frígida consumada, ¡unión perfecta! Somos grandes camaradas,
disfrutamos de un poderoso y ejemplar amor platónico, aunque engolfarnos en
pasiones animales que, por naturales que sean, nos parecen inmundas, NANAY
plus.
Apreciado este detalle es cuando Monk desmonta su aparente vulgaridad. Descubres
qué autorreferente es de sí misma. Cómo intercala detalles de episodios previos
en otros posteriores. Crean un sutil Monkverso,
que incluye personajes bastante estrambóticos, que produce una pequeña
sensación de deleite. El resultado: acabas enganchado a su aparente puerilidad,
que no es tan inofensiva como parece.
Esto deriva a la digresión de por qué los detectives, privados o policiales, son solteros (incluso el inefable COLUMBO): una esposa, una relación en cualquier grado, es un obstáculo. Atrofia el poderoso órgano del análisis deductivo del detective, le pone en la temida tesitura de esperar venganza en la persona amada por parte de un enemigo, lo que abocaría la situación a otro plano (MAD MAX). No es por misoginia que sean solteros, sino que se sacrifican conscientemente para evitar una tragedia.