viernes, 18 de febrero de 2022

MONK (SERIE TV) — O POR QUÉ LOS DETECTIVES SON SOLTEROS

 

El misófobo protagonista; con estas
monacales pintas, como que no vas a
ninguna parte. Empero...

A priori, Monk parece una aburrida y repelente serie de una especie de obsesivo minusválido “polifóbico” vestido como un cateto español de Década 60, más ALFREDO LANDA del Franquismo que PACO MARTÍNEZ SORIA, plagado de manías y complejos que bordean lo ODIOSO, haciéndole no irritante, sino insoportable. Uno de esos programas que espantan al público por su atontado concepto y el no menos provinciano protagonista, afincado en la norteamericana San Francisco.

Sin embargo, cuando la programación te comprime entre densos bloques de naderías, mierdas, inclusividades y demás modernas basuras, Monk no pinta ya tan mal, porque se hace un mundo levantarse del sofá para ver un DVD. Empiezas a hallarle curiosidades y honduras psicológicas (las que tanto excitan a los cornudos escritorzuelos góticos) que hacen muy significativa una serie que, por su antiglamourosa envoltura, sorprende que se mantuviese ocho temporadas en antena. Dos, o tres, parecen demasiadas.

Estrenan Monk (2002) cuando la TV la regían privates detectives, policiales o de alquiler, de subido guapetón o repelente sabihondez (CSI DÓNDE-SEA), superficiales galanes de celofán que siempre se ventilaban a una rubia buenorra según lo demandara el episodio. (Aunque las series donde no pasa esto suelen ser más deprimentes.)

Pues SHARONA FLEMING me gustaba más que
NATALIE TIGGER; sabía contenerle las muchas 
tonterías. También prefería la sintonía de cabecera
de la primera temporada. Pero...

¿Qué ofrece Monk? Un paleto menos espabilado que su aspecto. Un hombre vulgar (TONY SLAHOUB tendrá muchas cualidades, pero de sex-symbol GEORGE CLOONEY, no), exasperante con su manía obsesiva-compulsiva y el pánico a un millar de cosas. ¿Quién puñetas quiere ver la serie de tal desastroso tío? Vuelvo a CSI Donde-Sea pese a que sus diálogos son puras carajotadas y las actuaciones son de maniquíes de palo.

Aunque insisto: “entras” en la serie y ves detalles. Como la cansina viudedad de Monk. La señora de Monk, TRUDY, muere en atentado de coche y esto recluye al ex policía de San Francisco en su casa tres años. La serie le empuja a salir y terminar cada episodio, bianco, bien intencionado, humorístico, para completar las ocho temporadas, en cuyos capítulos finales esclarecen el enigma de quién/porqué murió/mató a Trudy.

Por la novela noir que llevo leída, es
la primera vez que veo a dos oficiales
de policía hacer investigaciones de
campo, no las coordinan. Claro, que
cuando son estos dos pasmas...

La inquebrantable lealtad a su esposa, aun a su recuerdo, oculta otra fobia de Monk: al sexo. Nombrarlo lo descompone, a punto de convertirse en kippel. Ocultan esta aversión con lo del recuerdo a Trudy y tal, pero, no. Monk teme al sexo, aversiona toda versión del erotismo, y esto lleva a sospechar si, durante su matrimonio, alguna vez consumaron debidamente la relación. Entonces, consciente de que las mujeres gozan también de tensiones sexuales que deben aplacar, comprendes que Trudy era frígida. Hacían manitas en el sofá, dormían juntos, todo muy HELLO KITTY, mas, llegar a más… nanay.

Para un sexófobo agudo y una frígida consumada, ¡unión perfecta! Somos grandes camaradas, disfrutamos de un poderoso y ejemplar amor platónico, aunque engolfarnos en pasiones animales que, por naturales que sean, nos parecen inmundas, NANAY plus.

Apreciado este detalle es cuando Monk desmonta su aparente vulgaridad. Descubres qué autorreferente es de sí misma. Cómo intercala detalles de episodios previos en otros posteriores. Crean un sutil Monkverso, que incluye personajes bastante estrambóticos, que produce una pequeña sensación de deleite. El resultado: acabas enganchado a su aparente puerilidad, que no es tan inofensiva como parece.

Atentos, un prófugo de la mítica SEINFELD. Un
detalle peculiar de
MONK es que se enfrenta, casi
siempre, a atléticos/arrogantes lindos criminales
que contrastan con su imagen bicromática y
acomplejada, provinciana. Empiezan los detalles...

Esto deriva a la digresión de por qué los detectives, privados o policiales, son solteros (incluso el inefable COLUMBO): una esposa, una relación en cualquier grado, es un obstáculo. Atrofia el poderoso órgano del análisis deductivo del detective, le pone en la temida tesitura de esperar venganza en la persona amada por parte de un enemigo, lo que abocaría la situación a otro plano (MAD MAX). No es por misoginia que sean solteros, sino que se sacrifican conscientemente para evitar una tragedia.