viernes, 4 de noviembre de 2022

EL GRAN LEBOWSKY — DE BOLERAS, PORNÓGRAFOS, FLOJOS Y PARÁSITOS

 

Afiche. Los antitéticos protagonistas
de esta comedia con tintes
noir. Uno,
todo pereza; el otro: acción sin
sentido. Y así componen esta cinta

Los HERMANOS COEN desarrollan otra faceta de su extravagante Universo repleto de singulares personajes incrustados en una cotidianeidad no menos esperpéntica, sujetos que han ido impostando sus torcidas idiosincrasias en la Sociedad hasta hacerlas correctas maneras de proceder. Lo empapan todo con su particular humor, elaborado, fino, irónico, que perfilan las actuaciones de los intérpretes de sus filmes.

Esta vez presentan a JEFFREY Lebowsky, un redomado vago que va a casi todas partes en playeras y albornoz, como sarcasmo hacia OBI WAN KENOBI. EL NOTA (como prefiere le conozcan) no da un palo al agua. Vive en un mundo de boleras, drogas y prolongados baños mientras va al super en playeras y albornoz. El Nota es parasitario absolutamente, empero es un inofensivo parásito simpático, cuyas fuentes de ingresos son ignotas. Es también antisistema, aunque al ser un flojo, pasa de peleas.

Toda su voluntariosa energía la consume en la bolera, donde comparte anécdotas con compañeros no menos extravagantes. La cinta es una cítrica épica basada en parte en esa pasión deportiva norteamericana, donde el rumor de las bolas, el estampido de los bolos derribados y el destello de las luces en las pulidas calles compone toda una cultura.

Un Maestro Jedi de las boleras; no
puedes evitar establecer la comparación
viendo este fotograma

La bolera asimismo atrae a elementos de igual extravagancia, creando una Liga de Freakies Extraordinarios comparable a los cosplay del TBO o el Manga. Es suficiente el análisis que los Coen hacen de este tipo de relaciones y pasiones, pues más profundizan en la odisea de El Nota, involucrado involuntariamente en un rapto, una confusión de identidades, unos estrafalarios filonazis, un magnate del porno y la alocada chica florero implicada en una competición familiar por saquear una fundación.

El otro Lebowsky de la historia, que lo tiene todo liado y obliga deterioren la alfombra de El Nota, es un vehemente paralítico que recuerda a ese supervillano de Marvel, MODOK. Va avasallando a todo Dios en su silla de ruedas motorizada, empitonando verbalmente a cualquiera que decida, o no, arrostrarle, envuelto en un aire de productiva respetabilidad calvinista (tan cara al estadounidense), aunque luego resulta ser otro vago redomado. Al menos, El Nota es sincero. Desparrama por donde sea que aterrice su falta de modales, de compromiso, de energía laboral.

Ahí los tienes otra vez, con ese STEVE BUSCEMI
que termina poniendo la nota trágica a la comedia


El Gran Lebowsky sobre ruedas disimula su pereza crónica con su aire de firme actividad (¡hagamos lo que sea, aunque sea inútil, pero que vean nos movemos!). ¿Resultado? La Sociedad acepta al Gran L porque viste de marca y su perentoria voz sugiere frutos. El Nota es una excrecencia en albornoz que vive para amar los bolos y, sin quererlo, verse implicado en un absurdo desfalco que termina matando a uno de sus compañeros (STEVE BUSCEMI).

Contrapartida igual de vehemente del Gran L es el personaje de JOHN GOODMAN, el neurótico vet de Vietnam que sin parar extrae de su distorsionada memoria batallas que arroja a la palestra para demostrar que, como sangrar y echar tripas, nadie como él. Embarulla todo aún más (el episodio del maletín en el puente; el del deportivo), mostrando la cara de la falta de prudencia o reflexión del que está poseído por emociones volcánicas que, ora estallan en sus vivencias bélicas, ora exponen compromiso con el judaísmo (aunque sea católico polaco), cosas que acaban irritando a El Nota. Sin tapujos se lo recrimina varias veces. Son sandeces. Vives de tonterías. Inventas paranoias. Tras la galerna, quedan tan amigos. Sí. Acabas congeniando con El Nota.

La inefable fauna de los freakies de las boleras.
Por doquier cuecen habas, es la conclusión lógica.
Al menos, éstos no van por ahí diciendo que 
desactivaban bombas en Afganistán, completa y
trágica mentira de algún GRAN FLOJOWSKY
vampiro anímico ansioso de atención ajena

No es como algún cornudo Gran Flojowsky poetastro, que inventa aberrantes historias de sus violaciones infantiles o disparates de madres que abandonaron al niño violadito para “victimizarse”, querer dar pena penita pena a bujarrones y putas. El Nota, apechuga. El Gran Flojowsky: lloriquea para magnificar su imagen de sensible ‘literato’ “acosado”. Estampa asquerosa de un repugnante y cobarde ejemplo de “ser humano”, en suma.