Cualquiera de las tantas portadas que cobijan el material aquí reseñado. Dada la ambivalente y embustera naturaleza del protagonista... ¿inspiró en parte a ALAN MOORE para su V, el de Vendetta? |
MAURICE LEBLAC es el Señor de los Puntos
Suspensivos. Todos estos relatos (que desprenden la sensación de ser un extravagante
divertimento, delicada artesanía volátil que no puede, pese a sus exegetas,
resistir la comparación con la más firme prosa, hasta contundente, de SIR
ARTHUR CONAN DOYLE) forman vértebra de la denostada literatura pulp. Ocurre que a algún veleidoso lumbreras
de los tantos que hay por ahí, pontificando qué debe o no gustarte, les ha
caído en gracia y los ha cribado del vigoroso e icónico mainstream compuesta por cuentos o novelas de DOC SAVAGE, LA SOMBRA o CONAN. Como el propio y evasivo
protagonista de las historias, Arsène Lupin, nombre inventado para la ocasión
(un robo planeado meticulosamente), trasuntan sus andanzas la sensación de caprichosa
liviandad que le diferencia de los justicieros personajes citados, más toscos
en apariencia. Arsène Lupin puede cifrarse
como pulp para señoritos.
Aun así, Arsène Lupin es material que debe tenerse. Porque, para empezar, es
bueno. Entretiene, tiene momentos brillantes, cuentos que van oscureciéndose según
Leblanc desarrollando al personaje. Por supuesto, es narración bianca en todo punto. No hay leguaje
soez, situaciones barriobajeras/muy escabrosas, todo discurre en una esfera de
puntillosos miramientos sociales de finales/comienzos del siglo XIX-XX, con la
clara intención (de Leblanc) de competir con las gestas del detective amateur de Baker Street. Alude a
SHERLOCK HOLMES en un par de ocasiones, al menos.
MAURICE LEBLANC, abogado luego dedicado al periodismo; con la escritura seguro ganó una reputación que podría no obtener en los juicios |
Como ocurriera con BATMAN, diseñado para competir con SUPERMAN, Leblanc perfila a Lupin como rival de Holmes, una suerte
de PROFESOR MORIARY gabacho. Lupin se codea con lo más excelso de la Alta (y
vacía) Sociedad contemporánea. Su objetivo, narcisismo aparte, es obtener
información que le permita perpetrar audaces atracos (de guante bianco) que luego el periódico (infiero)
donde Leblanc escribía difundía por todo el orbe. Magnificaban las hazañas del sibarita
criminal y su banda, masa difusa de colaboradores que vegetan en tercer plano, aguardando
órdenes.
La audacia caracteriza sus atracos. Todos
sus objetivos se estiman imposibles. GARIMARD, el veterano (y amargado) inspector
decidido a enjaularlo por siempre, no lo consigue por mucho que se esfuerce.
Aun de manera accidental colabora en una de las osadas empresas. Lo devasta
tanto TANTO saberlo que liquida su carrera policial.
Descoloca un tanto cómo están compuestas
estas historias. Empiezan de una forma y concluyen de otra. La primera persona
del cronista, ora Lupin, ora Leblanc, se confunden en las páginas finales. Y
descubrimos que aquél que parece estar narrando el suceso, de pronto es Leblanc
que, de forma maravillosa, se ha transfigurado a partir del original Lupin.
Esto sucede inmediatamente, en el primer cuento, donde encarcelan a Lupin
mediante una añagaza… por él mismo ideada a fin de cometer uno de sus robos.
Un duelo que debió serle muy caro al autor; se refiere en un par de ocasiones al detective de Baker Street como paradigma |
Mas impera esa sensación de liviandad, de
ser casual divertimento para un público poco exigente, que pudiera extenderse a
clases obreras que habían tenido la suerte de ser beneficiadas por la instrucción
pública, contemplando en Lupin una suerte de ROBIN HOOD galo, ya que Lupin a
veces se destaca con generosas aportaciones a beneficencia.
Él mismo (pudiera mentir en esto, porque
eso le define: el disfraz, la máscara, la indefinición, el embuste ingenioso)
procede de las humildes clases trabajadoras. Cuenta su refinada venganza contra
los señores que maltrataron a su pobre madre, mas dejándote en la incertidumbre
de si, en efecto, pasó eso, o lo inventa, a partir de un suceso criminal real,
que emplea para construirse un pasado, una coartada, raíces.
Es, en resumen, agradable lectura que debe atesorarse, porque Lupin está incrustado en la CultuPop, como otro de sus contemporáneos, FU-MACHÚ, digno rival suyo.