viernes, 19 de abril de 2024

LOS PACTOS DIABÓLICOS — PARANOIAS SACERDOTALES Y OTRAS SUPERSTICIONES

 

Uno más de los libros qie la
extinta editorial dedicó a la
controvertida ciencia oculta;
como materia de charla, vale;
como los OVNIS, que no
existen, digan lo que digan

Pese a su… carácter instructivo, este libro de FÉLIX LLAUGE tiene un molesto elemento; poco, empero produce esa mínima-nimia incomodidad. A saber: el Diablo existe (bajo el nombre que quiera darle el populux: SATANÁS, BELCEBÚ, LUCIFER, MEFISTÓFELES, ASMODEO…). Y existe porque lo digo yo. No porque te ofrezca ejemplos que lo afirman, documentación invulnerable (bueno, veremos) y que se remite a remotos tiempos bíblicos. Sino porque lo afirmo.

No: déjame a mí decidirlo, ¿quieres?

Porque después pone ejemplos que sin empacho asegura que algunas posesiones citadas se deben a que la sesera del/la referido/a estaba averiada/contaminada de las numerosas supersticiones medievales contemporáneas, traspasadas a eras posteriores, hasta más/menos la Ilustración, que sin sofocarlo logró acotar todo eso. La radiante lámpara de la cultura y la ciencia jamás podrá despejar las tinieblas más recónditas del vulgo.

Mas relata acontecimientos que insertan duda, siendo honestos. No creyente, como el Sr. Llauge pretende; su creyente es de los de municionarse de crucifijos, escapularios, agua bendita, hostias consagradas y misa diaria, balas de plata y estacas, junto al restante aparato de persignaciones por hora y santos en urnas. Beatos que piensan que Satanás y sus pequeños cortesanos rondan por ahí alertas, ansiando tu ánima, golosina apetitosa.

El autor, FELIX LLAUGE, en su estudio; parece
entendido en esta materia, que no fue un mercenario
que por encargo escribió esto, pasando a otra materia

Pornografiarse impulsa al Diablo a meter la ganzúa en tu espíritu y edificar un cómodo chalecito en él. Hasta que MAX VON SIDOW pueda expulsarlo exorcizándote. Es como esa subtrama de EL NOMBRE DE LA ROSA: si ríes, dejas de temer durante un momento a Dios y ¡Satanás ocupa! (Porque esa es otra; a Dios no se le ama o le estás agradecido, como se supone inspira la prédica de JESUCRISTO. Debes ser una abyecta cobaya servil acojonada a todo instante de Él). Debes estar siempre vigilante, rezando, exhortando…

Bien: si repele al Diablo la clara adhesión a Dios… ¿cómo hubo tantos casos de monjas y sacerdotes posesos? ¡Parecían estar deseándolo! (Cosas de la represión sexual aneja al hábito, queda claro.) Y es interesante ese detalle histórico de que el satanismo se empleó como catarsis política contra la opresión feudal y un clero vendido al amo feudal.

EL DIABLO y sus obras dan, desde
siempre, enjundiosa materia para
la ficción. Esta es de la "más nueva"
y que recomiendo vivamente

Aporta un dato que puede considerarse escalofriante, y es que es Dios quien autoriza al Diablo (o subordinado a mano) a posesionarse de un ser humano. Puede trastear con su físico lo que quiera, mas no puede tocar el alma del infectado. Y ¿por qué Dios haría algo tan aterrador y espeluznante? Pues para darnos una lección: la de Su Omnipotencia.

Hace y deshace a su gusto, sin repugnarle acudir al Mal para poner en juego sus poderes. Luego, para probar nuestra fe en Su Omnipotencia. Si tienes mucha, y sigues creyendo pese al tormento, o fracasas a la primera aflicción. Mal creyente si fallas. Tercera: para mantener al rebaño acojonado a Su Voluntad. Vaya con Dios Padre Pancreator.

Llauge ilustra sobre el ritual de los pactos diabólicos, literatura enjundiosa, extensa en el tiempo, y que tiene al DR. FAUSTO de mejor paradigma, quien acabó en el Infierno, no salvado por MARGARITA. Su bibliografía consultada asegura que los más astutos nigromantes pueden incluso anular el contrato. Engañar al Diablo. Sorprendente, en entes sobrenaturales que retienen su gran poder angelical y que conocen el pasado y el futuro además. ¿No husmean que el tal mago encontrará la formulación especial que le exima de cumplir el acuerdo en no sé qué viejo grimorio? Además, el ritual para invocar desde los Profundos Infiernos a uno de esos entes requiere de tales inusuales útiles y precios que usted no puede hacerlo en casa, pese a los que tontean con estas cosas creen.

Otro remarcable ejemplo. En serio:
sólo los católicos comprendemos el
Infierno como ninguna otra religión
o secta. Pueden intentarlo, llegar al
noventa por ciento, empero no al
top cien. Al fin y al cabo... ¿no está
el Infierno lleno de papas y obispos?

El autor se contradice en su “fe diabólica” cuando acentúa que la Iglesia Cristiana aplicó tormento a los que designó posesos, brujos o hechiceras basándose en un catecismo lleno de supersticiones acendradas en el acervo popular. Y más: cuando algo no encajaba con “la tradición” ¡inventaban la explicación! Los hábitos de los inquisidores y sus familiares vestían a un buen puñado de canallas sádicos que obtuvieron cuanta carnaza quisieron torturando semejantes so beato pretexto de salvar sus almas. Es un plato fuerte del libro: cómo la Iglesia, para justificar su existencia, inventó, o retorció infame, lejanas leyendas urbanas para destrozar seres humanos, arrebatándoles sus posesiones de paso.

Alarmó al autor que el satanismo estuviera en auge en 1975, fecha de aparición del libro. Para afirmar a continuación que quienes practicaban esos peligrosos ritos paganos apóstatas lo hacían por afán sexual pervertido, o ser moda. Me sorprendió omitiera a GILLES DE RAIS y el caso real que refleja la novela, y película, de EL EXORCISTA.

Como apunte personal, diré que no entiendo a los satanistas. Si existe el Diablo junto a su parafernalia, y el Infierno con toda su carga de tormento es la última estación, ¿qué piensan ganar? No parece vayan a conseguir trato de favor. En ese caso, ¿no interesa seguir del lado de Dios? Pudiera todavía haber Paraíso. ¿A qué jugársela, pues?