El destajista JOSEPH BERNA la emprende con la mitología griega, el MINOTAURO y sus hermanos |
Gracias a informaciones recibidas de docta fuente, puedo ahora asegurar que ‘JOSEPH BERNA’ jamás tuvo intención de dar un sesgo
profesional a sus relatos. El caveat lector ya conoce mi defensa de los
autores “destajistas” del pulp, que se dejaban de milongas estilísticas
y rebuscados experimentos literarios para darle al público algo que le
distrajese de sus cotidianas miserias un rato al menos con la suficiente
calidad como para generar hasta mitos (INDIANA JONES) de amplia aceptación y
mejor recuerdo.
No puedo defender a ‘Berna’ pese haber publicado
casi ¡cuatrocientas novelitas! De a duro, a razón de seis escritas por mes. Es
ejemplo de profusa actividad pasmosa, ojo, empero ¿de qué calidad? Porque ese
es el quid de la cuestión: si todo va a ser deleznable relatividad, rehuir
la pretensión de una mínima-nimia calidad… ¿de qué vale tal marca? ¿Para tener sólo
ese prodigioso aunque vacuo haber en su haber?
De las novelitas que llevo leídas, las
suyas son las más deplorables. Las otras, pese a sus demarrajes, al menos eran
entretenidas, perseguían obtener cierto lustre; eran simpáticas. PROYECCIÓN A OTRA GALAXIA era más interesante por lo que no
contaba/podía haber contado, que por sí. Pero tenía donaire. La respetabas.
Algo me dice que la portada tiene poco que ver con el satírico contenido |
‘Berna’ rehúye deliberadamente esa pretensión. Tampoco es cómico el resultado, como su defensor asume. Su ligereza es la de “esto mismo; lo dirijo a tontos del culo”. No hace un satírico relato del género empleando determinados elementos (UN FANTASMA RECORRE TEXAS), rebaja los oropeles “sacros” que la ciencia ficción elije como adorno (FUNDACIÓN, YO, ROBOT). Es pura desfachatez. Remate incalificable. Frases de parvulario. Y aún así, Bruguera le dio carta bianca durante casi cuatrocientas novelas. Preocupante indicio del estándar de calidad de la editorial y el respeto a sus lectores.
Lo que más me ofende de este El planeta
de los Hombre Toro (burda socarronería a costa del subgénero space-opera,
al que pretende desvirtuar como quien no quiere la cosa) es la grosería del
trabajo mal hecho; así, a posta. Remata las situaciones al descuido. Las infantiles
frases. He apreciado en estas novelitas que, durante Década 70, tenían esa
pretensión de calidad. De hacerlo lo mejor posible. Estas de ‘Berna’ proceden
de Década 80, y sugieren preconizar la decadencia de la editorial y sus
publicaciones.
Parece Bruguera estableció un canon
para estas historias: tíos potentes y tías buenas de aventuras por el espacio en
“naves con forma de lenteja” que superaran todo peligro sin problemas, luchando
línea-a-línea hasta el happy end. Cumple ‘Berna’ la guía. Añade algo
más: la adolescente persecución del beso a toda costa:
Lo reconozco: estos títulos dan morbo; cuando piensas en lo que puedes contener sus párrafos, conociendo el percal, la reacción adversa es casi instantánea |
Una nave destinada a la prisión de Plutón
para criminales peligrosos (¿tan lejos debían llevarlos?) atraviesa una nube
purpúrea y surge a otro sistema solar (o plano) topándose con un mundo tamaño
Mercurio habitado por Minotauros macho y espléndidas bombshells que les
paren sus mutaciones. ‘Berna’ obvia la falta de gravedad, pensando que, con que
tenga atmósfera óptima al Hombre, ¡lo demás sobra! Los pretendidamente
aguerridos tripulantes no pueden impedir la fuga de los criminales, que casi se
meriendan a la atractiva doctora de a bordo, aunque terminan víctimas de esta
comuna taurina. ‘Berna’ concentra en una especie de colonia cretense
antediluviana la acción con prosa ágil mas poco estimulante, refocilándose en
un pecado habitual de estas novelas: una, o dos líneas explicativas más, se
agradecerían. No era tanto esfuerzo. Espacio, había. La nave despega, se
sumergen en la misma niebla, y regresan al Sistema Solar. Besuqueo.
Héroes de cartón piedra, un vago escenario que exige demasiado a la imaginación, frases incalificables, villanos muy malos sólo porque lo dice el autor, no sus actos, y el ridículo romance televisivo. ‘Berna’ aspiraba a guionista de CHEERS, os lo digo yo. En eso, se esmera: en la tontaina obtención de un beso (a tornillo) entre el prota y su novia, restando espacio o desarrollo a lo importante.