Cubierta del último recopilatorio de los tres episodios que componen esta saga. Autor: el detallista y estresante GEOFF DARROW |
A comienzos de la década de 1990, mientras SON GOKU demolía el planeta Namec, FRANK MILLER y GEOFF DARROW nos deslumbraron con un cómic considerado inmediatamente ultraviolento. Mucho de lo que contaba desde luego no se había visto en el tebeo o, por lo menos, “el convencional”: superhéroes, MORTADELO Y FILEMÓN, el terror, más o menos invasivo, fuese de WARREN o EC COMICS, las arquitecturas francesas de MOEBIUS. Parecían cosas del underground: bestialidades desagradables y gratuitas y pasadas sexuales estomagantes. Miller, más que convincente narrador (cuando toca temas que rozan el fascismo) y eficaz cuentista, combina todos esos elementos y junto a Darrow, un ilustrador que lleva el detalle al extremo del estrés, ofrece una “versión alternativa” del ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? de PHILIP K. DICK, tomando varias partes clave. También arrancan material de la cinta de RIDLEY SCOTT, como el escenario barroco de este tebeo.
UNIDAD 4 en faena y desafiante hasta la última célula; quedaos con su fachada |
Diseñan un Los Ángeles ‘futuro’ abarrotado de un tráfico que no frena ante nadie y personas; los edificios crecen bajo una contaminada atmósfera amarillenta. UNIDAD 4, el protagonista, un androide averiado que responde a tres nombres, y que va tirando de los recuerdos sintéticos (cosa de la obra de Dick) injertados en su programa base y correspondientes a cada “personalidad”, circula por calles que semejan ríos desbocados de metal y cristal a la caza de clientes de pólizas fraudulentas de coches. Aquí es donde Miller y Darrow dan la vuelta al concepto: es el replicante (Unidad 4) el que persigue humanos que “defraudan” a la compañía para la que “trabaja”, la BENEVOLENT, por este Los Ángeles distópico.
Al punto la conducta de la Unidad 4 atrapa. Las primeras páginas ya nos enseñan de qué va, cubierto de cristales hincados en la carne y desafiando a un potente coche de aire retro (quizás un Hudson Hornett de los 1950) pertrechado con ametralladoras y lo último en alta tecnología. Lanza un desafío: “Ven a por mí, capullo. Aún me quedan tres balas”, mientras recibe una ducha de proyectiles que descuartizan la pared tras él. Embestido por el coche, ambos la atraviesan para caer en un cuadrilátero donde diversas parejas copulan mientras las desmiembran con motosierras. Al parecer, el asesinato en este “futuro” es un rutinario espectáculo de masas.
Unidad 4 mata al pistolero tras el volante, y de la vorágine de llamas y metralla que le carcome sale lanzando otro desafío.
HARRISON FORD como RICK DECKARD, BLADE RUNNER por la gracia de Dios. No la comparto, pero la leyenda urbana dice que es un replicante... como Unidad 4 |
Hard Boiled aprovecha los elementos del cómic, el cine y la novela (el relativamente novedoso subgénero del CYBERPUNK) para crear un impresionante paroxismo de violencia que parece la única excusa narrativa de este hito de la historieta. (Otra lectura podría ser que la sociedad, conforme “evoluciona”, se aletarga, y pocos estragos la conmueven o indignan. O sea: iremos a peor.) Es de señalar que si bien Hard Boiled apela al cyberpunk (mostrando un futuro fracasado, masificado, impregnado de máquinas inteligentes que combinan la inexorabilidad de su computación con un anhelo de libertad muy humano, de basura que empuerca las calles y un bombardeo brutal de neones anunciando productos de todo tipo), Miller (le adjudicaré ese protagonismo; Darrow fijo que aportó más de una idea) se desprende rápido de “las señas de identidad” del subgénero que, disculpad mi ignorancia, creo que popularizó WILLIAM GIBSON.
O sea: pasa de llenarles los sesos de cables a los protagonistas y hacer audaces incursiones en el ciberespacio a través de toboganes iridiscentes y de vértigo como, por ejemplo, el de TRON o EL CORTADOR DE CÉSPED (por los cojones se parece esa película al cuento de STEPHEN KING, por cierto). Se ciñe al plano físico, a la carne y la sangre, más decidido en enseñar monstruosas lesiones que disertar sobre gigabytes y terabytes, de programas, bases de datos, tortuosas corporaciones japonesas que acechan a las occidentales, por lo general, alemanas. (Inciso: el declarado aire RETROPUNK de Hard Boiled, aparte de provenir de Blade Runner, ¿no será un hosco desafío al “peligro amarillo”? Mostrando elementos de una década de esplendor americano, ¿se reivindican; así Miller dice: “Perduramos”?) Repite su trabajo (sino lo obró a la par) de ROBOCOP 2, que contiene tantos elementos de Hard Boiled, como un robot tozudo y casi indestructible que acomete con obstinación su tarea.
Impresionante página doble, agotadora y masificada, sucia y llenas de estridencias de muchos tipos. Muy del Los Ángeles de Blade Runner |
Pero mientras en RoboCop 2 aún inserta un leve sesgo emotivo (¿RoboCop es el nuevo bastidor de MURPHY, o una máquina que sueña ser Murphy?) y plantea algunas cuestiones sobre la existencia del alma, Unidad 4 es pura maquinaria destructiva. Para no hacérnoslo viscoso como la sangre que derrama, intercala comentarios sarcásticos llenos de absurdo y de risotada histérica fruto de una tensión nerviosa excesiva.
Unidad 4 es el “caballo de tiro” de un complot para conseguir la libertad de los androides que trabajan para la corporación WILLEFORD (comandada por un más que obeso TINTÍN que alterna las expresiones de perplejidad con las del aburrimiento más completo), empresa trasunto de la ROSEN ASSOSSIATION/TYRELL CORP., máquinas autoconscientes que buscan huir de su estatus de herramientas sofisticadas dedicadas a la eliminación de los competidores de Willeford. En esto Hard Boiled es también Blade Runner, porque lo que están relatándonos es el motín y fuga de los NEXUS 6 que DECKARD, en sustitución del atildado HOLDEN, caza por ese Los Ángeles ya familiar.
Ni así se rinde, el tío |
Pero Unidad 4 está tan pasado de rosca que no se puede unir a la rebelión. Pocas cosas establecen buenas conexiones en sus sesos electrónicos. Y acaba volviéndose contra los androides amotinados. En el camino, y por completo ignorante de que hace esto último, asalta la corporación Willeford buscando a través de un piélago de asesinatos una respuesta a su existencia.
El irónico “final feliz” del tebeo no promete tampoco el consuelo de que Unidad 4 haya vuelto “a sus cabales” (o las que le programaron) y se comporte como se espera de él: eliminando competidores.
Un vistazo a Unidad 4 nos revela el parecido que guarda con Deckard, con su abrigo y el aire de estragado y cansado, y un potente pistolón con el que hacer leyenda.
Afiche de HARD BOILED, de JOHN WOO protagonizada por YUN-FAT CHOW; cinta y cómic comparten muchos elementos |
Hard Boiled se benefició del impulso de las editoriales “independientes” creadas por dibujantes y guionistas defraudados con las condiciones laborales, casi tiránicas, de las majors (el ejemplo más palmario: la larga lucha de ALAN MOORE con MARVEL y DC COMICS por distintos derechos de sus personajes), y que, como premio a “su motín”, repentinamente vieron un amplio campo donde desarrollar grandes personajes y más importantes ideas. Fue en parte un bluff (léase: SPAWN) pero también legó figuras como HELLBOY (ese diablo doméstico con pinta de HERMAN MUNSTER, Deckard de lo paranormal) y la idea de que existían tebeos más allá de las capas, los voyeurs de Gotham City, los jóvenes quasiarácnidos que se subían por las paredes, los mazacotes de rayos gamma. Hoy día, con lo que ha caído, la “ultraviolencia” de Hard Boiled (que, en Estados Unidos, ¡encarceló a algún quiosquero por venderlo!) está bastante amortizada, diluida, o nuestras arterias, mucho más endurecidas.
Pero, haciendo un ejercicio de contemporización, todavía Hard Boiled deja sin aliento en algunas viñetas, que, tan saturadas de elementos, siempre enseñan una cosa más (como al SR. SMITH de la trilogía de THE MATRIX; buscadle bien: le veréis).
Un arma épica, de las más codiciadas de la ficción |
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta:
http://unahistoriadelafrontera.blogspot.com/2010/10/suenan-los-androides-con-ovejas.html